DESARROLLO PSICOLÓGICO DEL CACHORRO

Publicado en animalia nº 221 - Diciembre 2009

El desarrollo psicológico del cachorro es un proceso muy importante por la influencia en el comportamiento del perro adulto. Desde su nacimiento, el perro desarrolla una serie de conductas influenciadas por los estímulos que recibe en cada momento y en cada etapa de su vida. Las relaciones de las crías con su madre y sus hermanos son fundamentales en la evolución posterior del perro.

El perro pertenece a una especie altricial, como los humanos y la mayoría de animales carnívoros, lo que significa que nace en un estado sensorial y motor atrasado. Los cachorros nacen ciegos, sordos y con una movilidad muy reducida. Dependen totalmente de su madre, encargada de alimentarlos, limpiarlos, darles calor y estimularlos para que hagan sus necesidades.

El desarrollo gradual, tanto físico como psíquico, de las especies altriciales provoca una   infancia más larga, y, en consecuencia, un comportamiento más moldeable y una capacidad de aprendizaje mayor que las especies precociales (la mayoría de los herbívoros), que pueden ver, oír y moverse casi como un animal adulto en cuanto llegan al mundo.

Los cambios de conducta que se producen en la infancia de un perro pueden dividirse en cuatro etapas: la neonatal, la de transición, la de socialización y la juvenil. Todas y cada una de ellas de gran importancia para su futuro comportamiento adulto.

LA ETAPA NEONATAL
El período neonatal abarca desde el nacimiento del cachorro hasta aproximadamente las tres semanas de vida. En este momento los únicos sentidos funcionales del cachorro son el olfato, el tacto y el gusto. Los ojos suelen abrirse a partir de los once días, aunque la vista no será operativa hasta una semana más tarde, y emperá a oír hacia el final de este período.

La capacidad de movimiento del cachorro es prácticamente nula y lo único que puede hacer es arrastrarse, empujando su cuerpo con sus patas delanteras para llegar a los pezones de su madre para alimentarse. Hasta los quince días sus extremidades no podrán aguantar su peso para ponerse de pie.

Durante este período las únicas actividades que un cachorro puede hacer de forma independiente son mamar y dormir con un sueño del tipo REM (Rapid Eye Movement), en el que aparecen temblores y movimientos reflejos. En cuanto a sus necesidades fisiológicas, debe ser la madre quien las estimule, lamiendo la zona perineal.  

LA ETAPA DE TRANSICIÓN
Después de la tercera semana de vida, cuando los sentidos del oído y la vista empiezan a ser funcionales, y la capacidad motora del cachorro le permite moverse con mayor facilidad, empezerá a alejarse de su madre y explorar el entorno, se desarrolla el período de transición, cuya duración es de unos diez días.

En esta fase son las crías que buscan el contacto materno y no al revés, como ocurría en la fase anterior. Los cachorros empiezan a identificar a sus congéneres y a relacionarse entre ellos, Duermen menos tiempo y aparece el sueño de onda lenta. Micción y defecación ya son voluntarias, por lo que no necesitan la estimulación de la madre.

A partir de ahora, el entorno tendrá una influencia cada vez mayor. Está comprobado que la manipulación de los cachorros (cogerlos y acariciarlos) de forma delicada tiene efectos muy positivos sobre su capacidad de aprendizaje y sus emociones. Se socializan mejor, aprenden más rápido y su respuesta a estímulos desconocidos se afianza.

LA ETAPA DE SOCIALIZACIÓN
El periodo de socialización es trascendental para el perro, ya que el aprendizaje adquiere una importancia decisiva gracias al proceso denominado impronta o periodo sensible, en el que el entorno tiene un efecto irrevocable, extendiéndose desde el primer mes de vida -en plena etapa de transición- hasta los tres o cuatro meses de edad. Durante este tiempo, cualquier estímulo del ambiente influye de manera extraordinaria en la conducta del perro.

Los cachorros se alejan más tiempo de la madre para explorar el entorno y el juego entre ellos ocupa casi la mitad de su tiempo. Mediante el juego los cachorros aprenden a utilizar y entender algunos signos de comunicación congénitos, como las posturas de dominancia, subordinación y la invitación a jugar. Además, gracias al comportamiento lúdico en la camada, se adquiere el aprendizaje de la inhibición del mordisco. El cachorro aprende que si durante el juego muerde demasiado fuerte, su hermano lo parará inmediatamente y se acabará la diversión.

Al ser mucho más activos, los cachorros también aprenden ciertas normas caninas maternas. A partir del mes y medio, la madre empieza a alejarse de los cachorros que quieren seguir mamando, iniciándose el destete, y les gruñe y muestra los dientes si se ponen muy pesados intentando mamar. Es así como empiezan a conocer el las prohibiciones.

El destete llega con la aparición de los primeros dientes, muy afilados. Los cachorros ya pueden empezar a comer alimentos sólidos, y se entablan las primeras luchas (principalmente simuladas) por el alimento y también por la posesión de algunos objetos. Es entonces cuando se establece un primer, aunque no definitivo, orden jerárquico.

A partir de los dos meses y medio, el comportamiento de eliminación del cachorro se dirige hacia zonas específicas, a una distancia prudencial de la zona donde duerme y se alimenta. La necesidad de eliminación suele ocurrir al despertarse, después de comer y tras una sesión de juego, y es precedida por un olfateo del lugar.

En esta etapa es el momento de habituar al perro a una gran variedad de estímulos. Hay que tener en cuenta que la socialización con las personas se efectúa, en gran medida, mediante la visión del individuo, por lo tanto, es necesario habituar al animal tanto a niños como a adultos.

Los animales que han sufrido aislamiento o una mala socialización durante este tiempo tienen una tendencia más alta a desarrollar futuros problemas de conducta como la preferencia social hacia otra especie (generalmente la humana), agresividad hacia otros perros, ansiedad o miedo.

LA ETAPA JUVENIL
En esta fase se establece el comportamiento jerárquico entre los perros, pero también con las personas. Instintos que no habían aparecido hasta ahora, como el sexual, el territorial y el depredador, empiezan a madurar y perfeccionarse gracias a la experiencia. Las luchas jerarquizadas entre machos dominantes pueden ser habituales y la agresividad territorial, por posesión de recursos, por competencia sexual, por miedo, o por dominancia, pueden aparecer de forma más aguda. Es por ello que los animales con tendencias dominantes necesitan ser educados para evitar futuros conflictos de relación.

El período juvenil termina en la pubertad, cuando los órganos sexuales del perro están completamente desarrollados, lo que suele ocurrir a partir de los seis meses, aunque algunos perros no son sexualmente activos hasta el año o incluso más tarde.

Controlar adecuadamente al perro desde su más tierna infancia, sobre todo en el período de socialización, y empezar a educarlo tempranamente (a partir de los tres meses) es muy importante para que el perro, llegado a la edad adulta, se convierta en un animal equilibrado, sin problemas psicológicos y conductuales.

¿CUÁNDO ADOPTAR UN CACHORRO?
El momento más adecuado para adoptar un cachorro es entre los dos meses y medio y los tres meses de vida, cuando el perro ya ha podido relacionarse con sus hermanos y algunas personas, además de haber explorado su entorno más cercano.

Los perros separados de su madre y de la camada demasiado temprano tienen tendencia a crecer nerviosos, tímidos, y muy dependientes de sus dueños, ya que no han completado adecuadamente el periodo de socialización. Esto puede provocar que futuras relaciones con otros perros puedan verse afectadas.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé