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EL MACHO ALFA EN EL ADIESTRAMIENTO CANINO

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“Establecen su posición jerárquica mediante combates. Posteriormente bastará con amenazas y actitudes para que los "súbditos" recuerden el liderazgo y evitar inútiles enfrentamientos. El mando absoluto lo ostenta un macho que normalmente es el que más batallas ha librado y mejores resultados ha obtenido.”

Félix Rodríguez de la Fuente

La cuestión de la dominancia social, la jerarquía social y la posición alfa de un individuo en un grupo ha creado, últimamente, muchos debates y controversias.

Para muchos, no existe este tipo de dominancia y el macho alfa no existe. Según sus argumentos, lo que realmente ocurre es que los miembros de la familia son los que muestran posturas sumisas al dominante de forma voluntaria, para evitar conflictos. Por lo tanto, la jerarquía en un grupo social animal es inexistente.

Ni estoy de acuerdo, ni comparto estas ideas. Porque de quien quiero escribir es del líder de la manada humana, de su macho alfa, el dominante, tirano, ignorante, injusto, desequilibrado emocionalmente, envidioso y con complejos de inferioridad: el macho alfa que me encuentro una de cada tres veces que voy a tratar a un perro con supuestos problemas de comportamiento.

Estoy hablando del macho alfa humano injusto al que le molesta terriblemente que otro macho humano llegue a su territorio y vea que su perro le hace más caso que a él, el macho que no quiere ni necesita un adiestrador, y dice que a su perro lo tiene controlado, que son cosas de su mujer.

Estoy hablando del macho alfa humano que le dice a su pareja que se ocupe ella del perro, que si quiere que su perro no tenga problemas de comportamiento llame ella a un educador, porque él, no tiene ningún problema.

Estoy hablando del maleducado y cobarde macho alfa humano lleno de inseguridades que ni saluda cuando llega a su casa al verme trabajar con su perro y se esconde.

Estoy hablando del ignorante macho alfa que, cuando ve que su perro mejora su comportamiento, solo con paciencia y aprendizaje para comunicarse con él, decide dejar el adiestramiento.

Estoy hablando del macho alfa con complejos de inferioridad que no soporta que otra persona consiga lo que él no ha conseguido nunca: que su perro le quiera.

También estoy hablando del macho alfa envidioso y controlador que me recibe en la primera visita para tratar al perro y mientras estoy con el pobre animal y me comunico con él, su dueño manifiesta los siguientes síntomas:

  • Generalmente estará sentado, con los brazos en cruz y mirando al suelo.

  • No apagará la televisión o la encenderá durante la conversación.

  • No preguntará nunca

  • Si su mujer o hijos, dan una opinión, la revocará inmediatamente.

  • Dirá que nunca ha tenido ningún problema con su perro.

  • Siempre echará la culpa a su mujer, sus niños o al perro. Nunca él.

Y sobre todo, el sonido típico que todo macho alfa humano emite cuando intentas demostrarle que la violencia no es la solución para un problema, por ejemplo de agresividad:

Si me muerde a mi le pego para abajo y lo reviento ¡Vamos! Porque le tengo cariño, que si no…” o, “Le doy una patada y asunto arreglado. Lo que pasa es que estos le consienten todo”.

¿Y si hablamos de castración a un perro macho para tratar un problema de comportamiento?

En esa cuestión no hay argumentos que valgan. El macho alfa humano dirá que eso es antinatural, que a su perro no lo castra nadie. Generalmente, cuando dan sus opiniones sobre el tema, que no duran más que unos segundos, puedo ver que se tocan sus órganos genitales. Supongo que para ver si aún están ahí, no sea que un maldito adiestrador canino con mucha rapidez se los haya extirpado.

Últimamente me he encontrado con varios casos de este tipo, incluso inimaginablemente peores y por eso quiero escribirlo. He visto casos de maltrato psicológico al perro por parte del macho alfa que creo y me preocupa que puedan derivarse hacia el resto de la familia.

Una de las premisas para tratar cualquier comportamiento del perro es que estén presentes todos los miembros de la familia durante la primera visita para evaluar el problema, y también en las sesiones posteriores del tratamiento o adiestramiento. Sin embargo, es casi siempre la mujer la que se pone en contacto conmigo para solicitar mis servicios y el marido, si aparece en algún momento, lo hace de forma esporádica, emitiendo algún gruñido o intentando de forma muy torpe que el perro se acerque a él, para así demostrar su dominancia.

Durante los 21 años de mi profesión, puedo asegurar que muchos adiestramientos y tratamientos de conducta de perros han fracasado por culpa de la intervención del macho alfa humano en el adiestramiento. Y eso duele. Porque se que podrían solucionar los problemas de su perro, para que sea más feliz, para que pueda convivir en paz. Pero eso al macho alfa no le interesa. El macho alfa quiere llevar el control.

La psicología define a la dominancia como una necesidad de ser importante, de influir y manejar el ambiente. Los perros y los lobos son animales jerárquicos. Entre ellos existe la dominancia y la sumisión, pero son justos, inteligentes, equilibrados emocionalmente, no tienen complejos de inferioridad y no son envidiosos.

Los perros no necesitan usar la fuerza para demostrar su liderazgo y todos los comportamientos dentro de la manada van encaminados a evitar cualquier enfrentamiento y conseguir una buena convivencia. El macho alfa humano solo cree en la violencia para dominar al subordinado.

Los machos alfa humanos que he descrito tienen esa necesidad de sentirse importantes, pero nunca lo serán, querrán influir y manejar a su antojo a los demás y quizá lo consigan, pero nunca conseguirán que un animal tan noble e inteligente como un perro los respete o quiera.

Mi enhorabuena a todos mis clientes que no pertenecen a la especie a la que me he referido en este escrito. Con ellos da gusto trabajar y, gracias a ellos, el adiestramiento o el tratamiento de problemas de conducta de sus perros siempre ha sido un éxito.

Javier R. Batallé

Posted on November 19, 2019 .

CUANDO TU PERRO SE ENFADA

Publicado en Pelo Pico Pata nº 107 - Septiembre 2014

La conducta agresiva es el problema más común por el que los propietarios de un perro acuden a un etólogo o a un adiestrador y, para tratarla, es necesario conocer su causa.

Uno de los problemas de conducta que más me consultan los dueños de perros es el de la agresividad. Y con frecuencia la pregunta es la misma: “Mi perro es agresivo ¿Que puedo hacer?” Y la respuesta tampoco cambia: “Deberemos ver el porqué de ese comportamiento".

La agresividad no es una anomalía psíquica. En realidad no es un problema de conducta. Todos los animales pueden ser agresivos; los humanos también. La diferencia está en que, mientras las personas normalmente podemos controlarla de forma más efectiva, los animales no. La agresividad se convierte en un problema cuando el perro la manifiesta en un contexto inadecuado.

Pero algo muy importante que debemos saber es que la agresividad es sobre todo un síntoma de otro problema de conducta que muchas veces nos es difícil identificar. Todas los instintos del animal están diseñados para su supervivencia y bajo determinadas circunstancias, una gran parte de esas conductas innatas pueden manifestarse en forma de agresión.

Por ejemplo, si un perro es agresivo hacia sus dueños cuando intentan acariciarlo o le despiertan cuando duerme, el animal seguramente tiene un problema de dominancia, que puede haberse agravado al no establecer sus dueños una jerarquía estable en el entorno social en el que se mueve. O cuando un perro ladra a todos los perros y se muestra agresivo cuando paseamos por la calle, es probable que ese perro no haya tenido una socialización adecuada durante su infancia y vea a los otros canes como enemigos a los que evitar a toda costa. Para solucionar un problema de agresividad hay que arreglar la causa que la produce.

¿QUÉ ES LA AGRESIVIDAD?
Para los perros la agresividad es un comportamiento adaptativo que les ayuda a conseguir un objetivo. Por ejemplo, un perro puede tener como objetivo mantener la distancia entre él y algo o alguien que le asusta o que le irrita. Si se muestra agresivo hacia el estímulo que quiere evitar y le sale bien, esta conducta tenderá a repetirse en posteriores ocasiones.

La agresividad, al igual que cualquier otra manifestación de conducta, no surge porque si. Generalmente es consecuencia de varios factores. Entre ellos, habría que destacar el entorno del animal, la relación con sus dueños y otros perros, acontecimientos traumáticos ocurridos en el pasado, el nivel de estrés, un aprendizaje inadecuado, miedo, comportamientos instintivos super desarrollados y, en todos ellos tienen mucho que ver los factores genéticos. Pero con esto no debemos arriesgarnos a decir taxativamente que existen razas con más tendencia a la agresión.

Por encima de todo está el individuo canino. Un perro de raza pitbull no tiene porque ser un perro agresivo, aunque si que es cierto que pertenece a una raza con predisposición a ser más agresiva que otra. Y lo más importante: al ser un perro de una gran potencia física, el daño que es capaz de ocasionar en un episodio agresivo es mayor al que puede ejercer un caniche, por ejemplo.

Según el famoso etólogo Konrad Lorenz: “La agresión forma parte del comportamiento en todos los animales, incluido el ser humano, cuyo comportamiento agresivo es uno de los más trascendentales aspectos de su conducta y uno de los pilares sobre los que sustenta su organización social. Por tanto, no estamos en condiciones de juzgar la agresividad, como tal, de ninguna otra especie. Pecaríamos de cinismo.”

LAS SEÑALES DE AGRESIVIDAD
Para asegurarnos que el perro manifiesta agresividad e incluso a que tipo de agresión podemos enfrentamos, debemos observar detenidamente que signos externos manifiesta.

Morder es la expresión más clara, pero en la gran mayoría de los casos antes de la mordida hay otras manifestaciones que nos avisan del problema que tenemos ante nosotros.

Existen dos formas de agresividad, la ofensiva y la defensiva. La primera puede reconocerse porque el perro mantiene una postura dominante (cola alta, orejas erguidas, mirada fija), mientras que la segunda se caracteriza por una actitud evasiva (cola entre las patas, orejas gachas, mirada esquiva).

Cuando la conducta agresiva llega ya a un momento más preocupante el perro puede mostrar otros signos. Algunos son los siguientes: gruñir, lanzar una dentellada al aire, mostrar los dientes, erizar el pelo del lomo o ladrar de forma amenazante.

Dependiendo del tipo de agresividad, las señales que podemos observar pueden variar. Por ejemplo, un perro estresado o irritado, antes de mostrar los dientes o gruñir para defender su comida o, sencillamente, porque le molesta que nos acerquemos, puede mantener la boca “muy cerrada”, mirando de soslayo, lo que indica que está bajo una situación de estrés muy aguda.

En los casos de agresividad dirigida hacia las personas del entorno del perro adulto, o sea nosotros, nunca hay que enfrentarse al animal. Es muy peligroso. Debemos evitar cualquier pelea que la mayoría de las veces ganaría nuestra mascota. Por pequeño que sea, siempre será más rápido, capaz de soltar una dentellada y salir corriendo a refugiarse.

¿CACHORROS AGRESIVOS?
Como hemos dicho antes, la agresividad es algo innato y por lo tanto, cualquier perro puede manifestar alguna vez una conducta agresiva. Incluso a edad muy temprana. Por eso hemos de aprovechar la poca experiencia de los cachorros para enseñarles a controlar este comportamiento.

Existen factores genéticos que predisponen más a la agresividad, y probablemente podemos observar algunas conductas preocupantes de nuestra pequeña mascota que deberemos corregir.

Los juegos que más gustan a todos los perros, sobre todo a los más jóvenes, son los que implican competitividad: estirar de una cuerda, intentar llegar a la pelota antes que otro, etc. Con esta forma de jugar, los niveles de adrenalina suben, al igual que en una situación de estrés o en un episodio agresivo. 

Debemos aprovechar el juego con nuestra mascota para enseñarle a controlar la agresividad. Por ejemplo, cuando veamos que el cachorro empieza a gruñir, mientras estira de un juguete o persigue una pelota, debemos parar de jugar, tranquilizarlo y no reanudar el juego hasta que este calmado. Es una buena forma de aumentar el vínculo con nuestra mascota, establecer una relación jerárquica estable y prevenir posibles problemas.

TIPOS DE AGRESIVIDAD Y SU CAUSA
El primer paso para el tratamiento de un problema agresividad consiste en identificar que tipo de agresividad es la que muestra el perro y conocer la causa. Para conseguirlo es imprescindible conocer las diferentes formas de agresión existentes. Aquí veremos las más frecuentes:

La agresión por dominancia es la más frecuente de todas las conductas agresivas de los perros. Suele observarse sobre todo en machos sin castrar, adultos, y con una mayor incidencia en los animales puros de raza, que en los mestizos. Hay que diferenciar entre la agresión por dominancia hacia perros y la dirigida a las personas.
La conducta agresiva hacia otros perros por dominancia está causada por el intento de subir en la escala jerárquica con otros perros que pueda encontrarse en el entorno, mientras que las manifestaciones de agresividad hacia personas sólo se producen dentro del núcleo familiar. A veces, incluso contra sólo uno o dos de sus miembros. Este problema está causado por la tendencia genética del perro a dominar y la permisividad de los dueños con su mascota.

La agresión por miedo es otro de los problemas más comunes de consulta. Esta tipo de agresividad está causada por el miedo del perro a alguna cosa, persona o animal, y se manifiesta cuando un perro está muy asustado pero no puede escapar de la situación que le causa temor. Entonces, su reacción más probable es atacar. Este tipo de comportamiento puede verse muchas veces en la calle, cuando vemos a un perro que se muestra agresivo con otros canes que se acercan, mientras pasea con su dueño sujeto por la correa. Al estar atado y verse impedido en la huida, al perro no le queda otra poción que atacar para ver si aleja a sus “enemigos”.

Las causas más probables de este problema son una pobre o inadecuada socialización, o algún episodio traumático que haya podido experimentar en el pasado. Además de los posibles conflictos con otros perros, en ocasiones esta agresividad puede dirigirse hacia los niños, por la misma causa.

En la agresión territorial, el perro muestra una conducta ofensiva hacia gente extraña y canes desconocidos que invaden su territorio. Los perros y las personas que forman parte de la familia no son atacados en este tipo de agresividad. Es una conducta normal en el perro y en muchos casos buscadas por los propietarios, pero muchas veces el animal se excede en esta conducta y resulta un problema a solucionar. La causa de esta conducta suele ser un instinto territorial muy desarrollado. Pero además puede añadirse un aprendizaje a veces inconsciente de los propietarios. La forma en que se refuerza esta conducta (generalmente, el intruso siempre huye), hace que se convierta en un problema difícil de corregir.

La agresividad por posesión de recursos es una conducta donde pueden unirse varias conductas instintivas como la territorialidad o la dominancia, por ejemplo. Suele ocurrir en diferentes grados, primero con señales de aviso y después con la mordida.
Esta causada por un fuerte impulso de posesividad y una insuficiente educación en su fase de cachorro.

La agresión originada en el juego ocurre porque la acción de jugar lleva cierta carga de estrés que aumenta la agresividad dentro del mismo. Ya hemos visto anteriormente las características de esta forma de agresividad.

La agresión predatoria es uno de los tipos de agresividad más peligrosos. Es un comportamiento muy instintivo: el resultado de la liberación de los instintos cazadores de los cánidos. El estímulo que desencadena la conducta es el movimiento de una presa o de algo que sencillamente corre en sentido contrario al perro. Esta forma de agresión puede dirigirse hacia niños pequeños, bicicletas, coches, perros pequeños y otros animales como los gatos. El gran problema de este comportamiento es que no hay aviso, pues la conducta depredadora de los perros exige silencio a la hora de la caza. Son pocos los perros que atacan ladrando a la presa. La causa principal es un instinto depredador muy desarrollado. Para evitar problemas, debemos procurar no agudizar más esta conducta innata con juegos de ir a buscar la pelota o estirar de la cuerda. Sólo puede controlarse con una buena obediencia.

Otros tipos de agresividad son la agresividad redirigida, por ejemplo, que se manifiesta cuando un perro muerde a su dueño que se mete en una pelea de perros para intentar separarlos; la agresividad por dolor, que es una agresión defensiva del perro cuando nos acercamos a una parte del cuerpo que le duele; la agresividad por frustración, que ocurre cuando el perro no consigue algo que quiere intensamente; o la agresividad idiopática, un tipo de agresión que se desconoce la causa, aunque algunos autores creen que puede deberse a algún anomalía genética.

TRATAR LA AGRESIVIDAD
Cuando intuimos un problema de agresividad en el comportamiento de nuestra mascota, lo primero que hay que hacer es asesorarse por un especialista, generalmente un veterinario que deberá descartar cualquier problemá orgánico subyacente que pueda originar el problema. En el caso de que no exista ninguna patología; un especialista en comportamiento canino deberá observar al perro e informarse sobre su conducta para poder ayudarnos a tratar el problema.

El protocolo a seguir en un problema de agresividad es el siguiente:

- Visita al veterinario para descartar problemas orgánicos.
- Asesorarse con un especialista en comportamiento canino.
- En algunos casos, como en problemas por dominancia o territorialidad en machos, la castración es efectiva en un tanto por ciento muy elevado. No así en las hembras, que puede agudizar el problema.
- Si el tratamiento conductual (clases de obediencia, asesoramiento, modificación de los hábitos y el entorno) no es suficiente, puede apoyarse con un tratamiento farmacológico, siempre autorizado y supervisado por un veterinario.

La agresividad es un problema que puede tener diversas causas y su pronóstico y tratamiento son diferentes según el tipo de agresividad que presenta el animal. Aunque,  la agresividad hacia personas y la agresividad hacia perros pueden tener causas muy parecidas, es conveniente utilizar un protocolo de trabajo distinto para cada una de ellas.

Hay que entender, prever y si es necesario, corregir con suficiente antelación cualquier forma de comportamiento agresivo para poder modificarlo. Sólo asi conseguiremos una mejor convivencia e integración de nuestra mascota en la sociedad conseguir una convivencia más armoniosa.

Javier R. Batalle

100 LADRIDOS, 100 RAZONES

Publicado en Pelo Pico Pata nº 89 - Marzo 2013

Todos los perros ladran y aunque algunos lo hacen con más asiduidad que otros, casi siempre el ladrido de un perro se convierte en una molestia para la convivencia diaria. Y una de las razones principales es que muchas veces no comprendemos la causa y el significado del ladrido. Pero siempre nos quieren decir algo.

Los lobos, antepasados de todos los perros, apenas ladran. Sólo recurren al ladrido para señalar un peligro y llamar la atención a los otros miembros de la manada. Casi siempre es un ladrido sencillo, corto y único, y provoca que los cachorros corran a refugiarse y los adultos se reúnan para investigar la procedencia del desorden.

Y aunque parezca irónico, uno de los argumentos para la domesticación del perro era que los perros ladradores podían ser muy útiles: advertían de la presencia de extraños y de presas de caza y alejaba a los intrusos. De hecho, los ladridos eran tan importantes que las personas empezaron a seleccionar genéticamente los canes más ladradores. Además, gracias a la domesticación, todos los perros mantienen una conducta infantil con respecto a su antepasado el lobo, y esto ha hecho que ladren más. 

¿TIENE EL LADRIDO ALGÚN SIGNIFICADO?

Ladrar es una de las maneras que tienen los perros de expresar un amplio repertorio de emociones. Y seguramente es la que mejor podemos entender, ya que si nosotros nos comunicamos con el lenguaje sonoro, nuestras mascotas han aprendido que para comunicarse con nosotros, expresar sonidos como ladridos, gruñidos o gemidos es lo más adecuado.

Los perros ladran principalmente para invitar a jugar, para avisar, y para llamar la atención. Pero existen muchas otras razones. El ladrido del perro, además de servir como una forma de comunicar, es sobre todo la expresión de una emoción, similar al grito de una persona, y puede tener un significado diferente dependiendo del contexto.

Al contrario de lo que piensa mucha gente, los ladridos nos son palabras en idioma perruno. Cuando asociamos a los perros características humanas, a veces pensamos que los ladridos de nuestra mascota significan frases completas como “¡Que viene alguien!” “¡Peligro, un extraño se acerca!” “¡No me dejéis solo, por favor!”, etc.

No es así. Es cierto que los perros cuando ladran quieren transmitirnos algo, pero los ladridos no conllevan ningún significado específico. La única traducción que podría asemejarse a un ladrido serían las expresiones: “¡Eh!” “¡Oh!” y “¡Ah!

Dependiendo del contexto en que el animal ladre y sin olvidarnos de las otras señales visuales como las expresiones faciales y corporales, podemos adivinar cual es la intención del ladrido de nuestro perro.

LADRIDOS DISTINTOS PARA CAUSAS DISTINTAS

El ladrido territorial o de guarda
Todos los perros son territoriales y ladran para defender su territorio de intrusos, sean perros o personas, por lo tanto, es bastante normal que un perro ladre más cuando se encuentra en casa que cuando está lejos de ella. El ladrido territorial siempre es un ladrido fuerte, continuo y repetitivo. Puede comenzar en un tono agudo que se va convirtiendo en más grave según se acerque el extraño, mostrando a la vez signos de conducta agresiva. Esta conducta es muy frecuente en los perros que pasan gran parte del tiempo detrás de una valla o una verja, ya que creen que al ladrar, asustan a los posibles intrusos, que en la mayoría de los casos sólo son personas o perros que pasan por delante y se alejan, continuando su camino.

El ladrido de aviso
Los perros también utilizan los ladridos como una alerta. El ladrido de aviso es un ladrido grave y espaciado y el perro lo utiliza cuando detecta algo y no está seguro de cómo reaccionar. Es una manera para informar a quien ronde por la zona que ha sido descubierto y de anunciar su propia presencia sin comprometerse. Los ladridos de guarda siempre van dirigidos a dos receptores diferentes: al intruso, y a su manada (los dueños en el perro), para avisarles.

Ladrido de aislamiento
Cuando un perro se queda solo y sufre ansiedad por la separación de sus dueños, ladra de manera nerviosa, casi compulsiva y a un volumen alto. A veces, el ladrido se convierte en una especie de aullido y frecuentemente se van intercalando gemidos. Es un ladrido muy lastimero y por lo tanto muy fácil de conocer su significado.

Ladrido de frustración
El ladrido que el perro emite cuando está frustrado no hay que confundirlo con el de aislamiento, aunque en los dos casos existe frustración. Es un ladrido muy parecido al de aviso, pero más agudo y no muy repetitivo. El perro puede ladrar por frustración en muchas circunstancias; por ejemplo: si mantenemos una pelota que le guste mucho en la mano sin tirársela, o no le damos algo de sabrosa comida que solemos darle, o lo dejamos encerrado en un lugar donde puede vernos pero no le dejamos entrar. En todos estos casos, el perro acabará ladrando por frustración.

Ladrido de aburrimiento y ladrido neurótico
Es un ladrido caracterizado por una forma de ladrar rítmica, constante y siempre en el mismo tono. Este tipo de ladrido se suele dar en perros faltos de estímulos mentales, poco socializados y que no cubren sus necesidades diarias de hacer ejercicio. Es típico de perros que pasan mucho tiempo encerrados y solos, o incluso atados en el jardín.

Ladrido por miedo
Un perro con miedo puede emitir un ladrido corto y muy agudo a la vez que se retira hacia atrás. Es un ladrido potencialmente peligroso pues tiene connotaciones amenazantes y agresivas . El perro lo emite con la intención de que lo que le representa una amenaza se aleje de él.

Ladrido para jugar
Los ladridos de juego son de alta frecuencia. El perro invita al juego ladrando de forma repetitiva y aguda, casi siempre con la ayuda de la típica posición corporal de invitación al juego: patas delanteras estiradas, manteniendo levantados sus cuartos traseros. La diferencia con el ladrido de aislamiento es que es un sonido más alegre y excitado y siempre va dirigido a otro perro o persona.

Ladrido para llamar la atención
Es el tipo de ladrido más frecuente y, muchas veces es inconscientemente reforzado por el propietario. Es el modo que tiene el perro de decirnos que quiere conseguir algo y que lo quiere ya, con prontitud. Por ejemplo: que le abran la puerta para entrar o salir de algún sitio, conseguir un juguete, comer, etc. Suele ser un ladrido agudo, muy repetitivo e insistente. Su intención es sobre todo que le hagamos caso y como muchas veces nos llega a desesperar, consigue su propósito. Es así como se convierte en un comportamiento aprendido y reforzado por un “adiestramiento inconsciente”. Es muy habitual que esta conducta se haga cada vez más frecuente e intensa.

Ladrido contagioso
Todos los perros ladran cuando oyen a otros perros ladrar. El ladrido es contagioso y una de las consecuencias del “adiestramiento inconsciente” para que el perro ladre es que a veces provocamos también de manera no intencionada que nuestro perro ladre más, a más volumen y con más intensidad. Esto ocurre cuando, ya hartos del ladrido del perro para llamar la atención, alzamos la voz con expresiones como “¡Calla!”, “¡Silencio!”, “¡Basta!”, etc. Para el perro, esos gritos son como ladridos, y se suma a ellos en una especie de excitada competencia por saber quien ladra más fuerte.

“PERRO QUE LADRA NO MUERDE”

Generalmente se piensa que el ladrido representa una amenaza, y mucha gente tiene miedo a los perros que ladran. Pero si hay un perro que tiene la posibilidad de atacarnos y sigue ladrando mientras se nos acerca significa que no quiere acometer, sino que sólo intenta que nos alejemos de él.

Si es verdad que el ladrido puede ser un gesto agresivo y desafiante -sobre todo el ladrido territorial- pero no siempre es así. Cuando un perro muestra agresividad la muestra con otras actitudes, como puede ser una posición corporal ofensiva, y, sobre todo, casi siempre va precedido de un gruñido.

De todos modos, hay que tener cuidado con un perro que ladra y no tiene la posibilidad de huir. Todos los perros, cuando se ven en un conflicto, sólo ven dos posibilidades: huir o atacar. Un perro que está atado y ladra puede estar estresado y al no poder huir puede llegar a agredir.

PERROS LADRADORES, PERROS SILENCIOSOS

Hay algunas razas de perros más propensas a los ladridos que otras, y esto es debido a la selección genética que el hombre ha efectuado en ellas.

Las razas más ladradoras son los perros que habitualmente se utilizaban como perros de jauría en la caza (basset, beagle, bloodhound). En algunos sabuesos para rastro se seleccionaban perros que rastrearan en silencio y empezaran a ladrar cuando se encontraran cerca de la presa.  Además, en estos perros se premiaba sobre todo un ladrido muy sonoro e intenso para poderlo captar a largas distancias.

Los terriers y otros perros utilizados para la caza de alimañas, también han sido seleccionados por su ladrido. En razas como el fox terrier, el Jack Russell y el teckel por ejemplo, la más pequeña excitación les provoca un ladrido que durante la caza servía para que el cazador supiese donde cavar para encontrar la posible presa bajo tierra.

Entre las razas más silenciosas están los perros más primitivos, como el husky siberiano, el chow chow, el alaskan malamute o el akita. Es muy probable que la causa de que estos perros no ladren con asiduidad sea por su mayor cercanía al lobo. No es ninguna coincidencia que estos perros no estén entre los más utilizados para la guarda y vigilancia.

CUANDO PERRO VIEJO LADRA, DA CONSEJO

En algunos casos, perros de edad avanzada comienzan a ladrar más frecuentemente sin causa aparente. Es muy probable que estos animales, al tener disminuida su visión o su audición, se sientan más inseguros y se vean sorprendidos por personas y otros perros que no reconocen con la misma facilidad que antes. En estos casos es normal que su reacción pueda incluir unos ladridos para comprobar si es contestado y así sentirse más seguro. Además, muchas veces, los perros ladran porque se dan cuenta de cosas que nosotros pasamos por alto. Debemos tener en cuenta que su olfato y su oído están mucho más desarrollado que el nuestro y puede que oigan y huelan cosas que nosotros no podemos percibir.

El ladrido de un perro no es un defecto. Es una forma de expresión que debemos aprender a interpretar y actuar en consecuencia. Escuchar a nuestro perro hará que lo comprendamos mejor, porque el perro siempre tiene algo que decir.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé

¿QUÉ COLLAR Y CORREA NECESITA NUESTRO PERRO?

Publicado en Especies nº 130 - Noviembre 2009

Existen en el mercado una gran variedad de correas, collares y arneses para perros, cada uno de ellos de diversos materiales y formas adecuados para diferentes perros. Todos estos artículos tienen dos funciones muy importantes: el control y la educación del perro.

Muchos de estos utensilios se utilizan sólo para controlar normalmente al animal, que debe pasear sujeto, para evitar el peligro de cruzar la calle sin permiso, escaparse, o molestar a otros viandantes. Pero también existen otros cuya función principal es la educación del perro y la modificación de algunas conductas problemáticas como, por ejemplo, tirar mucho de la correa, manifestaciones de agresividad o miedo, ladridos excesivos, o comer y coger cosas del suelo de forma continuada.

Para saber escoger el tipo de sujeción más apropiado hay que tener en cuenta la raza, el tamaño y la fuerza del animal. No es lo mismo pasear a un yorkshire con un flexi, que a un dogo. Un chihuahua no puede llevar un pesado collar metálico, como un fino arnés no es apropiado para un mastín. El tipo de raza también es importante. A los perros de hocico muy corto, como bulldogs o boxers, el Halti no se les adapta bien y además, como pueden padecer problemas de tráquea, es más aconsejable el uso de un arnés.

Antes de adquirir cualquier collar y correa hay que asesorarse por un profesional sobre las características, funciones y forma de utilización de cada tipo; así como de cuál es el más adecuado para nuestras necesidades y las del perro.

COLLARES
Existen collares de diversas formas y materiales. Los más corrientes son de cuero o tejido resistente, indicados para cachorros y perros adultos sin problemas de conducta. Son los denominados collares de paseo.

Hay otros collares que se utilizan principalmente para el adiestramiento. Son el collar de cabeza, los metálicos y los electrónicos. El collar de cabeza tiende a confundirse con un tipo de bozal, a pesar de que no lo es. Los collares metálicos suelen ser definidos como collares de ahogo, estranguladores o de castigo, pero no lo son, ya que un collar nunca es concebido para castigar o hacer daño al perro. Simplemente hay que saber cómo se utilizan. Los collares eléctricos solamente deben ser usados en casos muy concretos. Todos estos collares educativos debe ser siempre un profesional de la educación canina quien los aconseje, ya que un mal uso puede conllevar consecuencias peligrosas para el animal.

El collar de cabeza
También conocido como Gentle Leader o Haití. Es un ronzal para perros, semejante a la brida de los caballos. Su diseño permite tener el control del perro manejando su cabeza, y su función principal es evitar los tirones de correa, aunque también se utiliza en la corrección de varios comportamientos como, por ejemplo, la conducta agresiva o el coger o comer cosas del suelo. Con este collar el perro puede beber, comer, abrir la boca y morder. No es un bozal.

Es un collar muy recomendable para el control y adiestramiento de cualquier perro, su único inconveniente es que el perro necesita un período de adaptación al collar para que lo acepte sin problemas. De lo contrario, el animal, además de ponerse nervioso por no tener la costumbre de ser dirigido por la cabeza y tener el morro sujeto, se sentirá incómodo y tenderá a quitárselo valiéndose de las patas.

El collar de eslabones
Se trata de un collar corredizo de eslabones metálicos, concebido para ejercer una ligera presión en el cuello del perro y los hay de dos tipos, el deslizante y el semi-deslizante. El deslizante se coloca de una manera u otra, dependiendo del lado dónde se quiera llevar al perro. Hay una técnica muy fácil para hacerlo. Consiste en dibujar una P con el collar y colocársela de frente al perro si queremos llevarlo a la izquierda, invirtiéndola horizontalmente si lo queremos llevar a la derecha. De esta manera, el collar no ejerce alguna presión al llevarlo. El semi-deslizante se puede colocar de cualquier manera y es aconsejable para perros pequeños y como su nombre indica, el deslizamiento no es completo.

Sus funciones son múltiples en el adiestramiento, y se utiliza para dar pequeños toques rápidos y secos de atención al animal para luego, inmediatamente, liberarle la presión. Por esta razón es sumamente importante su colocación y manejo, porque de lo contrario puede llegar a lastimar al perro.

El collar de púas
Mal llamado collar de castigo, es un collar metálico semi-deslizante con púas romas, que se coloca con éstas hacia dentro. Existen, además, para mayor seguridad, collares con las púas rematadas con pequeños tampones de goma. Se utiliza, sobre todo, para activar al perro, conseguir mayor rapidez en sus movimientos y corregirle sin ejercer demasiada fuerza con la correa, dando al perro suaves toques de atención. Es importante que las púas tengan un acabado redondeado para no causar ningún daño.

Uno de los errores más comunes en el uso de este collar es colocarlo al revés, con las púas hacia fuera, para evitar que el perro sea mordido en el cuello. En realidad esto muy peligroso, ya que dos perros, aunque sea jugando, pueden quedarse enganchados por el collar. Entonces el juego se convierte en una pelea para recuperar la libertad, con la consiguiente dificultad de los dueños para separar a los animales.

Todos los collares metálicos deben ser retirados cuando el perro llega a casa, ya que cabe la posibilidad de que pueda engancharse en algún objeto y que el perro, al intentar salir, pueda dañarse.

COLLARES NO CONVENCIONALES
Existe una gran variedad de collares educativos no convencionales que se utilizan para el adiestramiento y la corrección de algunas conductas específicas. Son aquellos que llevan incorporada una batería, como toda la gama de collares electrónicos y el collar antiestrés. Todos ellos siempre deben ser utilizados con sentido común y bajo el asesoramiento de un profesional. De otro modo, podrían llegar a ser peligrosos para el animal.

El collar de impulsos eléctricos
Se trata de un collar que transmite impulsos eléctricos suaves mediante un mando a distancia que permite ajustar la intensidad dependiendo de la sensibilidad de cada perro. Se utiliza para el adiestramiento de acudir a la llamada, el rechazo de alimentos y la corrección de algunos tipos de agresividad.

El collar de valla invisible
Este collar emite unos pequeños impulsos eléctricos cuando el perro se aproxima a una zona delimitada por unos cables, creando así una valla invisible. Está indicado para corregir a perros con tendencia a la fuga.

El collar anti-ladrido
Existen tres tipos de collares anti-ladrido, que se activan cuando el perro empieza a ladrar. El de impulsos eléctricos emite pequeñas descargas, controlando así los ladridos molestos, perono es aconsejable para todos los perros, ya que a algunos puede agudizarles el problema. El de ultrasonidos emite unos sonidos muy molestos para el oído del perro, pero no es recomendable para perros muy sensibles. Por último está el collar de citronela que, de los tres, es el menos lesivo y puede utilizarse con casi todos los perros. Se trata de un collar con un pequeño pulverizador que libera un rocío de citronela sobre el hocico del perro, resultándoles muy molesto.

El collar anti-estrés
Este collar actúa por la acción del movimiento y el calor corporal del perro, liberando feromonas, una sustancia química natural, propia de todos los mamíferos, que tiene un efecto calmante. Está indicado para perros muy nerviosos, excitables o con problemas de ansiedad y estrés.

ARNESES
Los arneses se adaptan al cuerpo del perro y ejercen presión en el pecho. Son recomendables para canes que padecen problemas traqueales, como el bulldog, el bóxer y otros de hocico corto, a los que un collar puede ser perjudicial si tira de la correa excesivamente.

En contra de lo que piensa mucha gente, los arneses no evitan que el perro tire, sino todo lo contrario: como la mayoría de animales, los perros tienen un reflejo que provoca que al sentir presión en el pecho, empujen en sentido contrario para compensar. esta es una de las razones por la que los perros de trineo llevan arneses para arrastrar con fuerza su carga.

También existen unos arneses anti-tensión, que evitan los tirones hacia delante del perro. Estos arneses proporcionan un control total sobre los hombros del perro y tienen dos cintas corredizas que pasan por debajo de las axilas y se atan a la correa. De este modo, cuando el perro tira en exceso, las cintas se ajustan, presionan sus axilas y consiguen que el perro se detenga. Está indicado para los perros muy excitables que tiran mucho de la correa.

CORREAS
Las correas sirven para sujetar los collares o arneses y así poder manejar cómodamente al perro. Son indispensables para sacarlos a pasear. Las hay de diversos materiales, de longitud y anchura distinta, e incluso extensibles.

Las de cuero dobles con dos mosquetones y tres o cuatro anillas son las más utilizadas en el adiestramiento, ya que pueden ser graduadas en longitud y servir para diversas funciones (por ejemplo, sujetarla a un árbol o colocarla en bandolera). Son también recomendables para cualquier propietario de un perro grande o mediano, porque, además, son muy resistentes. Existe una versión en nylon.

Las correas de tela, plástico, cuero y nylon son útiles para la mayoría de perros, sobre todo medianos y pequeños; mientras que las metálicas son adecuadas en el caso de un perro destructor de correas.

El Flexi es una correa extensora de gran longitud de cinta o cordón, que sirve para controlar la distancia del perro. Sólo hay que apretar un botón para detener la extensión, y la correa se enrolla automáticamente. Además, la distancia puede permanecer fija si se desea. Su principal ventaja es que permite al perro una libertad de movimiento mucho más amplia que las demás. Es sólo recomendable para animales pequeños o que no estiren demasiado de la correa.

También existen correas dobles y graduables para pasear a dos perros simultáneamente, incluso de distinto tamaño.

A nivel profesional, en el adiestramiento, se utiliza también la correa de pista, que es una cinta o cuerda trenzada de gran longitud (de 5 y 10 m.) que sirve para poder entrenar al perro a distancia y controlarlo en algunos ejercicios, como, por ejemplo, la llamada.

Es necesario que cada perro lleve el collar y la correa más adecuada, pero además debe estar también educado para salir a la calle a pasear tranquilamente con su dueño. La falta de información sobre estos utensilios provoca incomodidades tanto para los animales como para sus propietarios. Por eso es importante dejarse asesorar por un profesional sobre cuál es el collar y la correa ideal para cada caso. De esta manera se evitará que sea el perro quién pasee a su dueño.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé

APOLO. MI PRIMER ALUMNO.

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Hoy es diez de Octubre y cuando me he despertado y he visto qué día es, he estado preguntándome de qué me suena esa fecha. Y a lo largo de la mañana lo he recordado. Ese día, hace más de dos décadas, tuve mi primer alumno. Se llamaba Apolo, un rottweiler con problemas de agresividad.

El caso era difícil, muy difícil. Quien me contrató era una mujer de avanzada edad que tenía un hijo con problemas de esquizofrenia, que se juntaba con grupos de chavales de ideología punk y deseaba que su perro fuera lo más agresivo y temerario del mundo. Como suele ocurrir, al final era su madre quien tenía que ocuparse de pasearlo y cuidarlo. Su hijo me pidió en una ocasión si podía enseñar a su perro a atacar a la gente y a otros perros, que si no, ese perro no le servía para nada.

Ese diez de Octubre, cuando fui a visitar a Apolo, fue el día que tomé una de las decisiones más importantes de mi vida. Pero os describo la escena de ese día al llegar a su casa:

Me recibe la madre y me cuenta el problema. Un psiquiatra con pocas luces había recomendado que lo mejor para tratar la esquizofrenia de su hijo era comprarle un perro (aunque no le dijo que tipo de perro, que él eligiera). Por lo tanto el chico decidió un rottweiler, aunque aún no era considerada una raza potencialmente peligrosa (consideración de unos zotes e ignorantes que se dedican a decretar leyes sin saber), no era un perro adecuado para él.

Mi clienta me llevó a una habitación, el dormitorio de su hijo, donde el perro estaba gruñendo y destrozando las sabanas y comiéndose literalmente la cama. Al abrir la puerta se lanzó hacia mi con toda la agresividad que puedo recordar. Después de que pudiésemos cerrar la puerta, le pedí a mi clienta que necesitaba que le pusiese el bozal, el collar y la correa, y que a partir de ahí, ya me ocupaba yo. Esa fue mi primera gran decisión. Era mi primer alumno, y pensé: si me quiero dedicar a esto…¡A por todas!

Me lo llevé a la calle. Dentro del ascensor, cuando bajábamos, se puso a dos patas intentando morderme la cara con una furia descontrolada. Por suerte llevaba el bozal. En la calle se calmó algo, pero rodamos por el suelo un par de veces, dando un espectáculo dantesco por una de las calles de Barcelona más transitadas. Pero no podía abandonar.

Al final, más por cansancio que por terapia, nos sentamos en un banco y le hablé, le acaricié, me comunique con gestos, con su idioma. Fue en ese momento en el que si que tome la decisión de ser educador canino, adiestrador y perrólogo. Porque vi en Apolo una mirada que nunca sabré describir con exactitud, pero era la mirada de alguien que sufría y que pedía ayuda.

Al cabo de cuatro días, observé los ojos de Apolo y decidí quitarle el bozal, con miedo, pero sabía que era necesario. Me lo pedía. Y lo primero que hizo fue darme un lametazo, acercarse más a mi y con un pequeño gruñido me dijo: GRACIAS.

No pude curar al chico, no es mi trabajo. Pero conseguí que su madre pudiera pasear a Apolo con total tranquilidad, y sobre todo, que no hiciera ni caso a su hijo. Pero eso ya fue decisión de Apolo.

Tres años después, estaba trabajando por la Gran Vía de Barcelona y, de repente oí un tremendo ruido de botellas y vasos cayendo en el suelo, y vi a un grupo de unos seis punks abalanzándose hacia mi con un rottweiler a la cabeza. Era Apolo. Estaba atado a la mesa de la terraza de un bar y al verme me reconoció y se lanzó a saludarme y a comerme a lametazos.

Muchas gracias Apolo. Mi primer perro. El que me ayudo a que ayudará a otros perros.

La foto no es de Apolo, pero me recuerda a él. En aquellos tiempos no existía el móvil y hacer fotos era más complicado.

Posted on October 10, 2018 .

SOCIALIZAR AL PERRO: HACIENDO AMIGOS

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Todos queremos que nuestra mascota se lleve bien con otros perros, con las personas y que no tenga miedo a nuevas experiencias, pero no siempre es así. Algunos perros muestran conductas problemáticas como ansiedad, miedo o agresividad que, en muchas ocasiones tienen una causa común: una inadecuada socialización.

El periodo más sensible: la impronta

Las experiencias y las relaciones que pueda tener un perro durante su infancia afectan de un modo decisivo en su futuro desarrollo y en su comportamiento. Pero hay un periodo de tiempo determinado de socialización (también llamado impronta o imprinting), durante el cual, el ambiente tiene un efecto muy intenso y duradero. Todo lo que aprenda o experimente el cachorro en esa etapa no lo olvidará nunca, sobre todo si han sido experiencias traumáticas. Este periodo de socialización comprende desde las tres a las 12 semanas de vida y es cuando el cachorro descubre realmente el mundo que le rodea.

La impronta en el perro ocurre entre la tercera y la duodécima semana de vida del cachorro, siendo su periodo más critico entre la quinta y la octava semana. Posteriormente, las experiencias que viva nuestra mascota también le afectaran de modo importante, pero no de forma casi irreversible como ocurre en el periodo sensible. Es importante conocer esto porque hay que cuidar mucho la forma en que el cachorro experimenta los nuevos estímulos que va descubriendo en el día a día. Por ejemplo, si durante su infancia es mordido o atacado por otro perro, puede que a partir de ese momento se convierta en un cachorro miedoso o, ya de adulto, muestre agresividad hacia otros perros. Pasa lo mismo con las personas. Es muy importante que conozca todo tipo de personas: mujeres, niños, personas mayores, y procurar que sus primeros contactos con ellas sean todos lo más agradable posible.

La vida social de un bebé perro.

Lo normal es que durante los dos o tres primeros meses de vida, el cachorro sólo conozca a su madre, sus hermanos y poco más. Está en un entorno seguro, con su familia canina, pero de repente -generalmente a los tres meses -, lo sacamos de su ambiente y lo llevamos a nuestro hogar. Con la mejor intención, lo cogemos en brazos, le hablamos en un idioma desconocido para él y lo trasladamos a un entorno totalmente desconocido: nuestra casa. ¿Os imagináis si nos pasará a nosotros?

Probablemente, el veterinario nos habrá recomendado (y con razón) no sacarle de casa hasta que le hayan aplicado todas las vacunas para que no pueda infectarse de ningún virus. Durante varios días, lo más habitual es que nuestra mascota viva en nuestro hogar relacionandose con nosotros y con nadie más. En este tiempo, para él cachorro sólo existirá nuestra familia y su entorno. Todas sus experiencias se basarán en eso. Pero podemos hacer algo más.

Lo desconocido provoca miedo

Para el perro, visualmente, son muy diferentes un perro, una persona mayor, un joven o un niño. También los sonidos de la ciudad, el trafico, los ruidos de las típicas obras y otras cosas a las que nosotros ya nos hemos habituado, son estímulos con lo que se va a encontrar nuestra mascota en distintos momentos de su vida.

Los perros discriminan y guardan en su “disco duro” los diferentes entornos, sonidos y olores que pueda apreciar para luego reconocerlos, analizarlos y actuar en consecuencia. Pero si solo conoce los estímulos de su hogar, las personas que son su familia y los sonidos y olores que existen en su ambiente, puede ocurrir que cuando comience a salir a la calle todo lo desconocido que vea, huela u oiga le puedan asustar. Y lo que no se conoce puede causar miedo y estrés. Hay que tener en cuenta que todos los animales evitan lo desconocido y si es necesario, se muestran agresivos hacia algo que pueda parecer una amenaza, para alejarla.

El aislamiento o la falta de experiencias con otros perros y/o personas puede hacer que nuestra mascota se convierta en un animal insociable con los consiguientes problemas de conducta, pero también debemos tener en cuenta el ambiente, ya que en ocasiones, el perro puede asociar un estimulo que le asusta con la presencia o cercanía de otro animal o persona. Por ejemplo: si mientras está saludando a una persona, de repente suena un petardo cerca que le asuste, puede asociar la acción de saludar con el terrible ruido que ha explotado a sus pies. Y si durante la primera salida al parque para jugar con otros amigos perrunos, están haciendo obras con el consiguiente ruido que eso produce, puede que cada vez que se acerque al parque se muestre ansioso y todos los elementos que hay en él lugar los vea como una amenaza, incluso al relacionarse con otros perros del parque.

¿Cómo conseguir el mejor amigo de las personas?

Aunque hay que hacer caso a nuestro veterinario y para evitar contagios no debemos pasear con el cachorro hasta que no tenga todas las vacunas, es importante llevarlo en brazos de vez en cuando a la calle para que vea gente nueva cada día. Así se acostumbrará a los nuevos olores y sonidos e intentaremos que cuando se acerque alguien a saludar a esa preciosa “bolita de pelo”, trataremos que lo haga con suavidad y sin asustarlo.

La socialización con las personas depende sobre todo de estímulos visuales, por lo tanto hay que tener en cuenta que la imagen de un niño es muy diferente a la de un adulto, la de una mujer de un hombre e, incluso la visión de una persona con uniforme o llevando un casco o una gorra, también son distintos a los ojos de un perro. Es importante que nuestra mascota tenga contacto con todo tipo de gente y que las interacciones sean siempre lo más positivas posibles. Y sobre todo hay que prestar atención a la relación con los niños.

Los niños, desde el punto de vista del perro son como pertenecientes a una especie distinta: se mueven más rápido e impulsivamente, hablan distinto y con una voz más aguda, gritan, hacen aspavientos y siempre llevan algo en la mano o tienden a coger lo primero que encuentran. Y aunque lo hacen con la mejor intención, su forma de saludar a un perro es casi agresiva. El cachorro puede interpretar todos estos gestos como una amenaza. Además, los niños no huelen como los adultos y para cualquier cachorro inexperto es difícil identificarlos como cachorros humanos.

Los primeros contactos de nuestro cachorro con personas adultas o niños ha de ser siempre agradables, sin sustos ni malentendidos. Por eso es importante que el acercamiento sea muy tranquilo. La mejor forma de hacerlo es dejando que sea el perro el que inicie la relación. Un truco que utilizo mucho en la calle cuando llevo a un perro tímido o miedoso y se acerca un niño a saludarle es el siguiente: antes de que se acerque de forma impetuosa, le digo al niño que el perro sabe hacer el truco de dar la pata y que si se agacha y le tiende la mano con una galleta, lo podrá ver. De esta manera, es el perro el que decide si se acerca o no. Alzar la mano y bajarla hasta su cabeza para acariciar, el perro puede verlo como un ataque frontal y desde arriba.

También es importante que en los primeros paseos con nuestra mascota intentemos llevarlo por lugares tranquilos y no muy transitados para, progresivamente, introducirlo en sitios más concurridos. No es una buena idea llevar a un cachorro en su primera salida a la salida de un colegio.

Las personas mayores también son algo diferentes para los perros. Porque sus gestos son más pausados, su forma de caminar es distinta y algunos ancianos llevan bastón, un objeto que al perro puede parecerle una extensión muy rara del brazo de un humano.

Si estamos un poco atentos a las interacciones de nuestro cachorro con todo tipo de personas y además le proporcionamos un gran número de buenas experiencias con ellas, tendremos a un verdadero “amigo del hombre”.

Haciendo amigos perrunos

La socialización entre perros, al ser de la misma especie y por lo tanto sin problemas para comunicarse, debería ser más fácil. Pero a veces, inconscientemente lo complicamos.

Todos los perros tienen un protocolo de señales para saludar a otro perro sin que haya ningún peligro de pelea. Cuando nuestro cachorro se encuentra con un perro adulto pueden ocurrir tres cosas: que se lance a saludarle de forma muy efusiva y tirando de la correa, que recule asustado por la presencia del mismo -quizá tras un gruñido-, o que se saluden de manera perruna: se olisqueen mutuamente el trasero para conocerse para después interactuar, o que uno ignore al otro.

En todos los casos debemos saber ayudar a nuestro perro a que haga amigos y la mejor forma de hacerlo es no intervenir demasiado. Los perros saben comunicarse entre ellos y que hacer en cada momento y es raro que haya un conflicto si no existe una variante: nuestra actitud.

Por ejemplo, cuando algunos dueños de perros pasean con su cachorro y ven a otro perro adulto, a veces intentan evitar el acercamiento y se muestran nerviosas por lo que pueda ocurrir. Suelen coger el cachorro en brazos para protegerle pero ¿Protegerle de qué? ¿De hacer un nuevo amigo? ¿Que se relacionen dos animales de la misma especie?

Lo que debemos hacer para socializar adecuadamente a nuestra mascota es presentarle a otros perros equilibrados pero dejando que entre ellos se comuniquen. Es perfectamente normal que, si un cachorro se abalanza sobre un perro adulto, éste gruña o le de un revolcón porque es muy molesto, y esa experiencia le servirá al cachorro para ir con más cuidado la próxima vez.

¿Se puede socializar a perros adultos?

Los perros adultos también pueden habituarse a las nuevas experiencias, aunque normalmente les lleva más tiempo. Existen muchos casos de mascotas que no han sido socializadas correctamente y muestran miedo y agresividad hacia personas o perros. La mayoría de estos animales han permanecido aislados durante su infancia o sus dueños no han sabido ayudarles a hacer amigos, pero se puede arreglar.

En estos casos, lo mejor es dejarse asesorar por un profesional del comportamiento canino. No es muy difícil de solucionar, pero es necesario que un educador canino explique a los dueños como deben actuar en cada momento con su perro.

El mayor problema que nos podemos encontrar con los perros adultos insociables es que además de manifestar timidez o ansiedad, pueden mostrar agresividad hacia personas o perros desconocidos. Quizá por miedo o por autodefensa pero, si no se soluciona, puede acarrear muchos problemas de convivencia.

Para corregir este problema primero hay que identificar la causa de su falta de sociabilidad y a partir de ahí, trabajar con el animal. Si conseguimos que haga un amigo perruno o que se lleve bien con una persona desconocida ya hemos ganado mucho: el perro puede generalizar que ni todos los perros extraños ni todas las personas desconocidas son una amenaza. Con tiempo y paciencia cualquier perro puede ser un amigo sociable. Se trata de empezar de nuevo, como si fuera un cachorro, pero hay que procurar eliminar los prejuicios que pueda tener el perro.

Cuantas más experiencias haya acumulado un perro durante su crecimiento, más se fortalecerá su carácter y si estas experiencias son positivas, más rápido hará amigos perrunos y humanos. En el caso de la insociabilidad de perros adultos, aunque cueste más, puede solucionarse con paciencia y cariño y sobre todo, buenas experiencias.

Javier R. Batallé