PERROS DETECTORES DE CHINCHES

Publicado en Mallorca Diario VIP

No todos los perros son animales de compañía. Muchos de ellos son utilizados para ayudar en diversos trabajos como por ejemplo, los perros pastores, los de caza, lo perros lazarillos y los perros de los cuerpos de seguridad y de salvamento cuya función es la de detectar drogas, explosivos, o personas desaparecidas en catástrofes. Pero también hay canes que pueden ayudar a resolver un problema muy común: son los perros detectores de plagas.

Existen perros entrenados para localizar una gran variedad de insectos que pueden convertirse en plagas, como por ejemplo las polillas, las termitas, y sobre todo los chinches de cama.

Los chinches de cama son unos diminutos insectos de medio centímetro en estado adulto, de forma aplanada, que se ubican en las camas, los colchones, los somieres y en las cabeceras, donde esperan a que alguien esté durmiendo para actuar y alimentarse en la noche. Sus picaduras son bastante molestas.

Los perros detectores son muy útiles para localizar los chinches de la cama, ya que utilizan el olfato en lugar de la visión. Estos perros bien entrenados son capaces de inspeccionar diez habitaciones en una hora sin mover los muebles y es por eso que su servicio está cada vez más demandado por los grandes hoteles, centros hospitalarios, guarderías, cines y medios de transporte. La ventaja de estos perros frente a los exterminadores es que identifican los huevos de los insectos, por lo que se puede poner freno a su reproducción antes de que se conviertan en plaga.

El entrenamiento de estos animales para que logren un alto nivel de precisión, exige que sean capaces de diferenciar las chinches de otras plagas y los factores ambientales que se encuentran comúnmente en el entorno, tales como hormigas, cucarachas, termitas y moho. Además, deben ser capaces de diferenciar chinches vivas y huevos viables a partir de los desechos de chinches (heces, pieles de muda y chinches de cama muertos), ya que la presencia de restos de chinches no necesariamente indica una infestación viva.

La dinámica es la misma que se utiliza en la detección de drogas o sistemas parecidos, al perro se le adiestra para que reconozca el olor específico de las chinches y los resultados son buenos, ya que prácticamente tiene una efectividad del 98 %.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé

Posted on September 18, 2018 .

RUFIO & LEONARDO DICAPRIO

En estas fotos podemos ver al genial actor con su mascota Rufio y otros perros de la raza bulldog francés de la que siempre ha tenido predilección. Pero además, DiCaprio también es un gran defensor de los derechos de los animales.

Leonardo DiCaprio es uno de los famosos que más se preocupan en apoyar a organizaciones e iniciativas dedicadas a asegurar un futuro sostenible para nuestro planeta. Siempre comprometido con la ecología, participa en varias organizaciones como WWF, el Consejo de Defensa de Recursos Naturales (NRDC), Global Green de EE.UU. y el Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW).

En 1998, creó la Fundación Leonardo DiCaprio y dedica la mitad de su página web a las noticias y contenido del medio ambiente y ahora está construyendo sus canales de RRSS en un esfuerzo por llegar al público de forma más directa.

Ultimamente, DiCaprio está intentando comprar los derechos de la adaptación al cine de la historia de la loba alfa O.Six (llamada así por su año de nacimiento, 2006), basada en la novela “American Wolf” escrita por Nate Blakeslee.

O-Six fue una loba alfa que cautivó a la comunidad científica y turística cuando fue descubierta en el Parque Nacional de Yellowstone. Su asesinato, tras ser alcanzada por varios disparos de un cazador en el año 2012 a las afueras del parque, conmovió a gran parte de los defensores de los animales. El autor de la novela fue quien consiguió dar con el cazador que acabó con la vida de esta loba. Pero éste aún permanece en el anonimato.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé

Posted on September 4, 2018 .

SOCIALIZAR AL PERRO: HACIENDO AMIGOS

E2XDG0V9RVav8L1nQ7YnRg_thumb_f94.jpg

Todos queremos que nuestra mascota se lleve bien con otros perros, con las personas y que no tenga miedo a nuevas experiencias, pero no siempre es así. Algunos perros muestran conductas problemáticas como ansiedad, miedo o agresividad que, en muchas ocasiones tienen una causa común: una inadecuada socialización.

El periodo más sensible: la impronta

Las experiencias y las relaciones que pueda tener un perro durante su infancia afectan de un modo decisivo en su futuro desarrollo y en su comportamiento. Pero hay un periodo de tiempo determinado de socialización (también llamado impronta o imprinting), durante el cual, el ambiente tiene un efecto muy intenso y duradero. Todo lo que aprenda o experimente el cachorro en esa etapa no lo olvidará nunca, sobre todo si han sido experiencias traumáticas. Este periodo de socialización comprende desde las tres a las 12 semanas de vida y es cuando el cachorro descubre realmente el mundo que le rodea.

La impronta en el perro ocurre entre la tercera y la duodécima semana de vida del cachorro, siendo su periodo más critico entre la quinta y la octava semana. Posteriormente, las experiencias que viva nuestra mascota también le afectaran de modo importante, pero no de forma casi irreversible como ocurre en el periodo sensible. Es importante conocer esto porque hay que cuidar mucho la forma en que el cachorro experimenta los nuevos estímulos que va descubriendo en el día a día. Por ejemplo, si durante su infancia es mordido o atacado por otro perro, puede que a partir de ese momento se convierta en un cachorro miedoso o, ya de adulto, muestre agresividad hacia otros perros. Pasa lo mismo con las personas. Es muy importante que conozca todo tipo de personas: mujeres, niños, personas mayores, y procurar que sus primeros contactos con ellas sean todos lo más agradable posible.

La vida social de un bebé perro.

Lo normal es que durante los dos o tres primeros meses de vida, el cachorro sólo conozca a su madre, sus hermanos y poco más. Está en un entorno seguro, con su familia canina, pero de repente -generalmente a los tres meses -, lo sacamos de su ambiente y lo llevamos a nuestro hogar. Con la mejor intención, lo cogemos en brazos, le hablamos en un idioma desconocido para él y lo trasladamos a un entorno totalmente desconocido: nuestra casa. ¿Os imagináis si nos pasará a nosotros?

Probablemente, el veterinario nos habrá recomendado (y con razón) no sacarle de casa hasta que le hayan aplicado todas las vacunas para que no pueda infectarse de ningún virus. Durante varios días, lo más habitual es que nuestra mascota viva en nuestro hogar relacionandose con nosotros y con nadie más. En este tiempo, para él cachorro sólo existirá nuestra familia y su entorno. Todas sus experiencias se basarán en eso. Pero podemos hacer algo más.

Lo desconocido provoca miedo

Para el perro, visualmente, son muy diferentes un perro, una persona mayor, un joven o un niño. También los sonidos de la ciudad, el trafico, los ruidos de las típicas obras y otras cosas a las que nosotros ya nos hemos habituado, son estímulos con lo que se va a encontrar nuestra mascota en distintos momentos de su vida.

Los perros discriminan y guardan en su “disco duro” los diferentes entornos, sonidos y olores que pueda apreciar para luego reconocerlos, analizarlos y actuar en consecuencia. Pero si solo conoce los estímulos de su hogar, las personas que son su familia y los sonidos y olores que existen en su ambiente, puede ocurrir que cuando comience a salir a la calle todo lo desconocido que vea, huela u oiga le puedan asustar. Y lo que no se conoce puede causar miedo y estrés. Hay que tener en cuenta que todos los animales evitan lo desconocido y si es necesario, se muestran agresivos hacia algo que pueda parecer una amenaza, para alejarla.

El aislamiento o la falta de experiencias con otros perros y/o personas puede hacer que nuestra mascota se convierta en un animal insociable con los consiguientes problemas de conducta, pero también debemos tener en cuenta el ambiente, ya que en ocasiones, el perro puede asociar un estimulo que le asusta con la presencia o cercanía de otro animal o persona. Por ejemplo: si mientras está saludando a una persona, de repente suena un petardo cerca que le asuste, puede asociar la acción de saludar con el terrible ruido que ha explotado a sus pies. Y si durante la primera salida al parque para jugar con otros amigos perrunos, están haciendo obras con el consiguiente ruido que eso produce, puede que cada vez que se acerque al parque se muestre ansioso y todos los elementos que hay en él lugar los vea como una amenaza, incluso al relacionarse con otros perros del parque.

¿Cómo conseguir el mejor amigo de las personas?

Aunque hay que hacer caso a nuestro veterinario y para evitar contagios no debemos pasear con el cachorro hasta que no tenga todas las vacunas, es importante llevarlo en brazos de vez en cuando a la calle para que vea gente nueva cada día. Así se acostumbrará a los nuevos olores y sonidos e intentaremos que cuando se acerque alguien a saludar a esa preciosa “bolita de pelo”, trataremos que lo haga con suavidad y sin asustarlo.

La socialización con las personas depende sobre todo de estímulos visuales, por lo tanto hay que tener en cuenta que la imagen de un niño es muy diferente a la de un adulto, la de una mujer de un hombre e, incluso la visión de una persona con uniforme o llevando un casco o una gorra, también son distintos a los ojos de un perro. Es importante que nuestra mascota tenga contacto con todo tipo de gente y que las interacciones sean siempre lo más positivas posibles. Y sobre todo hay que prestar atención a la relación con los niños.

Los niños, desde el punto de vista del perro son como pertenecientes a una especie distinta: se mueven más rápido e impulsivamente, hablan distinto y con una voz más aguda, gritan, hacen aspavientos y siempre llevan algo en la mano o tienden a coger lo primero que encuentran. Y aunque lo hacen con la mejor intención, su forma de saludar a un perro es casi agresiva. El cachorro puede interpretar todos estos gestos como una amenaza. Además, los niños no huelen como los adultos y para cualquier cachorro inexperto es difícil identificarlos como cachorros humanos.

Los primeros contactos de nuestro cachorro con personas adultas o niños ha de ser siempre agradables, sin sustos ni malentendidos. Por eso es importante que el acercamiento sea muy tranquilo. La mejor forma de hacerlo es dejando que sea el perro el que inicie la relación. Un truco que utilizo mucho en la calle cuando llevo a un perro tímido o miedoso y se acerca un niño a saludarle es el siguiente: antes de que se acerque de forma impetuosa, le digo al niño que el perro sabe hacer el truco de dar la pata y que si se agacha y le tiende la mano con una galleta, lo podrá ver. De esta manera, es el perro el que decide si se acerca o no. Alzar la mano y bajarla hasta su cabeza para acariciar, el perro puede verlo como un ataque frontal y desde arriba.

También es importante que en los primeros paseos con nuestra mascota intentemos llevarlo por lugares tranquilos y no muy transitados para, progresivamente, introducirlo en sitios más concurridos. No es una buena idea llevar a un cachorro en su primera salida a la salida de un colegio.

Las personas mayores también son algo diferentes para los perros. Porque sus gestos son más pausados, su forma de caminar es distinta y algunos ancianos llevan bastón, un objeto que al perro puede parecerle una extensión muy rara del brazo de un humano.

Si estamos un poco atentos a las interacciones de nuestro cachorro con todo tipo de personas y además le proporcionamos un gran número de buenas experiencias con ellas, tendremos a un verdadero “amigo del hombre”.

Haciendo amigos perrunos

La socialización entre perros, al ser de la misma especie y por lo tanto sin problemas para comunicarse, debería ser más fácil. Pero a veces, inconscientemente lo complicamos.

Todos los perros tienen un protocolo de señales para saludar a otro perro sin que haya ningún peligro de pelea. Cuando nuestro cachorro se encuentra con un perro adulto pueden ocurrir tres cosas: que se lance a saludarle de forma muy efusiva y tirando de la correa, que recule asustado por la presencia del mismo -quizá tras un gruñido-, o que se saluden de manera perruna: se olisqueen mutuamente el trasero para conocerse para después interactuar, o que uno ignore al otro.

En todos los casos debemos saber ayudar a nuestro perro a que haga amigos y la mejor forma de hacerlo es no intervenir demasiado. Los perros saben comunicarse entre ellos y que hacer en cada momento y es raro que haya un conflicto si no existe una variante: nuestra actitud.

Por ejemplo, cuando algunos dueños de perros pasean con su cachorro y ven a otro perro adulto, a veces intentan evitar el acercamiento y se muestran nerviosas por lo que pueda ocurrir. Suelen coger el cachorro en brazos para protegerle pero ¿Protegerle de qué? ¿De hacer un nuevo amigo? ¿Que se relacionen dos animales de la misma especie?

Lo que debemos hacer para socializar adecuadamente a nuestra mascota es presentarle a otros perros equilibrados pero dejando que entre ellos se comuniquen. Es perfectamente normal que, si un cachorro se abalanza sobre un perro adulto, éste gruña o le de un revolcón porque es muy molesto, y esa experiencia le servirá al cachorro para ir con más cuidado la próxima vez.

¿Se puede socializar a perros adultos?

Los perros adultos también pueden habituarse a las nuevas experiencias, aunque normalmente les lleva más tiempo. Existen muchos casos de mascotas que no han sido socializadas correctamente y muestran miedo y agresividad hacia personas o perros. La mayoría de estos animales han permanecido aislados durante su infancia o sus dueños no han sabido ayudarles a hacer amigos, pero se puede arreglar.

En estos casos, lo mejor es dejarse asesorar por un profesional del comportamiento canino. No es muy difícil de solucionar, pero es necesario que un educador canino explique a los dueños como deben actuar en cada momento con su perro.

El mayor problema que nos podemos encontrar con los perros adultos insociables es que además de manifestar timidez o ansiedad, pueden mostrar agresividad hacia personas o perros desconocidos. Quizá por miedo o por autodefensa pero, si no se soluciona, puede acarrear muchos problemas de convivencia.

Para corregir este problema primero hay que identificar la causa de su falta de sociabilidad y a partir de ahí, trabajar con el animal. Si conseguimos que haga un amigo perruno o que se lleve bien con una persona desconocida ya hemos ganado mucho: el perro puede generalizar que ni todos los perros extraños ni todas las personas desconocidas son una amenaza. Con tiempo y paciencia cualquier perro puede ser un amigo sociable. Se trata de empezar de nuevo, como si fuera un cachorro, pero hay que procurar eliminar los prejuicios que pueda tener el perro.

Cuantas más experiencias haya acumulado un perro durante su crecimiento, más se fortalecerá su carácter y si estas experiencias son positivas, más rápido hará amigos perrunos y humanos. En el caso de la insociabilidad de perros adultos, aunque cueste más, puede solucionarse con paciencia y cariño y sobre todo, buenas experiencias.

Javier R. Batallé

GRUPOS SANGUÍNEOS DE PERROS Y GATOS

Publicado en Mallorca Diario VIP

Las diferencias entre nuestras mascotas y humanos son evidentes. También en lo que se refiere a la sangre. Mientras el sistema de grupos sanguíneos de los humanos se clasifica en A, B, O, positivos y negativos, los perros y gatos tienen otros tipos de grupos.

Como las personas, los perros también cuentan con un sistema propio para clasificar su sangre: el DEA (Dog Erythrocyte antigen o antígenos de los eritrocitos del perro). Los grupos sanguíneos de los perros son: DEA 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8.

El primer grupo sanguíneo (DEA 1) es el más frecuente entre los perros. Cerca del 50 % de los perros pertenecen a este grupo. Pero las diferencias de la sangre canina y la humana no acaba aquí. Otra importante distinción es que los cachorros de perro no nacen con anticuerpos capaces de destruir otros glóbulos rojos distintos a los suyos. Y aunque está carencia pueda parecer una limitación, tiene la ventaja de que los perros que reciben sangre de otro can es muy difícil que puedan llegar a rechazarla o tener una reacción adversa. Este tipo de reacciones incompatibles sí ocurren en las personas e incluso en los gatos desde su nacimiento.

Sin embargo, el sistema inmunitario de un perro, en cuatro o cinco días aproximadamente, aprende a responder ante la presencia de sangre ajena no compatible. Por todo ello, en caso de que un perro necesitara una segunda transfusión, habría que recurrir, exclusivamente, a la sangre de un perro donante que sí fuera compatible.

A diferencia de los perros, en los gatos existen tres grupos sanguíneos: el tipo A, tipo B y el tipo AB. El primer grupo (A) es el más habitual en la mayoría de felinos domésticos. En general, el 98% pertenece a este grupo. Menos frecuente son del tipo B (1,7%), y raramente del AB (0,1%). Pero además hay algunas variaciones en los grupos sanguíneos según las distintas zonas geográficas y también si son gatos de raza o son gatos domésticos de pelo corto y/o de pelo largo. Los de raza presentan el grupo B con mayor frecuencia, por ejemplo los gatos de raza persa lo presentan en un 20%.

En España hay cinco grandes bancos de sangre veterinarios: el Hospital Veterinario de la Universidad Complutense de Madrid, el del Hospital Veterinario de la Universidad Autónoma de Barcelona, el Banco de Sangre Canina de Valencia, el Centro de Transfusión Veterinario de Madrid y el Hospital Veterinario del Maresme.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé

Posted on July 3, 2018 .

"UNA SUPERVIVIENTE" - ARTURO PÉREZ-REVERTE

Sherlock estaba solo, como les conté alguna vez. Melancólico como Humphrey Bogart en Casablanca. Añorando, aunque no las hubiera conocido en persona, las aventuras de caza y pelea que llevaba en su memoria genética. Así que resolvimos buscarle compañera de su misma raza. Se encargó mi hija, telefoneando aquí y allá. Al fin dio con alguien que tenía un ejemplar hembra. «El problema es que nadie la quiere porque tiene un defecto en la mandíbula -dijo el dueño-. Me he desprendido de sus hermanos, y sólo queda ella». Cuando mi hija colgó el teléfono estaba llorando. «Tenemos que quedarnos con ella absolutamente», dijo. Y fuimos a buscarla. Por el camino decidimos que se llamaría Rumba. Y llegamos.

Ahorraré comentarios sobre la mala impresión que me causó el que la tenía. Su antipatía e indiferencia. Rumba andaba por los cinco o seis meses y estaba metida en un cercado minúsculo: pequeña, sola, sucia y asustada. Una teckel de pelo rizado, que apenas la tocamos se hizo pipí encima, y que al poco vomitó pedazos de un pienso inadecuado, grueso como bellotas. Mi hija volvió a llorar, y yo estuve a punto -esas veces en que respiras fuerte y miras hacia otro lado-. La perra tenía, en efecto, una malformación en la mandíbula inferior que la alejaba de los cánones de belleza canina, y quienes buscan ejemplares perfectos habían pasado de ella. El dueño, también. No me atrevo a afirmar que le pegara, pero sí que la había tratado muy mal. Era una perra insegura, temerosa, que gimoteaba y lo ponía todo perdido ante la menor presencia humana. Era obvio que tenía malas experiencias de los hombres, fueran quienes fueran. Malos recuerdos. Y que de no encontrar alguien que la quisiera, habría acabado, en el mejor de los casos, sacrificada.

Pagué la perra -ante mi comentario sobre la posibilidad de un recibo, el fulano me miró como si yo fuera gilipollas-. Y Rumba vino a casa. Al principio, Sherlock le montó una bronca de teckel y muy señor mío. Al rato empezaron a llevarse bien. Pero con los humanos fue más difícil. Al menor ruido, a la menor palabra en alto, al menor movimiento o sombra que la asustase, Rumba daba un respingo y se apartaba con el rabo entre las piernas, temerosa, escondiéndose como si esperase un golpe. Eso me hizo pensar que habría recibido más de uno. Costó mucho tiempo, mucha paciencia y mucho amor darle cierta seguridad, hacer que nos aceptase tranquila. Sherlock se subía al sofá a ver la tele y ella se quedaba aparte, en un rincón, desconfiando de todo y de todos. Ni siquiera se atrevía a comer cuando estábamos allí. Al fin, poco a poco, al cabo de semanas, se fue acercando. Fue aceptando palabras y caricias. Atenuó sus recelos y sus miedos.

Han pasado dos años. Ahora Rumba, con su graciosa mandíbula inferior inexistente, es una perra feliz. Creo. La primera en buscar caricias, la más rápida acomodándose en el sofá. La que se tumba patas arriba en tu regazo para que le acaricies la tripa. A Sherlock, como perspicaz hembra que ella es, se lo trajina como quiere. Le hace putadas enormes, que el otro -una fiera corrupia cuando algo no le gusta- acepta, resignado y bonachón. Es, y tuve varios de estos bichos a lo largo de mi vida, la perra más rápida y lista que conocí jamás. Cuando Sherlock se pone metafísico y tarda en zamparse la comida, ella se desliza en su plato como en una incursión de comando, rápida y mortal, y se lo deja limpio. Por la calle, cuando salimos a pasear y él va a lo suyo, despistado, cabeza baja, husmeando rastros y rumiando nostalgias, ella va erguida y pizpireta, alta la cabeza, con trotecillo casi saltarín. Es la primera que lo ve todo, y ladra antes que nadie: el gato, el señor que pasea, el coche que se acerca. Una noche, un jabalí despistado estuvo mirándonos en la oscuridad sin que Sherlock se enterase de nada -miraba a todas partes con cara de panoli, preguntándose qué pasaba-, mientras que Rumba había localizado al verraco, poniéndose en guardia un minuto antes. Y, por supuesto, lista y rápida como es, dando un veloz rodeo para situarse exactamente detrás de nosotros. Por si acaso.

A veces, cuando duerme junto a Sherlock en el sofá mientras veo True Detective, y observo que abre un ojo a cada ruido, atenta a posibles peligros, pienso que Rumba me recuerda a una de esas mujeres maltratadas, que a fuerza de coraje e inteligencia salieron del pozo y ahora viven una vida digna y serena, sabiendo lo que eso vale. Sabiendo las pesadillas que dejaron atrás, sin olvidarlas nunca. Conscientes de lo que vale su felicidad y su libertad. Ya no me pillarán en otra con la guardia baja, parece decir con su actitud. Lo juro. Nadie. Nunca.

20/09/2014 Patente de Corso - perezreverte.com

Posted on June 26, 2018 .