SI Y NO

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NO, los perros que están en un refugio o en una asociación protectora de animales no tienen problemas de conducta.

SI, los perros que están en un refugio o en una asociación protectora de animales tienen problemas de conducta porqué han sido abandonados. Se han quedado sin familia y están ansiosos y tristes por no poder volver a tener una casa y un entorno familiar.

NO, los perros que están en un refugio o en una asociación protectora de animales no suelen ser problemáticos. Todo lo contrario. Cuando encuentran un hogar son los perros más cariñosos y sociables del mundo.

SI, las personas que abandonan a los perros son los que tienen problemas de conducta y los que tendrían que estar en un refugio o en una asociación protectora de personas y animales, esperando una adopción que creo que nunca llegará.

NO, No hay que ser negativos. Teóricamente, nosotros los humanos somos los Homo sapiens ¿NO? ¿SI?

El de la foto se lama Bribón y me cuenta lo siguiente: "Si ser bruto es darte besos en la cara y lamerte y ponerme contento cada vez que os veo... Pues seré bruto. Pero soy muy trabajador e inteligente. Cuando tenga un hogar, quiero mimos... ¿Es tan difícil?."

Éste es uno de los perros que están, como muchos otros, en la protectora APASA de Gijón, que tiene que cerrar por problemas económicos y necesitan un hogar. 

¿Homo sapiens?

VENTAJAS DE UN ALMA CON PELO - Fernando Aramburu

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Los llaman perros, pero en realidad son almas. Almas peludas, de cuatro patas, que se dejan conducir, husmeantes de suelos, marcadoras de territorio, con una correa por la calle. Tienen la costumbre húmeda de prodigar afecto con la lengua. Quizá parecen cosa distinta o separada del ser humano porque ignoran la mentira. Ladran sus penas y sus enojos, sus alegrías y sus temores, con una franqueza explícita de niños. Practican el agradecimiento; no así, por lo visto, el rencor, aunque a menudo se llevan a matar con los carteros. Son, como se ha dicho, almas exteriores y visibles que van y vienen con fidelidad de sombras autónomas a nuestro lado; almas, en fin, de lomo acariciable y rabo comunicativo, saludador, melancólico, amenazante, juguetón, alborozado.

El perro ganado para la amistad del hombre es un suministrador incesante de felicidades. Su estupidez, al contrario de la humana, tiene encanto; su astucia le granjea beneficios incontables. A cambio de nutrición, refugio, entretenimiento, caricias, vacunas y lecho cálido, el perro transige con la obediencia. Es su truco más logrado. Un sinfín de personas va cada día a trabajar por mucho menos.

Yo veo al alma correr sobre la hierba en pos de la pelota saltarina que le he lanzado y ya sólo con esa imagen me atraviesa el espinazo un calambre gustoso. Ni el cine ni los libros me dan lo mismo, aunque dan mucho. Tendría que ahondar en sutiles descargas placenteras, acaso en pasajes singularmente deleitables salidos de la pluma de Mozart, para experimentar una plenitud que se le iguale. Dicen no sé qué estadísticas de no sé qué estudios científicos de no sé qué país que los hombres con perro son más propensos a la felicidad. Ya es tarde para participar en la encuesta; así y todo, confirmo tranquila y felizmente el dato.

Gente sesuda, con bata blanca, afirma haber encontrado en la compañía del perro amigo virtudes antidepresivas. Esto es serio, requiere explicación. Parece ser que a veces se forman en el centro del pecho humano tristezas oxidadas como viejas verjas. Las cuales se abren de par en par cuando un perro se sube con intenciones lúdicas al regazo del dueño o arrea a este por las buenas, en la soledad desesperada, en las habitaciones oscuras de la vida, una sarta de lengüetazos alegres en el rostro.

El perro interacciona con el hombre más que el gato, inclinado tradicionalmente a la introversión sagaz y al egoísmo natural de su especie. El perro, extravertido y a menudo bobalicón, te lo cuenta todo con el rabo y las orejas; olisquea genitales ajenos como quien revisa un pasaporte y tiene por norma elemental de cortesía enseñarles el culo a las visitas. Por no saber, no sabe ni que es perro. Nos toma a nosotros por parientes consanguíneos, si no es que él se toma a sí mismo por hombre. El perro, sentado en postura expectante, te mira afable, solícito y pedigüeño, como insinuando: ¿te importaría darme de comer antes de arrojarte al vacío? Y, claro, ¿cómo lo vas a dejar solo sin su salchicha de mediodía ni su escudilla de agua fresca y clara?

Cuidar de un alma canina implica asumir una responsabilidad. El perro es un alma frágil donde las haya. Un alma ora hambrienta, ora orinadora, ora friolera o desvalida, incompleta sin su parte corporal humana de la cual depende en grado alto. Lo mismo se rasca de gusto que de dolor, de picores que de angustias, y por mucho que la laven y la peinen, puede suceder que entre en casa con una garrapata del tamaño de una aceituna adherida a la oreja.

Tener perros es un poco como tener hijos. Los amamos y reñimos. Les ponemos nombre, les damos órdenes, los sacamos de paseo, les hablamos en confianza. Hay quien viste al perro con prendas de cuero o lana, y yo antes llevaba el mío a la peluquería, pero el pobre temblaba de miedo y, total, para lo que hay que hacer, lo esquilo con mis tijeras en el bosque. Una vez bañado, le encanta el viento caliente del secador.

Las tareas derivadas de la responsabilidad lo inducen a uno a perderse de vista. Quizá sea este olvido momentáneo de uno mismo el antídoto más eficaz contra los bajones del ánimo y contra todo lo negativo que nos abruma. La presencia del perro, según dicen, rebaja los índices de cortisol, hormona del estrés. No otra cosa parece ocurrir cuando, al término de la jornada laboral, regresan de sus obligaciones fatigosas y de sus inquietudes y problemas cotidianos los miembros de mi familia. No hay ninguno que, al entrar en la vivienda, no se apresure a dirigir la palabra al perro, se abrace a él como a una almohada viva o pase la mano por su calor sedoso. El perro contribuye al efecto balsámico con paciencia y alegría. Y entonces todo el mundo, apartando de sí por un instante agobios y sinsabores, se complace en compartir un alma ansiolítica que, hechas las cuentas, no nos da a los hombres menos de lo que ella recibe de nosotros.

Un perro rompe o alivia soledades. A ver, entendámonos. No la soledad de estar simplemente solo, sino aquella otra, infranqueable, duradera, consistente, según me han dicho, en un frío interior que no se mitiga estrechando manos ni cantando en un coro. Un perro lo hace a uno sentirse querido. Un perro fiel es un alma que daría la vida en tu defensa y la de tu casa. Yo he visto al mío llorar por contagio. Alguna vez taché de ridículo el hábito de hablarle al perro. Digamos que lo juzgaba una tentativa ilusoria de la comunicación. Qué bobada. Tengo mucho más que confesarle a mi perro que a la mayoría de los hombres. Y el alma me responde y me consuela a su modo sacudiendo el rabo o dándome la pata o clavando en mí el brillo afectuoso de sus ojos.

No menos hemos de agradecerle al perro que nos saque de casa. Tres, cuatro paseos diarios al aire libre; sumas los minutos caminados y resulta que a lo tonto, a lo tonto, te levantas un promedio de entre hora y media y dos horas de ejercicio físico repartido a lo largo de la jornada. Con lo cual, ¿qué ocurre?, pues que alargas los telómeros de tus cromosonas, te da el sol en la cara, reduces el peso y prolongas la vida. Y por si todo ello no fuera suficiente, acompañado de perro te sonríen y saludan los transeúntes a cada paso. Para un extranjero, doy fe, no hay mejor manera de integrarse en la sociedad de acogida que ir por la vía pública acompañado de un alma. Va uno desalmado y no le dan ni los buenos días. www.elmundo.es

Fernando Aramburu

PUEDES APRENDER A COMUNICARTE CON TU PERRO... Y SER FELIZ.

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Soy adiestrador, especialista en comportamiento canino y me dedico a educar y solucionar problemas de comportamiento de los perros que, generalmente, ocurren en el entorno donde habitualmente vive el perro.

Los problemas de conducta que me describen los dueños muchas veces tienen como una de las causas el mal entendimiento entre el can y sus  humanos. En eso consiste sobre todo mi trabajo: en conseguir que perros y personas aprendan a comunicarse mejor y que puedan ser felices. Y es difícil, porque somos dos especies diferentes, pero puedo asegurar que el perro siempre, siempre pone lo que puede por su parte para conseguirlo.

Me encanta cuando me encuentro con personas que deciden involucrarse totalmente en corregir los problemas que pueda tener su perro, pensando tanto en ellos como en la felicidad de su perro. Y eso pasó hace unas pocas semanas.

Realicé un Bed & Training, que consiste en pasar dos o tres días en convivencia con el perro y su familia en su entorno, para poder hacer un adiestramiento intensivo y enseñar, tanto a los dueños como al perro, a comunicarse de forma adecuada. Porque la mayoría de problemas ocurren por falta de entendimiento.

Ese perro, Wonno, se ha convertido en uno de mis alumnos favoritos. Desde el primer momento, se involucró en el proyecto, pero lo mejor, y raro, según mi experiencia, es que se sus dueños se implicaron igual o más que él.

Wonno era un perro con problemas de agresividad hacia personas, perros, camiones, autobuses y todo lo que se moviera; y tenía episodios de TOC. Había vivido enjaulado y aislado, y seguramente maltratado, hasta que lo recogió la asociación ANAA donde conoció a sus actuales dueños.

Ayer, su dueño Marco me envío un mensaje por whatsapp que consiguió alegrarme el día y sentirme más orgulloso de mi trabajo: “Lleva 4 días genial. Por días progresa. Y lo mejor es que a él se le ve muy contento. Es como si se hubiera liberado de un peso. Así que todos felices.”

Gracias Wonno! Gracias Marco y Patti,!

Javier R. Batallé

PERROS JUGANDO AL POKER

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Cassius Marcellus Coolidge

El autor comenzó una serie de obras de este estilo cuando trabajaba para una empresa de publicidad, y sus pinturas fueron reproducidas en pósters y calendarios como regalos promocionales. En su época fue nombrada la obra más famosa de un artista americano.
En la pintura se puede ver como un perro blanco le pasa una carta a su compañero de la izquierda, haciendo trampas.

Posted on September 12, 2017 .

EN PRIMAVERA, CUIDADO CON EL CALOR

Publicado en Pelo Pico Pata nº 101 - Marzo 2014

Ha llegado el verano y por lo tanto el calor. Es el momento de cambiar nuestro vestuario. Guardamos la ropa de invierno y nos vestimos con algo más ligero y fresco. De esta forma conseguimos aplacar el fuerte calor de la época estival, pero los perros continúan con su mismo traje: su piel y su pelaje.

Formas distintas de combatir el calor
Al contrario que las personas, los perros son expertos en mantener el calor pero muy malos para deshacerse de él.

A diferencia de los fríos días de invierno, cuando podemos ponerles un abrigo para sacarlos a pasear, en la época de mucho calor debemos tener en cuenta que nuestra mascota no siente el buen tiempo como lo sentimos nosotros. Los perros sufren las consecuencias de las altas temperaturas tanto o más que nosotros.

Hay que tener en cuenta que la temperatura corporal del perro es distinta a la nuestra. Mientras que nuestra temperatura media es aproximadamente de 36 grados y medio, la del perro oscila entre los 38,5 y 39 grados.

Además, nuestro organismo combate el calor de forma muy distinta a la de nuestra mascota. Mientras que las personas podemos enfriar nuestro cuerpo por medio del sudor, los perros no están provistos de las mismas glándulas sudoríparas como las nuestras, por lo que tienen que regular su temperatura corporal mediante el jadeo. De esta manera -abriendo la boca- la saliva se evapora de forma semejante a la transpiración humana. Los perros sólo pueden sudar a través de las almohadillas plantares y no a través del resto del cuerpo.

Si nos fijamos atentamente en nuestro perro cuando hace calor, podremos ver como de vez en cuando se lame la nariz. El objetivo es humedecer para buscar la evaporación y así, el descenso de la temperatura. También podemos observar que algunos perros, cuando el calor aprieta, dejan huellas de sus patitas por el suelo de casa. Es la consecuencia de sudar por el único lugar donde pueden hacerlo.

Las razas que más sufren el calor
Los perros de razas grandes, al poseer un mayor volumen y superficie corporal, tienen más dificultad para eliminar el calor. Teniendo en cuenta que sólo pueden sudar por las patas suelen pasarlo bastante mal durante la época estival. También los perros de morro chato, como los boxers, carlinos, bulldogs o pekineses, que suelen tener problemas de respiración, son animales que sufren con más intensidad cuando el calor aprieta.

Mucha gente piensa que cortando el pelo a su mascota conseguirá que esté más fresca y le ayudará a soportar las altas temperaturas, pero no es del todo cierto. Para los perros con un pelaje que crece de forma continuada que no suelen perder pelo si que es una buena opción, pero no debemos cortar el pelo a perros de razas que mudan como por ejemplo el pastor alemán o el husky. Todos estos animales poseen un pelaje que les aísla del frío, pero también del calor. Pasarles la maquina de la peluquería es hacerles una faena.

LOS PELIGROS DEL CALOR

Los molestos bichitos
Todo el mundo sabe que cuando llega el verano y las temperaturas aumentan, también lo hacen las pulgas, las garrapatas y los peligrosos mosquitos que hostigan a nuestras mascotas. Aunque todos los parásitos son peligrosos y su picadura puede causar diversas enfermedades, el mosquito de la leishmaniosis (flebótomo) es quizá el más peligroso. Aunque en un principio sólo actuaba en la zona mediterránea, últimamente está reproduciéndose de forma alarmante por toda la península ibérica. La picadura de este mosquito puede causar la muerte a la mayoría de perros que no reciban tratamiento, generalmente de por vida.

Pero en todas las clínicas o consultas veterinarias y tiendas especializadas de mascotas existen una gran variedad de antiparasitarios para prevenir y eliminar los molestos parásitos. Podemos elegir entre collares, pipetas, sprays, pastillas o champús.

El terrible “golpe de calor”
El golpe de calor es un accidente que desgraciadamente ocurre con mucha frecuencia en la época estival.

Cómo ya hemos dicho antes, la temperatura corporal del perro oscila entre los 38,5 y 39 grados. Si el cuerpo de muestra mascota llega a superar los 42 grados o menos pero con un nivel de humedad alto, se produce el fatal golpe de calor. El animal sufre la pérdida de glucosa y sales minerales, y un aumento del ritmo cardíaco y la frecuencia respiratoria. Esta situación puede llegar a causar una muerte fulminante. Los síntomas más visibles cuando se produce, son jadeo exagerado, tambaleo, negativa a moverse y temblores musculares.

Hay que evitar que este accidente ocurra porque la consecuencia suele se fatal, y la prevención es el mejor método para que no se produzca. Algunas medidas que debemos tomar cuando hace mucho calor son las siguientes:
 
- ¿Quién no se ha sorprendido al intentar entrar en su coche después de dejarlo aparcado bajo el sol? Es imposible entrar, parece un horno, y debemos esperar unos minutos con las puertas abiertas, hasta que se enfríe un poco. Por lo tanto, nunca debemos dejar al perro confinado en un lugar cerrado y sin ventilación. Dentro del coche -aunque sea con las ventanillas semibajadas-, en menos de 15 minutos la temperatura en su interior puede alcanzar los 50 grados y provocar la muerte del animal por un ataque de calor.

- Los parkings cerrados y las bodegas de los barcos también son muy peligrosos. Aunque podamos pensar que al estar cubiertos, no les da el sol, la acumulación de humedad y calor en estos lugares es muy importante.

- Los cachorros y los perros de edad avanzada son más propensos a sufrir un schok. Los primeros por tener el sistema inmunológico inmaduro, y los animales mayores al no poder mantener una temperatura corporal adecuada con la misma facilidad que un perro joven.

- Hay que tener siempre disponible agua fresca y limpia, y mojarle asiduamente la cabeza y la barriga, ya que son dos de las zonas menos protegidas. También debemos tener en cuenta que, con el calor, los perros beben mucha más cantidad de agua para hidratarse y una consecuencia de ello es que tendrá más ganas de salir a hacer pipí.

- No dar largos paseos bajo el sol con los perros. Adecuar los horarios de paseo con juego y ejercicio a primera hora de la mañana y última de la tarde. Algunos perros no son conscientes que han de parar de vez en cuando a descansar tras un periodo de ejercicio. Debemos detener el juego si vemos que jadea demasiado o hace mucho calor para seguir haciendo ejercicio.

- Los perros de manto negro, absorben más calor que los perros de piel o pelaje claro, y sufren más cuando están expuestos al sol.

- Si el perro lleva bozal, éste debe ser lo suficientemente amplio para que pueda sacar la lengua.

En el caso que se produzca un golpe de calor debemos actuar rápidamente, Estos serían los pasos a seguir:

1.- Intentar bajar la temperatura corporal del animal llevándolo a un sitio fresco y aplicar frío en las zonas más sensibles como la cabeza, cuello, inglés y axilas.

2.- Mojar al perro con agua no demasiado fría y humedecerle la boca sin obligarle a beber.

3.- Llevarlo con urgencia al veterinario.

El asfalto de la ciudad: Un infierno para los pies
Nosotros vamos calzados, pero los perros no. ¿Alguien ha probado a pasear por la calle de una ciudad a pleno sol descalzo? Nos quemaríamos los pies. Pues lo mismo le pasa a nuestra mascota, y además, ese intenso calor que irradia el suelo, también afecta a su barriga, pues está muy cerca del asfalto, y en ocasiones -sobre todo en los cachorros- este calor puede producirle desarreglos digestivos.

Por lo tanto, no debemos extrañarnos que nuestro perro cambie su comportamiento cuando suben las temperaturas y lo sacamos a pasear en horas de mucho calor. Es muy posible que observemos conductas no habituales como por ejemplo que camine más rápido y tire de la correa hacia la sombra, se niegue a seguir caminando y se resista a tumbarse o a sentarse en el suelo, ni aunque se lo ordenemos.

Siempre es agradable pasear con nuestro fiel amigo un día soleado, sobre todo en la época estival, pero debemos ser conscientes que los peligros que el calor puede entrañar y vigilar un poco más sus reacciones.

Javier R. Batallé

REFLEJO DE COMPENSACIÓN DE PRESIÓN

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El reflejo de compensación de presión -que tienen todos los perros y muchos otros animales incluidos los humanos-, es una de las principales causas por las que el perro tira insistentemente de la correa cuando pasea.

Para que el perro deje de tirar de la correa debemos controlar el recorrido del paseo. El reflejo de compensación de presión en los perros se activa en cuanto sienten presión sobre el cuello o en el pecho. Se apoyan en ella y empujan en sentido opuesto a esta para compensarla, de forma refleja.

El objetivo del adiestramiento para que el perro deje de tirar de la correa es hacerle entender al perro que no sirve de nada.  Mientras haya tensión en la correa nunca debe conseguir sus objetivos, nos pararemos y él no llegará a ningún sitio, no obtendrá ningún premio y todo para él será muy aburrido.

Posted on July 4, 2017 .