PONER LAS REGLAS DEL JUEGO CON EL PERRO

Publicado en Pelo Pico Pata nº 97 - Noviembre 2013

La mayoría de los animales, sobre todo los mamíferos, son muy juguetones durante su infancia pero con el paso del tiempo la tendencia al juego suele disminuir. No es el caso de los perros. A las personas y a nuestras mascotas caninas nos gusta jugar durante toda la vida. Pero no siempre nos gustan los mismos juegos.

¿CÓMO JUEGA EL PERRO?
El juego en el perro es una reproducción ficticia de algunas de sus conductas instintivas, sobre todo el comportamiento de caza: buscar, acechar, abalanzarse, perseguir, sujetar y sacudir.

Todas estas conductas podemos observarlas claramente en cualquier parque en el que se encuentran sueltos dos perros amigos. Por ejemplo: nuestra mascota ve a un perro conocido y se tumba acechando. De repente, sale disparado y se abalanza sobre él, su amigo sale corriendo y empieza una persecución, quizá con una pelota o un palo en la boca. Si alcanza al otro perro, puede que intente derribarle empujando o mordiéndole las patas traseras; y si se están con un juguete como una cuerda anudada o algo similar es muy posible que tiren de ella con fuerza y sacudiendo.

Pero ¿cómo saben los perros que todos estos comportamientos son parte del juego y no una disputa agresiva o un ataque depredador de otro can?

Todos los perros tienen una señal de invitación al juego. Es un gesto muy típico que todos hemos visto sobre todo en los cachorros. Y no sólo la expresan a los otros miembros de su especie, sino que también a nosotros. Esta señal corporal se manifiesta de la siguiente manera: el perro se inclina ante el compañero con el que quiere jugar, estira las las patas delanteras y, con la boca abierta y relajada a ras de suelo y el trasero arriba, mueve la cola con expresión divertida.

Es una posición que indica al otro sujeto, sea perro o persona que a partir de ese momento, toda lo que viene a continuación no va en serio y entonces, puede empezar el juego por muy brusco que parezca.

En el caso de los perros que ya se conocen y son compañeros de juego habituales, generalmente recurren a una señal muy reducida del ritual de invitación al juego. Es casi inapreciable. La familiaridad entre los dos animales permite esta variante poco formal.

Jugando a cazar
Jugar a cazar es lo que más les gusta a los perros y en este juego habitualmente existen ensayos de conducta depredadora. En cualquier parque con perros sueltos podemos ver como algunos canes juegan a perseguirse e incluso intercambian el papel de perseguidor a perseguido. Aunque generalmente el que hace el papel de depredador es el perro con más instinto cazador, no es extraño observar a un caniche persiguiendo a un pastor alemán.

Además, todos los perros tienen conciencia de la fortaleza y debilidad de sus compañeros de juego. Si un perro grande golpea sin querer a uno pequeño con fuerza y lo revuelca, el perro de mayor tamaño suele “pedir disculpas” iniciando de nuevo la expresión de invitación al juego.

Los perros grandes bien socializados saben controlar sus impulsos cuando juegan con perros pequeños y saben reprimirse en sus saltos y empujones hacia el compañero de juego. Incluso algunos se dejan caer al suelo para que los más pequeños se abalancen sobre ellos. Y cuando se trata de un juego entre perros adultos y cachorros, los de mayor edad suelen adaptarse al estilo de juego de los cachorritos.

EL JUEGO CON PERSONAS
Estos juegos derivados del instinto de caza pueden ser muy divertidos para nuestras mascotas, pero ¿Qué pasa cuando juegan con nosotros?

Esta claro que los juguetes favoritos de los perros son los que les recuerdan a una presa y activan su conducta de caza. Por ejemplo: la pelota que le lanzamos y va votando o corriendo a gran velocidad a ras del suelo, la cuerda anudada con la que solemos jugar al tira y afloja, el frisbee o disco volador que “imita” el vuelo de un pájaro, el juguete de goma que pita cuando lo aprietas emitiendo un sonido agudo parecido al de una presa herida o asustada...

Con todos estos juguetes que proporcionamos a nuestra mascota, conseguimos que el juego sea ameno, que el perro desgaste su energía acumulada y creamos un mejor vínculo con él. Pero a veces, durante el juego el perro quiere imponer sus propias reglas y ya no es tan divertido. Es frecuente que nuestra mascota no quiera devolvernos la pelota, que juegue demasiado bruscamente al "tira y afloja", que no pare de ladrar para que le tiremos la pelota o que se le escape algún mordisco sin intención, pero igualmente doloroso.

Cuidado con los niños
Los niños están acostumbrados a jugar con los perros de forma similar a como lo hacen con otros niños. Les encanta perseguir a su mascota y que ésta les persiga, agarrar a su compañero de juego o intentar quitarle la pelota por la fuerza.

Por desgracia, esta forma de juego ha ocasionado varios accidentes. Hay que tener en cuenta que la mayoría de mordiscos hacia niños por parte de los perros son en la cara, y esto es debido a que el rostro es lo más accesible para los canes: está justo a su altura.

También hay que enseñar a los niños cómo jugar con el perro. El acto de intentar coger la pelota o un juguete que el animal lleve en la boca es muy peligroso. Aunque nuestro perro sea un cachorro muy tranquilo, el juego de intentar quitarle la presa puede derivar en un mordisco no intencionado.

Juegos peligrosos
Las personas y los perros compartimos distintas maneras de jugar. Tanto a los perros como a nosotros nos encanta jugar juntos con una pelota, estirar una cuerda y otros tipo de juegos bruscos y de gran actividad física, pero a los canes además, también les gusta jugar a revolcarse por el suelo, enzarzarse en una lucha ficticia, morder las patas de su amigo perseguido, etc. Todos estos comportamientos, aunque muy lúdicos para nuestros amigos perrunos pueden llegar a ser peligrosos para las personas, y sobre todo para los niños.

Las personas apresamos con las manos, mientras que los perros lo hacen con la boca. Cuando los niños juegan a luchar no muerden cuando se atacan. Se sujetan los brazos, las piernas o el cuerpo sin morder.  Pero los perros si lo hacen. Además, al igual que los niños juegan a la lucha en el recreo y a veces se les va la mano en mitad del juego, a los perros les pasa lo mismo. Pueden empezar a jugar bruscamente y lastimarse sin querer por culpa de un mordisco fuera de lugar o un empujón mal dado.

Tanto los perros como los niños sienten una gran excitación cuando se encuentran en un juego muy bullicioso y el patio de recreo de los niños o el parque de los perros puede convertirse en un lugar de pelea en cualquier momento.

CÓMO PONER LAS REGLAS DEL JUEGO
Para evitar posibles accidentes en el juego con nuestra mascota debemos tener en cuenta una serie de cosas:

La importancia de la educación de la madre
La conducta de juego del perro aparece alrededor del primer mes de vida. Durante esta etapa el cachorro aprende a jugar con sus hermanos, a explorar el entorno y a comunicarse, lo que es muy importante para su posterior desarrollo. Una madre canina equilibrada facilita a sus cachorros una educación básica y unas normas sociales para facilitar la convivencia con otros perros.

El destete provoca un aprendizaje social muy importante. Es la primera vez en la vida que al cachorro se le lleva la contraria.

A las cuatro o cinco semanas, la madre de los cachorros empieza a alejarse de estos. Cómo éstos se han vuelto más activos, juguetones y quieren seguir mamando, la madre les gruñe para que le dejen en paz. Les enseña a controlar la mordida, a parar el juego y a controlarse. Además, durante el juego con sus hermanos de camada, los cachorros aprenden algo muy importante: la intensidad de la mordida en el juego. Cuando un cachorro muerde a otro demasiado fuerte, éste inmediatamente deja de jugar. Es así como el provocador va aprendiendo los limites del juego. La próxima vez morderá más flojo si quiere seguir jugando.

Cuando el cachorro llega a casa con dos o tres meses de edad lo único que debemos hacer es facilitar su adaptación a ésta y continuar el trabajo de su madre enseñándole a jugar.

El control del juego
Es muy importante que seamos nosotros los que impongamos las reglas del juego. Si no es así, será nuestra mascota quien decidirá el modo de jugar y no será tan divertido. Las dos normas básicas que debemos aplicar son:

  • Si en algún momento el perro se muestra violento o muerde con más intensidad de la permitida hay que dejar de jugar inmediatamente y

  • No hay que permitir que nuestra mascota juegue con otros objetos que no sean sus juguetes.

Aplicando estas reglas podemos enseñar al perro a jugar de forma en que todos nos lo pasemos bien.

Jugando al tira y afloja
El juego de estirar y aflojar con una cuerda u otro objeto parecido puede ser para el perro un modo de medir la fuerza entre dos contendientes, por lo que debemos tener cuidado en controlar la intensidad con la que nuestra mascota se toma el reto. Es importante ganar la mayoría de las veces y sobre todo, si jugamos adecuadamente puede ayudarnos a poner las reglas del juego enseñándole cuando debe parar.

El “tira y afloja” es uno de los juegos favoritos de todos los perros: es generalmente el que más les excita, el que les hace segregar más adrenalina (por eso, incluso llegan a gruñir) y va muy bien para decargar energía acumulada y poder enseñarle las normas que queremos imponer en el juego. ¿Cómo le enseñamos?

Teniendo en cuenta que es una de las actividades que más le gustan, para parar el juego, lo único que debemos hacer es soltar el juguete a la orden de ¡Basta! o la que decidamos para terminar el juego e ignorarle inmediatamente. El perro seguramente nos seguirá, con la cuerda en la boca, empujándonos incluso. Pero no debemos hacerle caso. Sólo cuando la suelte, la volveremos a coger y continuaremos jugando. De este modo, el perro aprenderá que a una orden debe parar de jugar, aún cuando este muy excitado, y que no por ello se terminará el juego.

Jugando a tirar la pelota
¿Cuantas veces le hemos tirado la pelota al perro y no la devuelve?
Los perros son especialistas en mantenerse a la distancia suficiente para que no sea posible pillarlos, pero lo bastante cerca como para que sigamos jugando. Este comportamiento es muy habitual, ya que prefieren jugar al “corre que te pillo” o “a que no me la quitas”. El perro suele llegar hasta donde estamos y nos muestra muy contento su juguete, pero cuando nos acercamos a cogerlo, se aparta a una distancia prudencial. Para nosotros este juego es además de cansado, muy aburrido, pues nuestra mascota siempre será más rápida y ágil y muy difícilmente podremos quitarle el juguete.

Debemos enseñarle cómo nos gustaría jugar. La forma correcta de hacerlo es la siguiente:

  • Nunca acercar las manos hacia la cabeza o boca del perro: sólo conseguiríamos alejarle. El perro prefiere jugar al “corre que te pillo”.

  • Si queremos acariciarle por haber traído la pelota, sólo debemos hacerlo por los costados, sin acercarnos a su morro, que es lo que él pretende.

  • Podemos jugar con dos pelotas exactamente iguales. Después de lanzarle una, cuando la atrapa y vuelve hacia nosotros; al mostrarle la otra, el perro soltará la que tiene en la boca, le lanzaremos la nueva y reanudaremos el juego. Durante este juego tenemos la oportunidad de enseñarle al perro una serie de órdenes básicas. Por ejemplo, diríamos “busca” cuando le lanzamos la pelota, “coge” en el momento en que la agarra, “ven” cuando le mostramos la otra y viene hacia nosotros y “suelta”, cuando vemos que va a soltar la que lleva en la boca para que le tiremos la otra. Es importante que las dos pelotas sean prácticamente iguales, ya que si no es así, el perro siempre tendrá una favorita que puede negarse a soltar.

  • También podemos intercambiar la pelota por una sabrosa galleta, enseñándole la orden “suelta” al tiempo en que deja caer el juguete.

Con el juego se consiguen muchas cosas: el perro aprende sobre su propia fuerza y debilidad con respecto a otros perros y personas. El juego influye de forma positiva en el desarrollo de su personalidad, crea un mejor vínculo con sus dueños y descarga su carga instintiva que muchas veces está reprimida por la vida en la ciudad. Pero para evitar accidentes y malentendidos con nuestra mascota debemos poner nosotros las reglas. Es el único modo para que todos nos lo pasemos igual de bien.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé