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EL FINAL DEL CONFINAMIENTO Y LOS EFECTOS COLATERALES EN EL PERRO

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Todos estamos esperando con ansia el fin del confinamiento y la vuelta a la “normalidad”. Esa normalidad significará la vuelta al trabajo de muchos de nosotros, los niños al colegio y el perro volverá a quedarse solo en casa. Después de varias semanas conviviendo con nosotros las 24 horas, este cambio de rutina puede afectar de manera muy importante a nuestra mascota. Puede llegar a sufrir lo que se conocemos como el síndrome de la ansiedad por separación.

El perro es un animal extremadamente social. Necesita estar en compañía de otros perros y/o personas. Además, es un animal muy rutinario. 

La ansiedad por separación en el perro es un trastorno de conducta que puede ocurrirle a cualquier perro, sea de la raza que sea, aunque suelen ser más propensos los animales mayores y sobre todo los que demuestran un exagerado apego a sus dueños.

Después de una larga temporada en nuestra compañía, interactuando constantemente con nosotros, la vuelta a la rutina diaria provocará que el perro se quede solo en casa durante largas horas. Esto puede causar en nuestra mascota una sensación de abandono que deriva en estrés y depresión. Los síntomas más habituales de este trastorno son: vocalización excesiva (ladridos, gemidos), destrucción del hogar (coger y masticar objetos), orinarse y defecar dentro de casa, rascado de puertas y paredes e incluso dermatitis por lamido excesivo de las patas. Todos estos comportamientos son causados por el estrés producido por la excitación que produce al perro el creerse abandonado. 

Hay que tener en cuenta que muchas veces los síntomas antes descritos podemos confundirlos erróneamente con actos de venganza del perro por haberlo dejado solo. No es así. Nuestra mascota puede entrar en un espiral de pánico que debemos entender.

Cuando el perro se queda solo, el perro suele deambular por toda la casa buscando aquellos objetos que pueda tener al alcance y que desprenden más olor de su dueño para así sentirse reconfortado. Y hay que tener en cuenta que la manera habitual que tienen los perros para quitarse la tensión es masticar, ya que masticando segregan un tipo de hormonas llamadas endorfinas, que tienen un efecto calmante y apaciguador.

Cuando ladra, gime, aúlla, o rasca puertas y paredes, lo hace para llamar la atención y desahogarse. Además, la actividad nerviosa producida por el estrés acelera los procesos fisiológicos del animal, y en muchas ocasiones hay problemas de eliminación inadecuada. Sólo en casos realmente graves se da la auto-mutilación por exceso de lamido en patas e ijares.

La ansiedad por separación tiene un buen pronóstico siempre y cuando los dueños entiendan y acepten el problema. De esa manera podremos prevenir y actuar en consecuencia.

Como el proceso de “desescalada” del estado de alarma, por suerte o por desgracia, será largo, podemos empezar ya con unas pautas de conducta que pueden ayudarnos a que el cambio de rutina no sea tan terrible para nuestros mejor amigo.

Intentaremos que los últimos días de confinamiento sean lo más parecidos a la vida anterior al estado de alarma y habituarlo progresivamente a nuestras salidas y ausencias. Es recomendable que el animal empiece a pasar algunos ratos solo, por ejemplo, a la hora de la comida, que coma en una habitación solo, con la puerta cerrada. También deberíamos establecer unos horarios de paseo y juego acordes con lo que ocurrirá después del desconfinamiento. Si por ejemplo, antes de la pandemia, salíamos a a pasear con él, a unas horas fijas (antes de ir a trabajar, a la vuelta del colegio, por la noche antes de ir a dormir, por ejemplo) volvamos a esa rutina. 

El tratamiento conductual se basa sobre todo en unas pautas de conducta que debemos ejercer diariamente si sospechamos que nuestro perro padece un problema de ansiedad:

  1. Supresión del ritual de salida:  Debemos disminuir el nivel de excitación del perro en los preparativos de la marcha, - ruido de llaves, recogida de abrigos, cambio de zapatos, etc.- Cuando nos vayamos de casa, no nos despediremos de él. Nunca hay que darle importancia a la salida o llegada a casa. Tenemos que normalizarlo. Al irnos, debemos marcharnos como si solo bajáramos a la panadería de la esquina y volver. Y al regresar, tampoco saludarle hasta que no se calme.

  2. Realización de salidas esporádicas de pocos minutos varias veces al día por parte del dueño, y en ocasiones, preparar las llaves, el abrigo, etc, quedándonos en casa.

  3. Cuando nos vayamos dejaremos en la vivienda tanto estimulaciones luminosas como sonoras: Luz encendida, radio conectada, la televisión, etc. Se trata de dejar la casa lo más parecido a cuando estamos en ella.

  4. Supresión del ritual de llegada: El animal espera con ansia la llegada de su dueño. Sabe que va a recibir muchas caricias y estímulos. El ansia existente la canaliza de modo destructivo.

  5. Manifestar indiferencia total ante la presencia de gran emotividad, puesto que de no actuar de esta forma, premiará el comportamiento ansioso. Es importante tener en cuenta que, en general, los perros que reiteradamente demandan atención a sus dueños sólo la deben conseguir en sus momentos de calma y relajación.

  6. En cuanto podamos salir más a la calle, cansar al perro en el paseo anterior a nuestra ausencia lo más posible. El mejor tratamiento para la mayoría de los problema de conducta es cansar al perro. Un perro cansado no ladra, no muerde, no destroza cosas. 

  7. Dejarle juguetes para entretenerse, como huesos para masticar o juguetes tipo Kong, donde se puede colocar comida dentro de él para que se distraiga intentando sacarla. 

 Javier R. Batallé

Posted on May 4, 2020 .

EL CONFINAMIENTO Y LOS PERROS ACTIVOS

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Estamos viviendo una situación excepcional que esta trastocando la vida de familias enteras y también la rutina de las mascotas. Aunque el estado de alarma permite pasear a los perros tres veces al día para que puedan hacer sus necesidades, muchos de nuestros canes no pueden desfogarse lo suficiente y sobre todo, los perros de mayor tamaño y de razas muy activas, lo están pasando muy mal por la reducción del ejercicio necesario para tener una mascota calmada en casa. Como consecuencia de ello, muchos perros descargan toda su frustración en el interior del hogar, desahogandose con un exceso de actividad o incluso manifestando conductas destructivas para paliar su ansiedad.

¿Qué podemos hacer al respecto? La verdad es que no gran cosa. Siempre he pensado que el mejor tratamiento para un problema de conducta canino es cansar al perro, que es lo que difícilmente podemos hacer en estas circunstancias. Pero hay una serie de cosas que podrían ayudar un poco a que nuestro can esté más calmado en casa y la convivencia no llegue a convertirse en una pesadilla,

Hay que tener en cuenta que muchas razas de perros, como las cazadoras o las pastoras como el border collie, por ejemplo, son razas de trabajo que necesitan una mayor actividad física y mental que un Yorkshire o un caniche, por ejemplo. Y ya que tenemos limitada la actividad física, tenemos que trabajar sobre todo la actividad mental de estos perros.

Mucha gente piensa que un border collie por ejemplo ha de correr mucho y así cansarse. Es cierto, pero un perro pastor no está corriendo detrás de las ovejas continuamente. También hay largos periodos de tiempo en que está tumbado vigilando, eso sí, sin perder de vista el rebaño. Su actividad mental es tan importante como la física. Por eso debemos inventarnos trabajos, juegos y otras formas de entretenerles en casa. 

Los juegos interactivos para perros son unas buenas herramientas que nos ayudarán a estimular la mente del perro y cansarlo lo suficiente para que llegue al estado de calma que necesitamos.

¿Y cuál es el sentido canino con el que más disfruta un perro? Con el olfato.  Y por ello es recomendable los juegos olfativos, como por ejemplo repartir pistas olorosas por la casa, o montarles una especie de gincama con obstáculos que tenga que superar para conseguir su premio.

Además existen algunos artículos y objetos que nos pueden ayudar en esta misión.

Los juguetes rellenables tipo Kong: Son juguetes de goma o plástico muy resistentes y huecos, que permiten rellenarlos con golosinas o comida. Para un perro, estar ocupado es muy importante, y la comida que se oculta, al ser difícil de extraer, hace que el animal pase mucho tiempo intentando atraparla. La gran ventaja de estos juguetes es que son muy seguros y que se pueden rellenar con comida diferente cada vez. Yo aconsejo como relleno, los típicos quesitos blandos triangulares que se venden en cajas, ya que se pueden untar en el interior del juguete y les resulta más costoso conseguir comérselo, por lo que el juego tendrá una mayor duración. Los Kong son de muchas formas, y rebotan y ruedan de forma diferente a una pelota, por lo que atraen mucho más la atención del animal. También existen los cubos dosificadores con  varios compartimentos donde podemos introducir comida. 

Las alfombras olfativas: Son un tipo de alfombras con largos flecos donde podemos esconder o esparcir los premios entre ellos, para que queden escondidos y el perro tenga que buscarlos utilizando su olfato.

Los juegos de olfato plantean a los perros nuevos retos y les motivan a enfocar todo su interés en oler. Con estos ejercicios conseguiremos que se cansen mentalmente se calmen, y se sientan bien por el buen trabajo realizado. El uso del olfato está muy relacionado con el desarrollo del autocontrol y la gestión de las emociones.

Es aconsejable utilizar estos juegos y juguetes sobre todo en casos de “emergencia”. Si los usamos demasiado, los perros dejarán de prestarle interés. Como a los niños, a nuestras mascotas les atraen más las cosas nuevas.

Otras pautas de conducta que debemos realizar son el reforzamiento de los comportamientos tranquilos. No debemos dirigirnos al perro solo cuando haga algo indeseable o demasiado excitable. Habrá momentos en que el perro esté más o menos tranquilo, y es cuando es importante que le hagamos ver que eso es lo que queremos. También es muy importante que si hay niños pequeños en casa, éstos respeten las horas de sueño del perro. Un animal que es despertado continuamente, sobre todo en la fase de sueño profundo suele desencadenar estados de ansiedad y estrés. Debemos implantar un horario de juego con el perro, igual que tiene un horario de salidas.

Escribir sobre este tema es complicado, ya que las limitaciones del confinamiento son un escollo difícil de superar. Pero ya que por lo menos, en estas circunstancia, algunos tenemos algo más de tiempo, debemos de cargarnos de paciencia e intentar inventar juegos que no exciten demasiado al perro activo y estimule su mente.

Javier R. Batallé

CUANDO TU PERRO SE ENFADA

Publicado en Pelo Pico Pata nº 107 - Septiembre 2014

La conducta agresiva es el problema más común por el que los propietarios de un perro acuden a un etólogo o a un adiestrador y, para tratarla, es necesario conocer su causa.

Uno de los problemas de conducta que más me consultan los dueños de perros es el de la agresividad. Y con frecuencia la pregunta es la misma: “Mi perro es agresivo ¿Que puedo hacer?” Y la respuesta tampoco cambia: “Deberemos ver el porqué de ese comportamiento".

La agresividad no es una anomalía psíquica. En realidad no es un problema de conducta. Todos los animales pueden ser agresivos; los humanos también. La diferencia está en que, mientras las personas normalmente podemos controlarla de forma más efectiva, los animales no. La agresividad se convierte en un problema cuando el perro la manifiesta en un contexto inadecuado.

Pero algo muy importante que debemos saber es que la agresividad es sobre todo un síntoma de otro problema de conducta que muchas veces nos es difícil identificar. Todas los instintos del animal están diseñados para su supervivencia y bajo determinadas circunstancias, una gran parte de esas conductas innatas pueden manifestarse en forma de agresión.

Por ejemplo, si un perro es agresivo hacia sus dueños cuando intentan acariciarlo o le despiertan cuando duerme, el animal seguramente tiene un problema de dominancia, que puede haberse agravado al no establecer sus dueños una jerarquía estable en el entorno social en el que se mueve. O cuando un perro ladra a todos los perros y se muestra agresivo cuando paseamos por la calle, es probable que ese perro no haya tenido una socialización adecuada durante su infancia y vea a los otros canes como enemigos a los que evitar a toda costa. Para solucionar un problema de agresividad hay que arreglar la causa que la produce.

¿QUÉ ES LA AGRESIVIDAD?
Para los perros la agresividad es un comportamiento adaptativo que les ayuda a conseguir un objetivo. Por ejemplo, un perro puede tener como objetivo mantener la distancia entre él y algo o alguien que le asusta o que le irrita. Si se muestra agresivo hacia el estímulo que quiere evitar y le sale bien, esta conducta tenderá a repetirse en posteriores ocasiones.

La agresividad, al igual que cualquier otra manifestación de conducta, no surge porque si. Generalmente es consecuencia de varios factores. Entre ellos, habría que destacar el entorno del animal, la relación con sus dueños y otros perros, acontecimientos traumáticos ocurridos en el pasado, el nivel de estrés, un aprendizaje inadecuado, miedo, comportamientos instintivos super desarrollados y, en todos ellos tienen mucho que ver los factores genéticos. Pero con esto no debemos arriesgarnos a decir taxativamente que existen razas con más tendencia a la agresión.

Por encima de todo está el individuo canino. Un perro de raza pitbull no tiene porque ser un perro agresivo, aunque si que es cierto que pertenece a una raza con predisposición a ser más agresiva que otra. Y lo más importante: al ser un perro de una gran potencia física, el daño que es capaz de ocasionar en un episodio agresivo es mayor al que puede ejercer un caniche, por ejemplo.

Según el famoso etólogo Konrad Lorenz: “La agresión forma parte del comportamiento en todos los animales, incluido el ser humano, cuyo comportamiento agresivo es uno de los más trascendentales aspectos de su conducta y uno de los pilares sobre los que sustenta su organización social. Por tanto, no estamos en condiciones de juzgar la agresividad, como tal, de ninguna otra especie. Pecaríamos de cinismo.”

LAS SEÑALES DE AGRESIVIDAD
Para asegurarnos que el perro manifiesta agresividad e incluso a que tipo de agresión podemos enfrentamos, debemos observar detenidamente que signos externos manifiesta.

Morder es la expresión más clara, pero en la gran mayoría de los casos antes de la mordida hay otras manifestaciones que nos avisan del problema que tenemos ante nosotros.

Existen dos formas de agresividad, la ofensiva y la defensiva. La primera puede reconocerse porque el perro mantiene una postura dominante (cola alta, orejas erguidas, mirada fija), mientras que la segunda se caracteriza por una actitud evasiva (cola entre las patas, orejas gachas, mirada esquiva).

Cuando la conducta agresiva llega ya a un momento más preocupante el perro puede mostrar otros signos. Algunos son los siguientes: gruñir, lanzar una dentellada al aire, mostrar los dientes, erizar el pelo del lomo o ladrar de forma amenazante.

Dependiendo del tipo de agresividad, las señales que podemos observar pueden variar. Por ejemplo, un perro estresado o irritado, antes de mostrar los dientes o gruñir para defender su comida o, sencillamente, porque le molesta que nos acerquemos, puede mantener la boca “muy cerrada”, mirando de soslayo, lo que indica que está bajo una situación de estrés muy aguda.

En los casos de agresividad dirigida hacia las personas del entorno del perro adulto, o sea nosotros, nunca hay que enfrentarse al animal. Es muy peligroso. Debemos evitar cualquier pelea que la mayoría de las veces ganaría nuestra mascota. Por pequeño que sea, siempre será más rápido, capaz de soltar una dentellada y salir corriendo a refugiarse.

¿CACHORROS AGRESIVOS?
Como hemos dicho antes, la agresividad es algo innato y por lo tanto, cualquier perro puede manifestar alguna vez una conducta agresiva. Incluso a edad muy temprana. Por eso hemos de aprovechar la poca experiencia de los cachorros para enseñarles a controlar este comportamiento.

Existen factores genéticos que predisponen más a la agresividad, y probablemente podemos observar algunas conductas preocupantes de nuestra pequeña mascota que deberemos corregir.

Los juegos que más gustan a todos los perros, sobre todo a los más jóvenes, son los que implican competitividad: estirar de una cuerda, intentar llegar a la pelota antes que otro, etc. Con esta forma de jugar, los niveles de adrenalina suben, al igual que en una situación de estrés o en un episodio agresivo. 

Debemos aprovechar el juego con nuestra mascota para enseñarle a controlar la agresividad. Por ejemplo, cuando veamos que el cachorro empieza a gruñir, mientras estira de un juguete o persigue una pelota, debemos parar de jugar, tranquilizarlo y no reanudar el juego hasta que este calmado. Es una buena forma de aumentar el vínculo con nuestra mascota, establecer una relación jerárquica estable y prevenir posibles problemas.

TIPOS DE AGRESIVIDAD Y SU CAUSA
El primer paso para el tratamiento de un problema agresividad consiste en identificar que tipo de agresividad es la que muestra el perro y conocer la causa. Para conseguirlo es imprescindible conocer las diferentes formas de agresión existentes. Aquí veremos las más frecuentes:

La agresión por dominancia es la más frecuente de todas las conductas agresivas de los perros. Suele observarse sobre todo en machos sin castrar, adultos, y con una mayor incidencia en los animales puros de raza, que en los mestizos. Hay que diferenciar entre la agresión por dominancia hacia perros y la dirigida a las personas.
La conducta agresiva hacia otros perros por dominancia está causada por el intento de subir en la escala jerárquica con otros perros que pueda encontrarse en el entorno, mientras que las manifestaciones de agresividad hacia personas sólo se producen dentro del núcleo familiar. A veces, incluso contra sólo uno o dos de sus miembros. Este problema está causado por la tendencia genética del perro a dominar y la permisividad de los dueños con su mascota.

La agresión por miedo es otro de los problemas más comunes de consulta. Esta tipo de agresividad está causada por el miedo del perro a alguna cosa, persona o animal, y se manifiesta cuando un perro está muy asustado pero no puede escapar de la situación que le causa temor. Entonces, su reacción más probable es atacar. Este tipo de comportamiento puede verse muchas veces en la calle, cuando vemos a un perro que se muestra agresivo con otros canes que se acercan, mientras pasea con su dueño sujeto por la correa. Al estar atado y verse impedido en la huida, al perro no le queda otra poción que atacar para ver si aleja a sus “enemigos”.

Las causas más probables de este problema son una pobre o inadecuada socialización, o algún episodio traumático que haya podido experimentar en el pasado. Además de los posibles conflictos con otros perros, en ocasiones esta agresividad puede dirigirse hacia los niños, por la misma causa.

En la agresión territorial, el perro muestra una conducta ofensiva hacia gente extraña y canes desconocidos que invaden su territorio. Los perros y las personas que forman parte de la familia no son atacados en este tipo de agresividad. Es una conducta normal en el perro y en muchos casos buscadas por los propietarios, pero muchas veces el animal se excede en esta conducta y resulta un problema a solucionar. La causa de esta conducta suele ser un instinto territorial muy desarrollado. Pero además puede añadirse un aprendizaje a veces inconsciente de los propietarios. La forma en que se refuerza esta conducta (generalmente, el intruso siempre huye), hace que se convierta en un problema difícil de corregir.

La agresividad por posesión de recursos es una conducta donde pueden unirse varias conductas instintivas como la territorialidad o la dominancia, por ejemplo. Suele ocurrir en diferentes grados, primero con señales de aviso y después con la mordida.
Esta causada por un fuerte impulso de posesividad y una insuficiente educación en su fase de cachorro.

La agresión originada en el juego ocurre porque la acción de jugar lleva cierta carga de estrés que aumenta la agresividad dentro del mismo. Ya hemos visto anteriormente las características de esta forma de agresividad.

La agresión predatoria es uno de los tipos de agresividad más peligrosos. Es un comportamiento muy instintivo: el resultado de la liberación de los instintos cazadores de los cánidos. El estímulo que desencadena la conducta es el movimiento de una presa o de algo que sencillamente corre en sentido contrario al perro. Esta forma de agresión puede dirigirse hacia niños pequeños, bicicletas, coches, perros pequeños y otros animales como los gatos. El gran problema de este comportamiento es que no hay aviso, pues la conducta depredadora de los perros exige silencio a la hora de la caza. Son pocos los perros que atacan ladrando a la presa. La causa principal es un instinto depredador muy desarrollado. Para evitar problemas, debemos procurar no agudizar más esta conducta innata con juegos de ir a buscar la pelota o estirar de la cuerda. Sólo puede controlarse con una buena obediencia.

Otros tipos de agresividad son la agresividad redirigida, por ejemplo, que se manifiesta cuando un perro muerde a su dueño que se mete en una pelea de perros para intentar separarlos; la agresividad por dolor, que es una agresión defensiva del perro cuando nos acercamos a una parte del cuerpo que le duele; la agresividad por frustración, que ocurre cuando el perro no consigue algo que quiere intensamente; o la agresividad idiopática, un tipo de agresión que se desconoce la causa, aunque algunos autores creen que puede deberse a algún anomalía genética.

TRATAR LA AGRESIVIDAD
Cuando intuimos un problema de agresividad en el comportamiento de nuestra mascota, lo primero que hay que hacer es asesorarse por un especialista, generalmente un veterinario que deberá descartar cualquier problemá orgánico subyacente que pueda originar el problema. En el caso de que no exista ninguna patología; un especialista en comportamiento canino deberá observar al perro e informarse sobre su conducta para poder ayudarnos a tratar el problema.

El protocolo a seguir en un problema de agresividad es el siguiente:

- Visita al veterinario para descartar problemas orgánicos.
- Asesorarse con un especialista en comportamiento canino.
- En algunos casos, como en problemas por dominancia o territorialidad en machos, la castración es efectiva en un tanto por ciento muy elevado. No así en las hembras, que puede agudizar el problema.
- Si el tratamiento conductual (clases de obediencia, asesoramiento, modificación de los hábitos y el entorno) no es suficiente, puede apoyarse con un tratamiento farmacológico, siempre autorizado y supervisado por un veterinario.

La agresividad es un problema que puede tener diversas causas y su pronóstico y tratamiento son diferentes según el tipo de agresividad que presenta el animal. Aunque,  la agresividad hacia personas y la agresividad hacia perros pueden tener causas muy parecidas, es conveniente utilizar un protocolo de trabajo distinto para cada una de ellas.

Hay que entender, prever y si es necesario, corregir con suficiente antelación cualquier forma de comportamiento agresivo para poder modificarlo. Sólo asi conseguiremos una mejor convivencia e integración de nuestra mascota en la sociedad conseguir una convivencia más armoniosa.

Javier R. Batalle

SOBRE PERROS Y PERSONAS

Publicado en animalia nº 224 - Mayo 2010

Los dueños tienden a humanizar a sus canes. A esta actitud se la denomina antropomorfismo, y es la atribución a un animal de capacidades psíquicas como las del ser humano, suponiendo que actúa por motivos similares a las personas.

“Mi perro sabe que ha sido malo porque cuando he entrado en casa y he visto el pipí  se ha escondido”, “mi perro ha mordido el mando de la televisión y las patas de la silla porque se ha enfadado al dejarle solo”, “mi perro me ha destrozado unos zapatos nuevos cuando sabe que tiene la zapatilla vieja que le di para que mordiera”. Son frases que me repiten muchas veces los dueños de perros.

Si el perro se ha escondido, es porque ha hecho una composición de elementos: el sonido de las llaves al abrir la puerta, la visión de su dueño, el charco en el suelo y el recuerdo del último enfado al ver el pipí.

Si el perro ha mordido el mando de la televisión, puede que sufra un estado de ansiedad por separación de sus dueños, y su forma de bajar el nivel de estrés es tener ocupada la boca.

Si el perro ha destrozado unos zapatos, es porque no puede distinguir entre unos zapatos nuevos de una zapatilla vieja.

SIMILITUDES Y DIFERENCIAS ENTRE HUMANOS Y CANINOS
Muchos dueños de perros atribuyen a su animal capacidades psíquicas como las del ser humano y suponen que actúan por motivos similares a las personas.

Los perros se han adaptado al entorno social de los humanos y son, junto a los gatos, los únicos animales carnívoros que pueden convivir con nosotros sin existir competencia, ya que son especies acostumbradas desde hace siglos a la convivencia con el hombre.

Los perros manifiestan expresiones muy parecidas a las muestras de tristeza, alegría, nerviosismo o enfado de los humanos y es cierto que tienen una cierta semejanza con nosotros, ya que son una especie social estructurada jerárquicamente, con un fuerte instinto de territorialidad (algunas razas más que otras) y también con un instinto de posesión muy parecido al nuestro.

Algo muy importante a tener en cuenta, es que a nosotros, por la educación recibida, nos han enseñado que somos todos iguales; en cambio, en los perros, la igualdad no existe. O están por encima o por debajo en un estatus jerárquico social.

Es imposible que un perro piense que puede ser un igual a su dueño o a otro perro. Siempre debe saber en qué lugar de la jerarquía social tiene que situarse. De lo contrario, puede ocurrir que sufra un estado de estrés por no saber cuál es su cometido social e incluso, puede surgir una tendencia a dominar en su entorno social, que puede desencadenar en agresividad.

ESPECIES DISTINTAS
Los perros pertenecen a la especie Canis lupus familiaris y nosotros a la especie Homo sapiens. Venimos de ramas genealógicas distintas. Nuestras evoluciones a lo largo de la historia han sido diferentes y nuestra forma de comunicación no es la misma, y tampoco podemos esperar que su cerebro sea exactamente igual que el nuestro.

Un ejemplo: los perros no tienen moral. Mucha gente suele decir que el perro “sabe que ha hecho mal”, cuando, en realidad, el perro no sabe lo que está mal ni lo que está bien. Lo único que hace es que lo que le sale bien volverá a repetirlo y lo que le sale mal, tratará de no volver a hacerlo y lo eliminará de su contexto conductual.

LA COMUNICACIÓN CANINA
Cuando intentamos comunicarnos con nuestro perro debemos tener en cuenta que ellos se comunican de forma distinta a la nuestra. A pesar de que poseen casi los mismos canales comunicativos que las personas -oído, vista, y, en menor medida, olfato-, el desarrollo de sus sentidos es muy diferente en comparación con los nuestros.

En cuanto al sentido auditivo, ellos pueden oír ondas de ultrasonidos que nosotros somos incapaces de oír. A veces no podemos entender ciertas conductas caninas, ya que no oímos lo mismo.

En ocasiones, mientras observamos a nuestro perro, notamos que está nervioso o abstraído: es muy posible que haya oído un sonido que nosotros no percibamos o sencillamente, que estemos tan habituados a él, que no le demos la importancia que tiene para el perro, como por ejemplo, el sonido del motor del coche de sus dueños al acercarse a su hogar.

En el caso de la comunicación visual, hemos de tener en cuenta que los perros nos ven desde un punto de vista distinto al nuestro. Nos ven de abajo arriba. Eso implica que hemos de ser conscientes de nuestros gestos y movimientos. Solemos acariciar a los perros extendiendo la mano hacia su cabeza, en un gesto inconsciente, como hacemos con los niños. Si se trata de un perro que no nos conoce, puede ocurrir que se sienta amenazado y, o bien se asuste o, incluso pueda llegar a morder.

Y en relación al sentido del olfato, el canino es millones de veces superior al nuestro. Cada ser humano desprende un olor particular y los perros aprenden a identificarnos a través de él, siendo capaces de detectar los cambios bioquímicos en el organismo de las personas, como una subida o bajada de glucosa o el aumento de la presión arterial, que se manifiestan por un cambio en el olor corporal. Por eso los perros son capaces de oler el nerviosismo de una persona, acompañado de una subida de adrenalina, o de detectar un ataque de epilepsia antes de que ocurra.

Debemos tener siempre en cuenta que los perros piensan parecido a nosotros, pero no de la misma forma. Son diferentes, y esas pequeñas diferencias son las que hacen que la relación con ellos sea tan especial.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé

100 LADRIDOS, 100 RAZONES

Publicado en Pelo Pico Pata nº 89 - Marzo 2013

Todos los perros ladran y aunque algunos lo hacen con más asiduidad que otros, casi siempre el ladrido de un perro se convierte en una molestia para la convivencia diaria. Y una de las razones principales es que muchas veces no comprendemos la causa y el significado del ladrido. Pero siempre nos quieren decir algo.

Los lobos, antepasados de todos los perros, apenas ladran. Sólo recurren al ladrido para señalar un peligro y llamar la atención a los otros miembros de la manada. Casi siempre es un ladrido sencillo, corto y único, y provoca que los cachorros corran a refugiarse y los adultos se reúnan para investigar la procedencia del desorden.

Y aunque parezca irónico, uno de los argumentos para la domesticación del perro era que los perros ladradores podían ser muy útiles: advertían de la presencia de extraños y de presas de caza y alejaba a los intrusos. De hecho, los ladridos eran tan importantes que las personas empezaron a seleccionar genéticamente los canes más ladradores. Además, gracias a la domesticación, todos los perros mantienen una conducta infantil con respecto a su antepasado el lobo, y esto ha hecho que ladren más. 

¿TIENE EL LADRIDO ALGÚN SIGNIFICADO?

Ladrar es una de las maneras que tienen los perros de expresar un amplio repertorio de emociones. Y seguramente es la que mejor podemos entender, ya que si nosotros nos comunicamos con el lenguaje sonoro, nuestras mascotas han aprendido que para comunicarse con nosotros, expresar sonidos como ladridos, gruñidos o gemidos es lo más adecuado.

Los perros ladran principalmente para invitar a jugar, para avisar, y para llamar la atención. Pero existen muchas otras razones. El ladrido del perro, además de servir como una forma de comunicar, es sobre todo la expresión de una emoción, similar al grito de una persona, y puede tener un significado diferente dependiendo del contexto.

Al contrario de lo que piensa mucha gente, los ladridos nos son palabras en idioma perruno. Cuando asociamos a los perros características humanas, a veces pensamos que los ladridos de nuestra mascota significan frases completas como “¡Que viene alguien!” “¡Peligro, un extraño se acerca!” “¡No me dejéis solo, por favor!”, etc.

No es así. Es cierto que los perros cuando ladran quieren transmitirnos algo, pero los ladridos no conllevan ningún significado específico. La única traducción que podría asemejarse a un ladrido serían las expresiones: “¡Eh!” “¡Oh!” y “¡Ah!

Dependiendo del contexto en que el animal ladre y sin olvidarnos de las otras señales visuales como las expresiones faciales y corporales, podemos adivinar cual es la intención del ladrido de nuestro perro.

LADRIDOS DISTINTOS PARA CAUSAS DISTINTAS

El ladrido territorial o de guarda
Todos los perros son territoriales y ladran para defender su territorio de intrusos, sean perros o personas, por lo tanto, es bastante normal que un perro ladre más cuando se encuentra en casa que cuando está lejos de ella. El ladrido territorial siempre es un ladrido fuerte, continuo y repetitivo. Puede comenzar en un tono agudo que se va convirtiendo en más grave según se acerque el extraño, mostrando a la vez signos de conducta agresiva. Esta conducta es muy frecuente en los perros que pasan gran parte del tiempo detrás de una valla o una verja, ya que creen que al ladrar, asustan a los posibles intrusos, que en la mayoría de los casos sólo son personas o perros que pasan por delante y se alejan, continuando su camino.

El ladrido de aviso
Los perros también utilizan los ladridos como una alerta. El ladrido de aviso es un ladrido grave y espaciado y el perro lo utiliza cuando detecta algo y no está seguro de cómo reaccionar. Es una manera para informar a quien ronde por la zona que ha sido descubierto y de anunciar su propia presencia sin comprometerse. Los ladridos de guarda siempre van dirigidos a dos receptores diferentes: al intruso, y a su manada (los dueños en el perro), para avisarles.

Ladrido de aislamiento
Cuando un perro se queda solo y sufre ansiedad por la separación de sus dueños, ladra de manera nerviosa, casi compulsiva y a un volumen alto. A veces, el ladrido se convierte en una especie de aullido y frecuentemente se van intercalando gemidos. Es un ladrido muy lastimero y por lo tanto muy fácil de conocer su significado.

Ladrido de frustración
El ladrido que el perro emite cuando está frustrado no hay que confundirlo con el de aislamiento, aunque en los dos casos existe frustración. Es un ladrido muy parecido al de aviso, pero más agudo y no muy repetitivo. El perro puede ladrar por frustración en muchas circunstancias; por ejemplo: si mantenemos una pelota que le guste mucho en la mano sin tirársela, o no le damos algo de sabrosa comida que solemos darle, o lo dejamos encerrado en un lugar donde puede vernos pero no le dejamos entrar. En todos estos casos, el perro acabará ladrando por frustración.

Ladrido de aburrimiento y ladrido neurótico
Es un ladrido caracterizado por una forma de ladrar rítmica, constante y siempre en el mismo tono. Este tipo de ladrido se suele dar en perros faltos de estímulos mentales, poco socializados y que no cubren sus necesidades diarias de hacer ejercicio. Es típico de perros que pasan mucho tiempo encerrados y solos, o incluso atados en el jardín.

Ladrido por miedo
Un perro con miedo puede emitir un ladrido corto y muy agudo a la vez que se retira hacia atrás. Es un ladrido potencialmente peligroso pues tiene connotaciones amenazantes y agresivas . El perro lo emite con la intención de que lo que le representa una amenaza se aleje de él.

Ladrido para jugar
Los ladridos de juego son de alta frecuencia. El perro invita al juego ladrando de forma repetitiva y aguda, casi siempre con la ayuda de la típica posición corporal de invitación al juego: patas delanteras estiradas, manteniendo levantados sus cuartos traseros. La diferencia con el ladrido de aislamiento es que es un sonido más alegre y excitado y siempre va dirigido a otro perro o persona.

Ladrido para llamar la atención
Es el tipo de ladrido más frecuente y, muchas veces es inconscientemente reforzado por el propietario. Es el modo que tiene el perro de decirnos que quiere conseguir algo y que lo quiere ya, con prontitud. Por ejemplo: que le abran la puerta para entrar o salir de algún sitio, conseguir un juguete, comer, etc. Suele ser un ladrido agudo, muy repetitivo e insistente. Su intención es sobre todo que le hagamos caso y como muchas veces nos llega a desesperar, consigue su propósito. Es así como se convierte en un comportamiento aprendido y reforzado por un “adiestramiento inconsciente”. Es muy habitual que esta conducta se haga cada vez más frecuente e intensa.

Ladrido contagioso
Todos los perros ladran cuando oyen a otros perros ladrar. El ladrido es contagioso y una de las consecuencias del “adiestramiento inconsciente” para que el perro ladre es que a veces provocamos también de manera no intencionada que nuestro perro ladre más, a más volumen y con más intensidad. Esto ocurre cuando, ya hartos del ladrido del perro para llamar la atención, alzamos la voz con expresiones como “¡Calla!”, “¡Silencio!”, “¡Basta!”, etc. Para el perro, esos gritos son como ladridos, y se suma a ellos en una especie de excitada competencia por saber quien ladra más fuerte.

“PERRO QUE LADRA NO MUERDE”

Generalmente se piensa que el ladrido representa una amenaza, y mucha gente tiene miedo a los perros que ladran. Pero si hay un perro que tiene la posibilidad de atacarnos y sigue ladrando mientras se nos acerca significa que no quiere acometer, sino que sólo intenta que nos alejemos de él.

Si es verdad que el ladrido puede ser un gesto agresivo y desafiante -sobre todo el ladrido territorial- pero no siempre es así. Cuando un perro muestra agresividad la muestra con otras actitudes, como puede ser una posición corporal ofensiva, y, sobre todo, casi siempre va precedido de un gruñido.

De todos modos, hay que tener cuidado con un perro que ladra y no tiene la posibilidad de huir. Todos los perros, cuando se ven en un conflicto, sólo ven dos posibilidades: huir o atacar. Un perro que está atado y ladra puede estar estresado y al no poder huir puede llegar a agredir.

PERROS LADRADORES, PERROS SILENCIOSOS

Hay algunas razas de perros más propensas a los ladridos que otras, y esto es debido a la selección genética que el hombre ha efectuado en ellas.

Las razas más ladradoras son los perros que habitualmente se utilizaban como perros de jauría en la caza (basset, beagle, bloodhound). En algunos sabuesos para rastro se seleccionaban perros que rastrearan en silencio y empezaran a ladrar cuando se encontraran cerca de la presa.  Además, en estos perros se premiaba sobre todo un ladrido muy sonoro e intenso para poderlo captar a largas distancias.

Los terriers y otros perros utilizados para la caza de alimañas, también han sido seleccionados por su ladrido. En razas como el fox terrier, el Jack Russell y el teckel por ejemplo, la más pequeña excitación les provoca un ladrido que durante la caza servía para que el cazador supiese donde cavar para encontrar la posible presa bajo tierra.

Entre las razas más silenciosas están los perros más primitivos, como el husky siberiano, el chow chow, el alaskan malamute o el akita. Es muy probable que la causa de que estos perros no ladren con asiduidad sea por su mayor cercanía al lobo. No es ninguna coincidencia que estos perros no estén entre los más utilizados para la guarda y vigilancia.

CUANDO PERRO VIEJO LADRA, DA CONSEJO

En algunos casos, perros de edad avanzada comienzan a ladrar más frecuentemente sin causa aparente. Es muy probable que estos animales, al tener disminuida su visión o su audición, se sientan más inseguros y se vean sorprendidos por personas y otros perros que no reconocen con la misma facilidad que antes. En estos casos es normal que su reacción pueda incluir unos ladridos para comprobar si es contestado y así sentirse más seguro. Además, muchas veces, los perros ladran porque se dan cuenta de cosas que nosotros pasamos por alto. Debemos tener en cuenta que su olfato y su oído están mucho más desarrollado que el nuestro y puede que oigan y huelan cosas que nosotros no podemos percibir.

El ladrido de un perro no es un defecto. Es una forma de expresión que debemos aprender a interpretar y actuar en consecuencia. Escuchar a nuestro perro hará que lo comprendamos mejor, porque el perro siempre tiene algo que decir.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé

DESARROLLO PSICOLÓGICO DEL CACHORRO

Publicado en animalia nº 221 - Diciembre 2009

El desarrollo psicológico del cachorro es un proceso muy importante por la influencia en el comportamiento del perro adulto. Desde su nacimiento, el perro desarrolla una serie de conductas influenciadas por los estímulos que recibe en cada momento y en cada etapa de su vida. Las relaciones de las crías con su madre y sus hermanos son fundamentales en la evolución posterior del perro.

El perro pertenece a una especie altricial, como los humanos y la mayoría de animales carnívoros, lo que significa que nace en un estado sensorial y motor atrasado. Los cachorros nacen ciegos, sordos y con una movilidad muy reducida. Dependen totalmente de su madre, encargada de alimentarlos, limpiarlos, darles calor y estimularlos para que hagan sus necesidades.

El desarrollo gradual, tanto físico como psíquico, de las especies altriciales provoca una   infancia más larga, y, en consecuencia, un comportamiento más moldeable y una capacidad de aprendizaje mayor que las especies precociales (la mayoría de los herbívoros), que pueden ver, oír y moverse casi como un animal adulto en cuanto llegan al mundo.

Los cambios de conducta que se producen en la infancia de un perro pueden dividirse en cuatro etapas: la neonatal, la de transición, la de socialización y la juvenil. Todas y cada una de ellas de gran importancia para su futuro comportamiento adulto.

LA ETAPA NEONATAL
El período neonatal abarca desde el nacimiento del cachorro hasta aproximadamente las tres semanas de vida. En este momento los únicos sentidos funcionales del cachorro son el olfato, el tacto y el gusto. Los ojos suelen abrirse a partir de los once días, aunque la vista no será operativa hasta una semana más tarde, y emperá a oír hacia el final de este período.

La capacidad de movimiento del cachorro es prácticamente nula y lo único que puede hacer es arrastrarse, empujando su cuerpo con sus patas delanteras para llegar a los pezones de su madre para alimentarse. Hasta los quince días sus extremidades no podrán aguantar su peso para ponerse de pie.

Durante este período las únicas actividades que un cachorro puede hacer de forma independiente son mamar y dormir con un sueño del tipo REM (Rapid Eye Movement), en el que aparecen temblores y movimientos reflejos. En cuanto a sus necesidades fisiológicas, debe ser la madre quien las estimule, lamiendo la zona perineal.  

LA ETAPA DE TRANSICIÓN
Después de la tercera semana de vida, cuando los sentidos del oído y la vista empiezan a ser funcionales, y la capacidad motora del cachorro le permite moverse con mayor facilidad, empezerá a alejarse de su madre y explorar el entorno, se desarrolla el período de transición, cuya duración es de unos diez días.

En esta fase son las crías que buscan el contacto materno y no al revés, como ocurría en la fase anterior. Los cachorros empiezan a identificar a sus congéneres y a relacionarse entre ellos, Duermen menos tiempo y aparece el sueño de onda lenta. Micción y defecación ya son voluntarias, por lo que no necesitan la estimulación de la madre.

A partir de ahora, el entorno tendrá una influencia cada vez mayor. Está comprobado que la manipulación de los cachorros (cogerlos y acariciarlos) de forma delicada tiene efectos muy positivos sobre su capacidad de aprendizaje y sus emociones. Se socializan mejor, aprenden más rápido y su respuesta a estímulos desconocidos se afianza.

LA ETAPA DE SOCIALIZACIÓN
El periodo de socialización es trascendental para el perro, ya que el aprendizaje adquiere una importancia decisiva gracias al proceso denominado impronta o periodo sensible, en el que el entorno tiene un efecto irrevocable, extendiéndose desde el primer mes de vida -en plena etapa de transición- hasta los tres o cuatro meses de edad. Durante este tiempo, cualquier estímulo del ambiente influye de manera extraordinaria en la conducta del perro.

Los cachorros se alejan más tiempo de la madre para explorar el entorno y el juego entre ellos ocupa casi la mitad de su tiempo. Mediante el juego los cachorros aprenden a utilizar y entender algunos signos de comunicación congénitos, como las posturas de dominancia, subordinación y la invitación a jugar. Además, gracias al comportamiento lúdico en la camada, se adquiere el aprendizaje de la inhibición del mordisco. El cachorro aprende que si durante el juego muerde demasiado fuerte, su hermano lo parará inmediatamente y se acabará la diversión.

Al ser mucho más activos, los cachorros también aprenden ciertas normas caninas maternas. A partir del mes y medio, la madre empieza a alejarse de los cachorros que quieren seguir mamando, iniciándose el destete, y les gruñe y muestra los dientes si se ponen muy pesados intentando mamar. Es así como empiezan a conocer el las prohibiciones.

El destete llega con la aparición de los primeros dientes, muy afilados. Los cachorros ya pueden empezar a comer alimentos sólidos, y se entablan las primeras luchas (principalmente simuladas) por el alimento y también por la posesión de algunos objetos. Es entonces cuando se establece un primer, aunque no definitivo, orden jerárquico.

A partir de los dos meses y medio, el comportamiento de eliminación del cachorro se dirige hacia zonas específicas, a una distancia prudencial de la zona donde duerme y se alimenta. La necesidad de eliminación suele ocurrir al despertarse, después de comer y tras una sesión de juego, y es precedida por un olfateo del lugar.

En esta etapa es el momento de habituar al perro a una gran variedad de estímulos. Hay que tener en cuenta que la socialización con las personas se efectúa, en gran medida, mediante la visión del individuo, por lo tanto, es necesario habituar al animal tanto a niños como a adultos.

Los animales que han sufrido aislamiento o una mala socialización durante este tiempo tienen una tendencia más alta a desarrollar futuros problemas de conducta como la preferencia social hacia otra especie (generalmente la humana), agresividad hacia otros perros, ansiedad o miedo.

LA ETAPA JUVENIL
En esta fase se establece el comportamiento jerárquico entre los perros, pero también con las personas. Instintos que no habían aparecido hasta ahora, como el sexual, el territorial y el depredador, empiezan a madurar y perfeccionarse gracias a la experiencia. Las luchas jerarquizadas entre machos dominantes pueden ser habituales y la agresividad territorial, por posesión de recursos, por competencia sexual, por miedo, o por dominancia, pueden aparecer de forma más aguda. Es por ello que los animales con tendencias dominantes necesitan ser educados para evitar futuros conflictos de relación.

El período juvenil termina en la pubertad, cuando los órganos sexuales del perro están completamente desarrollados, lo que suele ocurrir a partir de los seis meses, aunque algunos perros no son sexualmente activos hasta el año o incluso más tarde.

Controlar adecuadamente al perro desde su más tierna infancia, sobre todo en el período de socialización, y empezar a educarlo tempranamente (a partir de los tres meses) es muy importante para que el perro, llegado a la edad adulta, se convierta en un animal equilibrado, sin problemas psicológicos y conductuales.

¿CUÁNDO ADOPTAR UN CACHORRO?
El momento más adecuado para adoptar un cachorro es entre los dos meses y medio y los tres meses de vida, cuando el perro ya ha podido relacionarse con sus hermanos y algunas personas, además de haber explorado su entorno más cercano.

Los perros separados de su madre y de la camada demasiado temprano tienen tendencia a crecer nerviosos, tímidos, y muy dependientes de sus dueños, ya que no han completado adecuadamente el periodo de socialización. Esto puede provocar que futuras relaciones con otros perros puedan verse afectadas.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé