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EL CONFINAMIENTO Y LOS PERROS ACTIVOS

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Estamos viviendo una situación excepcional que esta trastocando la vida de familias enteras y también la rutina de las mascotas. Aunque el estado de alarma permite pasear a los perros tres veces al día para que puedan hacer sus necesidades, muchos de nuestros canes no pueden desfogarse lo suficiente y sobre todo, los perros de mayor tamaño y de razas muy activas, lo están pasando muy mal por la reducción del ejercicio necesario para tener una mascota calmada en casa. Como consecuencia de ello, muchos perros descargan toda su frustración en el interior del hogar, desahogandose con un exceso de actividad o incluso manifestando conductas destructivas para paliar su ansiedad.

¿Qué podemos hacer al respecto? La verdad es que no gran cosa. Siempre he pensado que el mejor tratamiento para un problema de conducta canino es cansar al perro, que es lo que difícilmente podemos hacer en estas circunstancias. Pero hay una serie de cosas que podrían ayudar un poco a que nuestro can esté más calmado en casa y la convivencia no llegue a convertirse en una pesadilla,

Hay que tener en cuenta que muchas razas de perros, como las cazadoras o las pastoras como el border collie, por ejemplo, son razas de trabajo que necesitan una mayor actividad física y mental que un Yorkshire o un caniche, por ejemplo. Y ya que tenemos limitada la actividad física, tenemos que trabajar sobre todo la actividad mental de estos perros.

Mucha gente piensa que un border collie por ejemplo ha de correr mucho y así cansarse. Es cierto, pero un perro pastor no está corriendo detrás de las ovejas continuamente. También hay largos periodos de tiempo en que está tumbado vigilando, eso sí, sin perder de vista el rebaño. Su actividad mental es tan importante como la física. Por eso debemos inventarnos trabajos, juegos y otras formas de entretenerles en casa. 

Los juegos interactivos para perros son unas buenas herramientas que nos ayudarán a estimular la mente del perro y cansarlo lo suficiente para que llegue al estado de calma que necesitamos.

¿Y cuál es el sentido canino con el que más disfruta un perro? Con el olfato.  Y por ello es recomendable los juegos olfativos, como por ejemplo repartir pistas olorosas por la casa, o montarles una especie de gincama con obstáculos que tenga que superar para conseguir su premio.

Además existen algunos artículos y objetos que nos pueden ayudar en esta misión.

Los juguetes rellenables tipo Kong: Son juguetes de goma o plástico muy resistentes y huecos, que permiten rellenarlos con golosinas o comida. Para un perro, estar ocupado es muy importante, y la comida que se oculta, al ser difícil de extraer, hace que el animal pase mucho tiempo intentando atraparla. La gran ventaja de estos juguetes es que son muy seguros y que se pueden rellenar con comida diferente cada vez. Yo aconsejo como relleno, los típicos quesitos blandos triangulares que se venden en cajas, ya que se pueden untar en el interior del juguete y les resulta más costoso conseguir comérselo, por lo que el juego tendrá una mayor duración. Los Kong son de muchas formas, y rebotan y ruedan de forma diferente a una pelota, por lo que atraen mucho más la atención del animal. También existen los cubos dosificadores con  varios compartimentos donde podemos introducir comida. 

Las alfombras olfativas: Son un tipo de alfombras con largos flecos donde podemos esconder o esparcir los premios entre ellos, para que queden escondidos y el perro tenga que buscarlos utilizando su olfato.

Los juegos de olfato plantean a los perros nuevos retos y les motivan a enfocar todo su interés en oler. Con estos ejercicios conseguiremos que se cansen mentalmente se calmen, y se sientan bien por el buen trabajo realizado. El uso del olfato está muy relacionado con el desarrollo del autocontrol y la gestión de las emociones.

Es aconsejable utilizar estos juegos y juguetes sobre todo en casos de “emergencia”. Si los usamos demasiado, los perros dejarán de prestarle interés. Como a los niños, a nuestras mascotas les atraen más las cosas nuevas.

Otras pautas de conducta que debemos realizar son el reforzamiento de los comportamientos tranquilos. No debemos dirigirnos al perro solo cuando haga algo indeseable o demasiado excitable. Habrá momentos en que el perro esté más o menos tranquilo, y es cuando es importante que le hagamos ver que eso es lo que queremos. También es muy importante que si hay niños pequeños en casa, éstos respeten las horas de sueño del perro. Un animal que es despertado continuamente, sobre todo en la fase de sueño profundo suele desencadenar estados de ansiedad y estrés. Debemos implantar un horario de juego con el perro, igual que tiene un horario de salidas.

Escribir sobre este tema es complicado, ya que las limitaciones del confinamiento son un escollo difícil de superar. Pero ya que por lo menos, en estas circunstancia, algunos tenemos algo más de tiempo, debemos de cargarnos de paciencia e intentar inventar juegos que no exciten demasiado al perro activo y estimule su mente.

Javier R. Batallé

EL GOLPE DE CALOR

Los perros son muy buenos para mantener el calor corporal pero muy malos para deshacerse de él.

El golpe de calor es un accidente que desgraciadamente ocurre con mucha frecuencia en la época estival y generalmente es provocado inconscientemente por los mismos propietarios de sus mascotas. La típica frase “es sólo un momento, lo dejamos en el coche y volvemos enseguida” cuando las temperaturas son muy altas puede provocar la muerte de nuestro mejor amigo.

La temperatura corporal del perro oscila entre los 38,5 y 39 grados. Si el cuerpo de nuestra mascota llega a superar los 42 grados o menos pero con un nivel de humedad alto, se produce el fatal golpe de calor. El animal sufre la pérdida de glucosa y sales minerales, y un aumento del ritmo cardíaco y la frecuencia respiratoria. Esta situación puede llegar a causar una muerte fulminante. Los síntomas más visibles cuando se produce un golpe de calor son jadeo exagerado, tambaleo, negativa a moverse y temblores musculares.

Hay que evitar que este accidente ocurra porque la consecuencia suele ser fatal, y la prevención es la mejor forma para que no se produzca. Algunas medidas que debemos tomar cuando hace mucho calor son las siguientes:

- ¿Quién no ha dicho al intentar entrar en su coche después de dejarlo aparcado bajo el sol “Aquí no hay quien se meta”? Es imposible entrar, parece un horno, y debemos esperar unos minutos con las puertas abiertas hasta que se enfríe un poco. Pero el perro podría estar ahí, y si lo hubiéramos dejado, seguramente hubiera ocurrido el fatal desenlace. Nunca debemos dejar al perro confinado en un lugar cerrado y sin ventilación. Dentro del coche -aunque sea con las ventanillas semi bajadas-, en menos de 15 minutos la temperatura en su interior puede alcanzar los 50 grados y provocar la muerte del animal por un ataque de calor.

- Los parkings cerrados y las bodegas de los barcos también son muy peligrosos. Aunque podamos pensar que al estar cubiertos, no les da el sol, la acumulación de humedad y calor en estos lugares es muy importante.

- Los cachorros y los perros de edad avanzada son más propensos a sufrir un shock. Los primeros por tener el sistema inmunológico inmaduro, y los animales mayores al no poder mantener una temperatura corporal adecuada con la misma facilidad que un perro joven.

- No dar largos paseos bajo el sol con los perros. Adecuar los horarios de paseo con juego y ejercicio a primera hora de la mañana y última de la tarde. Algunos perros no son conscientes que han de parar de vez en cuando a descansar tras un periodo de ejercicio. Debemos detener el juego si vemos que jadea demasiado o hace mucho calor para seguir haciendo ejercicio.

- Los perros de manto negro, absorben más calor que los perros de piel o pelaje claro, y sufren más cuando están expuestos al sol.

- Si el perro lleva bozal, éste debe ser lo suficientemente amplio para que pueda sacar la lengua.

En el caso que se produzca un golpe de calor debemos actuar rápidamente, Estos serían los pasos a seguir:

1.- Intentar bajar la temperatura corporal del animal llevándolo a un sitio fresco y aplicar frío en las zonas más sensibles como la cabeza, cuello, inglés y axilas.

2.- Mojar al perro con agua no demasiado fría y humedecer su boca sin obligar a que beba.

3.- Llevar al perro con urgencia al veterinario.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé

Posted on March 31, 2020 .

EL MACHO ALFA EN EL ADIESTRAMIENTO CANINO

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“Establecen su posición jerárquica mediante combates. Posteriormente bastará con amenazas y actitudes para que los "súbditos" recuerden el liderazgo y evitar inútiles enfrentamientos. El mando absoluto lo ostenta un macho que normalmente es el que más batallas ha librado y mejores resultados ha obtenido.”

Félix Rodríguez de la Fuente

La cuestión de la dominancia social, la jerarquía social y la posición alfa de un individuo en un grupo ha creado, últimamente, muchos debates y controversias.

Para muchos, no existe este tipo de dominancia y el macho alfa no existe. Según sus argumentos, lo que realmente ocurre es que los miembros de la familia son los que muestran posturas sumisas al dominante de forma voluntaria, para evitar conflictos. Por lo tanto, la jerarquía en un grupo social animal es inexistente.

Ni estoy de acuerdo, ni comparto estas ideas. Porque de quien quiero escribir es del líder de la manada humana, de su macho alfa, el dominante, tirano, ignorante, injusto, desequilibrado emocionalmente, envidioso y con complejos de inferioridad: el macho alfa que me encuentro una de cada tres veces que voy a tratar a un perro con supuestos problemas de comportamiento.

Estoy hablando del macho alfa humano injusto al que le molesta terriblemente que otro macho humano llegue a su territorio y vea que su perro le hace más caso que a él, el macho que no quiere ni necesita un adiestrador, y dice que a su perro lo tiene controlado, que son cosas de su mujer.

Estoy hablando del macho alfa humano que le dice a su pareja que se ocupe ella del perro, que si quiere que su perro no tenga problemas de comportamiento llame ella a un educador, porque él, no tiene ningún problema.

Estoy hablando del maleducado y cobarde macho alfa humano lleno de inseguridades que ni saluda cuando llega a su casa al verme trabajar con su perro y se esconde.

Estoy hablando del ignorante macho alfa que, cuando ve que su perro mejora su comportamiento, solo con paciencia y aprendizaje para comunicarse con él, decide dejar el adiestramiento.

Estoy hablando del macho alfa con complejos de inferioridad que no soporta que otra persona consiga lo que él no ha conseguido nunca: que su perro le quiera.

También estoy hablando del macho alfa envidioso y controlador que me recibe en la primera visita para tratar al perro y mientras estoy con el pobre animal y me comunico con él, su dueño manifiesta los siguientes síntomas:

  • Generalmente estará sentado, con los brazos en cruz y mirando al suelo.

  • No apagará la televisión o la encenderá durante la conversación.

  • No preguntará nunca

  • Si su mujer o hijos, dan una opinión, la revocará inmediatamente.

  • Dirá que nunca ha tenido ningún problema con su perro.

  • Siempre echará la culpa a su mujer, sus niños o al perro. Nunca él.

Y sobre todo, el sonido típico que todo macho alfa humano emite cuando intentas demostrarle que la violencia no es la solución para un problema, por ejemplo de agresividad:

Si me muerde a mi le pego para abajo y lo reviento ¡Vamos! Porque le tengo cariño, que si no…” o, “Le doy una patada y asunto arreglado. Lo que pasa es que estos le consienten todo”.

¿Y si hablamos de castración a un perro macho para tratar un problema de comportamiento?

En esa cuestión no hay argumentos que valgan. El macho alfa humano dirá que eso es antinatural, que a su perro no lo castra nadie. Generalmente, cuando dan sus opiniones sobre el tema, que no duran más que unos segundos, puedo ver que se tocan sus órganos genitales. Supongo que para ver si aún están ahí, no sea que un maldito adiestrador canino con mucha rapidez se los haya extirpado.

Últimamente me he encontrado con varios casos de este tipo, incluso inimaginablemente peores y por eso quiero escribirlo. He visto casos de maltrato psicológico al perro por parte del macho alfa que creo y me preocupa que puedan derivarse hacia el resto de la familia.

Una de las premisas para tratar cualquier comportamiento del perro es que estén presentes todos los miembros de la familia durante la primera visita para evaluar el problema, y también en las sesiones posteriores del tratamiento o adiestramiento. Sin embargo, es casi siempre la mujer la que se pone en contacto conmigo para solicitar mis servicios y el marido, si aparece en algún momento, lo hace de forma esporádica, emitiendo algún gruñido o intentando de forma muy torpe que el perro se acerque a él, para así demostrar su dominancia.

Durante los 21 años de mi profesión, puedo asegurar que muchos adiestramientos y tratamientos de conducta de perros han fracasado por culpa de la intervención del macho alfa humano en el adiestramiento. Y eso duele. Porque se que podrían solucionar los problemas de su perro, para que sea más feliz, para que pueda convivir en paz. Pero eso al macho alfa no le interesa. El macho alfa quiere llevar el control.

La psicología define a la dominancia como una necesidad de ser importante, de influir y manejar el ambiente. Los perros y los lobos son animales jerárquicos. Entre ellos existe la dominancia y la sumisión, pero son justos, inteligentes, equilibrados emocionalmente, no tienen complejos de inferioridad y no son envidiosos.

Los perros no necesitan usar la fuerza para demostrar su liderazgo y todos los comportamientos dentro de la manada van encaminados a evitar cualquier enfrentamiento y conseguir una buena convivencia. El macho alfa humano solo cree en la violencia para dominar al subordinado.

Los machos alfa humanos que he descrito tienen esa necesidad de sentirse importantes, pero nunca lo serán, querrán influir y manejar a su antojo a los demás y quizá lo consigan, pero nunca conseguirán que un animal tan noble e inteligente como un perro los respete o quiera.

Mi enhorabuena a todos mis clientes que no pertenecen a la especie a la que me he referido en este escrito. Con ellos da gusto trabajar y, gracias a ellos, el adiestramiento o el tratamiento de problemas de conducta de sus perros siempre ha sido un éxito.

Javier R. Batallé

Posted on November 19, 2019 .

100 LADRIDOS, 100 RAZONES

Publicado en Pelo Pico Pata nº 89 - Marzo 2013

Todos los perros ladran y aunque algunos lo hacen con más asiduidad que otros, casi siempre el ladrido de un perro se convierte en una molestia para la convivencia diaria. Y una de las razones principales es que muchas veces no comprendemos la causa y el significado del ladrido. Pero siempre nos quieren decir algo.

Los lobos, antepasados de todos los perros, apenas ladran. Sólo recurren al ladrido para señalar un peligro y llamar la atención a los otros miembros de la manada. Casi siempre es un ladrido sencillo, corto y único, y provoca que los cachorros corran a refugiarse y los adultos se reúnan para investigar la procedencia del desorden.

Y aunque parezca irónico, uno de los argumentos para la domesticación del perro era que los perros ladradores podían ser muy útiles: advertían de la presencia de extraños y de presas de caza y alejaba a los intrusos. De hecho, los ladridos eran tan importantes que las personas empezaron a seleccionar genéticamente los canes más ladradores. Además, gracias a la domesticación, todos los perros mantienen una conducta infantil con respecto a su antepasado el lobo, y esto ha hecho que ladren más. 

¿TIENE EL LADRIDO ALGÚN SIGNIFICADO?

Ladrar es una de las maneras que tienen los perros de expresar un amplio repertorio de emociones. Y seguramente es la que mejor podemos entender, ya que si nosotros nos comunicamos con el lenguaje sonoro, nuestras mascotas han aprendido que para comunicarse con nosotros, expresar sonidos como ladridos, gruñidos o gemidos es lo más adecuado.

Los perros ladran principalmente para invitar a jugar, para avisar, y para llamar la atención. Pero existen muchas otras razones. El ladrido del perro, además de servir como una forma de comunicar, es sobre todo la expresión de una emoción, similar al grito de una persona, y puede tener un significado diferente dependiendo del contexto.

Al contrario de lo que piensa mucha gente, los ladridos nos son palabras en idioma perruno. Cuando asociamos a los perros características humanas, a veces pensamos que los ladridos de nuestra mascota significan frases completas como “¡Que viene alguien!” “¡Peligro, un extraño se acerca!” “¡No me dejéis solo, por favor!”, etc.

No es así. Es cierto que los perros cuando ladran quieren transmitirnos algo, pero los ladridos no conllevan ningún significado específico. La única traducción que podría asemejarse a un ladrido serían las expresiones: “¡Eh!” “¡Oh!” y “¡Ah!

Dependiendo del contexto en que el animal ladre y sin olvidarnos de las otras señales visuales como las expresiones faciales y corporales, podemos adivinar cual es la intención del ladrido de nuestro perro.

LADRIDOS DISTINTOS PARA CAUSAS DISTINTAS

El ladrido territorial o de guarda
Todos los perros son territoriales y ladran para defender su territorio de intrusos, sean perros o personas, por lo tanto, es bastante normal que un perro ladre más cuando se encuentra en casa que cuando está lejos de ella. El ladrido territorial siempre es un ladrido fuerte, continuo y repetitivo. Puede comenzar en un tono agudo que se va convirtiendo en más grave según se acerque el extraño, mostrando a la vez signos de conducta agresiva. Esta conducta es muy frecuente en los perros que pasan gran parte del tiempo detrás de una valla o una verja, ya que creen que al ladrar, asustan a los posibles intrusos, que en la mayoría de los casos sólo son personas o perros que pasan por delante y se alejan, continuando su camino.

El ladrido de aviso
Los perros también utilizan los ladridos como una alerta. El ladrido de aviso es un ladrido grave y espaciado y el perro lo utiliza cuando detecta algo y no está seguro de cómo reaccionar. Es una manera para informar a quien ronde por la zona que ha sido descubierto y de anunciar su propia presencia sin comprometerse. Los ladridos de guarda siempre van dirigidos a dos receptores diferentes: al intruso, y a su manada (los dueños en el perro), para avisarles.

Ladrido de aislamiento
Cuando un perro se queda solo y sufre ansiedad por la separación de sus dueños, ladra de manera nerviosa, casi compulsiva y a un volumen alto. A veces, el ladrido se convierte en una especie de aullido y frecuentemente se van intercalando gemidos. Es un ladrido muy lastimero y por lo tanto muy fácil de conocer su significado.

Ladrido de frustración
El ladrido que el perro emite cuando está frustrado no hay que confundirlo con el de aislamiento, aunque en los dos casos existe frustración. Es un ladrido muy parecido al de aviso, pero más agudo y no muy repetitivo. El perro puede ladrar por frustración en muchas circunstancias; por ejemplo: si mantenemos una pelota que le guste mucho en la mano sin tirársela, o no le damos algo de sabrosa comida que solemos darle, o lo dejamos encerrado en un lugar donde puede vernos pero no le dejamos entrar. En todos estos casos, el perro acabará ladrando por frustración.

Ladrido de aburrimiento y ladrido neurótico
Es un ladrido caracterizado por una forma de ladrar rítmica, constante y siempre en el mismo tono. Este tipo de ladrido se suele dar en perros faltos de estímulos mentales, poco socializados y que no cubren sus necesidades diarias de hacer ejercicio. Es típico de perros que pasan mucho tiempo encerrados y solos, o incluso atados en el jardín.

Ladrido por miedo
Un perro con miedo puede emitir un ladrido corto y muy agudo a la vez que se retira hacia atrás. Es un ladrido potencialmente peligroso pues tiene connotaciones amenazantes y agresivas . El perro lo emite con la intención de que lo que le representa una amenaza se aleje de él.

Ladrido para jugar
Los ladridos de juego son de alta frecuencia. El perro invita al juego ladrando de forma repetitiva y aguda, casi siempre con la ayuda de la típica posición corporal de invitación al juego: patas delanteras estiradas, manteniendo levantados sus cuartos traseros. La diferencia con el ladrido de aislamiento es que es un sonido más alegre y excitado y siempre va dirigido a otro perro o persona.

Ladrido para llamar la atención
Es el tipo de ladrido más frecuente y, muchas veces es inconscientemente reforzado por el propietario. Es el modo que tiene el perro de decirnos que quiere conseguir algo y que lo quiere ya, con prontitud. Por ejemplo: que le abran la puerta para entrar o salir de algún sitio, conseguir un juguete, comer, etc. Suele ser un ladrido agudo, muy repetitivo e insistente. Su intención es sobre todo que le hagamos caso y como muchas veces nos llega a desesperar, consigue su propósito. Es así como se convierte en un comportamiento aprendido y reforzado por un “adiestramiento inconsciente”. Es muy habitual que esta conducta se haga cada vez más frecuente e intensa.

Ladrido contagioso
Todos los perros ladran cuando oyen a otros perros ladrar. El ladrido es contagioso y una de las consecuencias del “adiestramiento inconsciente” para que el perro ladre es que a veces provocamos también de manera no intencionada que nuestro perro ladre más, a más volumen y con más intensidad. Esto ocurre cuando, ya hartos del ladrido del perro para llamar la atención, alzamos la voz con expresiones como “¡Calla!”, “¡Silencio!”, “¡Basta!”, etc. Para el perro, esos gritos son como ladridos, y se suma a ellos en una especie de excitada competencia por saber quien ladra más fuerte.

“PERRO QUE LADRA NO MUERDE”

Generalmente se piensa que el ladrido representa una amenaza, y mucha gente tiene miedo a los perros que ladran. Pero si hay un perro que tiene la posibilidad de atacarnos y sigue ladrando mientras se nos acerca significa que no quiere acometer, sino que sólo intenta que nos alejemos de él.

Si es verdad que el ladrido puede ser un gesto agresivo y desafiante -sobre todo el ladrido territorial- pero no siempre es así. Cuando un perro muestra agresividad la muestra con otras actitudes, como puede ser una posición corporal ofensiva, y, sobre todo, casi siempre va precedido de un gruñido.

De todos modos, hay que tener cuidado con un perro que ladra y no tiene la posibilidad de huir. Todos los perros, cuando se ven en un conflicto, sólo ven dos posibilidades: huir o atacar. Un perro que está atado y ladra puede estar estresado y al no poder huir puede llegar a agredir.

PERROS LADRADORES, PERROS SILENCIOSOS

Hay algunas razas de perros más propensas a los ladridos que otras, y esto es debido a la selección genética que el hombre ha efectuado en ellas.

Las razas más ladradoras son los perros que habitualmente se utilizaban como perros de jauría en la caza (basset, beagle, bloodhound). En algunos sabuesos para rastro se seleccionaban perros que rastrearan en silencio y empezaran a ladrar cuando se encontraran cerca de la presa.  Además, en estos perros se premiaba sobre todo un ladrido muy sonoro e intenso para poderlo captar a largas distancias.

Los terriers y otros perros utilizados para la caza de alimañas, también han sido seleccionados por su ladrido. En razas como el fox terrier, el Jack Russell y el teckel por ejemplo, la más pequeña excitación les provoca un ladrido que durante la caza servía para que el cazador supiese donde cavar para encontrar la posible presa bajo tierra.

Entre las razas más silenciosas están los perros más primitivos, como el husky siberiano, el chow chow, el alaskan malamute o el akita. Es muy probable que la causa de que estos perros no ladren con asiduidad sea por su mayor cercanía al lobo. No es ninguna coincidencia que estos perros no estén entre los más utilizados para la guarda y vigilancia.

CUANDO PERRO VIEJO LADRA, DA CONSEJO

En algunos casos, perros de edad avanzada comienzan a ladrar más frecuentemente sin causa aparente. Es muy probable que estos animales, al tener disminuida su visión o su audición, se sientan más inseguros y se vean sorprendidos por personas y otros perros que no reconocen con la misma facilidad que antes. En estos casos es normal que su reacción pueda incluir unos ladridos para comprobar si es contestado y así sentirse más seguro. Además, muchas veces, los perros ladran porque se dan cuenta de cosas que nosotros pasamos por alto. Debemos tener en cuenta que su olfato y su oído están mucho más desarrollado que el nuestro y puede que oigan y huelan cosas que nosotros no podemos percibir.

El ladrido de un perro no es un defecto. Es una forma de expresión que debemos aprender a interpretar y actuar en consecuencia. Escuchar a nuestro perro hará que lo comprendamos mejor, porque el perro siempre tiene algo que decir.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé

“MONÓLOGO DE UN PERRO” - ANTONIO GALA

Yo no creo haber hecho nada malo esta mañana...

Me parecieron todos muy nerviosos. Iban y venían por los pasillos, esquivándose unos a otros.

Ella le gritaba a la madre de él, y los dos niños, con las manos llenas de cosas, entraban en el dormitorio de los padres, que yo tengo prohibido.

La pequeña –la más amiga mía- chocó contra mí dos o tres veces. Yo le buscaba los ojos, porque es la mejor manera que tengo de entenderlos: los ojos y las manos. El resto del cuerpo ellos lo saben dominar y, si se lo proponen, pueden engañarte y engañarse entre sí; pero las manos y los ojos, no.

Sin embargo, esta mañana mi pequeña ni me quería mirar. Sólo después de ir detrás de ella mucho tiempo, en aquel vaivén desacostumbrado, me dijo: “Drake , no me pongas nerviosa. ¿No ves que no vamos de veraneo, y están los equipajes sin hacer?” Pero no me tocó ni me miro. Yo, para no molestar, me fui a mi rincón, me eché encima de mi manta y me hice el dormido.

También a mi me ilusionaba el viaje. Les había oído hablar días del mar y de la montaña. No sabía con certeza qué habían elegido; pero comprendo que, en las vacaciones – y más en estas, que son mas largas que las otras dos- mi pequeña podrá estar todo el día conmigo. Y lo pasaremos muy bien, estemos donde estemos, siempre que sea juntos...

Tardaron tres horas en iniciar la marcha. Fueron bajando las maletas al coche, los paquetes, la comida- que olía a gloria- y los envoltorios del último momento. Yo necesitaba correr de arriba abajo por la escalera pero me aguanté. Cuando fueron a cerrar la puerta, eché de menos mi manta. Entré en su busca; me senté sobre ella; pero él me llamó muy enfadado. –

“¡Drake, venga! “ - , y no tuve mas remedio que seguirlo.

Mientras bajaba, caí en la cuenta de que, en el lugar al que fuéramos, habría otra manta. Ellos siempre tienen razón. Los tres mayores, mi pequeña, su hermano y yo...

Era difícil caber en aquel coche, tan cargado de bultos; pero estábamos bien, tan apretados todos.

Yo me acurruqué en la parte de atrás, bajo los pies de los niños. La madre de él se sentó en un extremo, que suele ser su sitio, y todavía no se le habían olvidado las voces de ella, porque no decía nada; solo miraba las calles y las calles y la luz, que era muy fuerte, a través del cristal...

Los niños se peleaban con cualquier pretexto esta mañana; seguían muy nerviosos. Yo sufrí sus patadas con tranquilidad, porque sabía que no iban a durar y porque era el principio de las vacaciones.

Cuando, de pronto, el niño le dio un coscorrón a mi pequeña, yo le lamí en cambio las piernas con cariño; pero ella me dio un manotazo, como si la culpa hubiera sido mía. La miré para ver si sus ojos me decían lo contrario.

Ella, mi pequeña quiero decir, no me miraba. Fue cuando ya habíamos perdido de vista la ciudad. Él se echó a un lado y paró el coche. Los de delante daban voces los dos, no sé si porque discutían, o porque. La madre de él no decía nada; ya antes había empezado a decir algo, y ella le corto con muy malos modales.

Tampoco los niños decían nada.....

Él bajó del coche y cerro de un portazo; le dio la vuelta; abrió la puerta del lado de los niños, y me agarró por el collar.

Yo no entendí. Quizá quería que hiciese pis, pero yo lo había hecho en un árbol mientras cargaba y disponía los bultos. Empujó con violencia la puerta, y volvió a sentarse al volante.

Oí el ruido del motor.

Alcé las manos hacia la ventanilla; me apoyé en el cristal, detrás de él vi la cara de mi pequeña con los ojos muy redondos; le temblaban los labios...

Arrancó el coche, y yo caí de bruces.

Corrí tras él, porque no se daban cuenta de que yo no estaba dentro; pero aceleró tanto que tuve que detenerme cuando ya el corazón se me salía por la boca...

Me aparté, porque otro coche, en dirección contraria, casi me arrolla.

Me eché a un lado, a esperar y a mirar, porque estoy seguro de que volverán por mí...

Tanto miraba en la dirección de los desaparecidos que me distraje y un coche negro no pudo evitar atropellarme...

No ha sido mucho: un golpe seco que me tiró a la cuneta.....

Aquí estoy.

No me puedo mover. Primero porque espero que vuelvan a este mismo sitio en el que me dejaron; segundo, porque no consigo menear esta pata. Quizá el golpe del coche negro aquél no fue tan poca cosa como creí........

Me duele la pata hasta cuando me la lamo.

Me duele todo.....

Pronto vendrá mi pequeña y me acariciará y me mirará a los ojos. Los ojos y las manos de mi pequeña, nunca serán capaces de engañarme.

Aquí estaré... Si tuviese siquiera un poco de agua. Hace tanto calor y tengo tanto sueño...
No me puedo dormir. Tengo que estar despierto cuando lleguen...

Me siento más solo que nadie en este mundo... Aquí estaré hasta que me recojan.

APOLO. MI PRIMER ALUMNO.

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Hoy es diez de Octubre y cuando me he despertado y he visto qué día es, he estado preguntándome de qué me suena esa fecha. Y a lo largo de la mañana lo he recordado. Ese día, hace más de dos décadas, tuve mi primer alumno. Se llamaba Apolo, un rottweiler con problemas de agresividad.

El caso era difícil, muy difícil. Quien me contrató era una mujer de avanzada edad que tenía un hijo con problemas de esquizofrenia, que se juntaba con grupos de chavales de ideología punk y deseaba que su perro fuera lo más agresivo y temerario del mundo. Como suele ocurrir, al final era su madre quien tenía que ocuparse de pasearlo y cuidarlo. Su hijo me pidió en una ocasión si podía enseñar a su perro a atacar a la gente y a otros perros, que si no, ese perro no le servía para nada.

Ese diez de Octubre, cuando fui a visitar a Apolo, fue el día que tomé una de las decisiones más importantes de mi vida. Pero os describo la escena de ese día al llegar a su casa:

Me recibe la madre y me cuenta el problema. Un psiquiatra con pocas luces había recomendado que lo mejor para tratar la esquizofrenia de su hijo era comprarle un perro (aunque no le dijo que tipo de perro, que él eligiera). Por lo tanto el chico decidió un rottweiler, aunque aún no era considerada una raza potencialmente peligrosa (consideración de unos zotes e ignorantes que se dedican a decretar leyes sin saber), no era un perro adecuado para él.

Mi clienta me llevó a una habitación, el dormitorio de su hijo, donde el perro estaba gruñendo y destrozando las sabanas y comiéndose literalmente la cama. Al abrir la puerta se lanzó hacia mi con toda la agresividad que puedo recordar. Después de que pudiésemos cerrar la puerta, le pedí a mi clienta que necesitaba que le pusiese el bozal, el collar y la correa, y que a partir de ahí, ya me ocupaba yo. Esa fue mi primera gran decisión. Era mi primer alumno, y pensé: si me quiero dedicar a esto…¡A por todas!

Me lo llevé a la calle. Dentro del ascensor, cuando bajábamos, se puso a dos patas intentando morderme la cara con una furia descontrolada. Por suerte llevaba el bozal. En la calle se calmó algo, pero rodamos por el suelo un par de veces, dando un espectáculo dantesco por una de las calles de Barcelona más transitadas. Pero no podía abandonar.

Al final, más por cansancio que por terapia, nos sentamos en un banco y le hablé, le acaricié, me comunique con gestos, con su idioma. Fue en ese momento en el que si que tome la decisión de ser educador canino, adiestrador y perrólogo. Porque vi en Apolo una mirada que nunca sabré describir con exactitud, pero era la mirada de alguien que sufría y que pedía ayuda.

Al cabo de cuatro días, observé los ojos de Apolo y decidí quitarle el bozal, con miedo, pero sabía que era necesario. Me lo pedía. Y lo primero que hizo fue darme un lametazo, acercarse más a mi y con un pequeño gruñido me dijo: GRACIAS.

No pude curar al chico, no es mi trabajo. Pero conseguí que su madre pudiera pasear a Apolo con total tranquilidad, y sobre todo, que no hiciera ni caso a su hijo. Pero eso ya fue decisión de Apolo.

Tres años después, estaba trabajando por la Gran Vía de Barcelona y, de repente oí un tremendo ruido de botellas y vasos cayendo en el suelo, y vi a un grupo de unos seis punks abalanzándose hacia mi con un rottweiler a la cabeza. Era Apolo. Estaba atado a la mesa de la terraza de un bar y al verme me reconoció y se lanzó a saludarme y a comerme a lametazos.

Muchas gracias Apolo. Mi primer perro. El que me ayudo a que ayudará a otros perros.

La foto no es de Apolo, pero me recuerda a él. En aquellos tiempos no existía el móvil y hacer fotos era más complicado.

Posted on October 10, 2018 .