CACHORROS. GUÍA PARA UNA EDUCACIÓN TEMPRANA

Publicado en Pelo Pico Pata nº 100 - Febrero 2014

Existe la falsa creencia que la educación del perro ha de empezar en la edad adulta o, cómo muy pronto, al cumplir los seis meses de edad. No es así. Un aprendizaje temprano es la mejor forma de evitar problemas posteriores cuando nuestro cachorro se convierte en “todo un perro”.

EDUCACIÓN Y ADIESTRAMIENTO
No hay que confundir la educación con el adiestramiento. Son dos conceptos distintos: educar al perro consiste en enseñarle unas normas sociales que servirán para que la convivencia con él sea lo más apacible posible, mientras que en el adiestramiento, lo que tratamos es enseñar a nuestro perro una serie de ejercicios para que nos obedezca en cualquier situación.
 
Cuando llega un cachorro a nuestro hogar, lo más importante es educarle para evitar problemas en la convivencia, pero también podemos iniciarle en el adiestramiento. Por supuesto, no nos referimos al trabajo deportivo, guarda y defensa o cualquier otro tipo de adiestramiento que requiera de una capacidad física y de unos instintos muy desarrollados. Estos tipos de adiestramiento sólo pueden hacerse en un perro adulto.

LAS NORMAS QUE TODO CACHORRO DEBE APRENDER
Desde el principio, cuando introducimos un cachorro en nuestras vidas, hay que enseñarle unas normas de convivencia muy fáciles de aplicar. Y es muy importante lo que acabamos de decir: “hay que enseñarle”. y no empezar a prohibirle. Es muy difícil que el perrito aprenda lo que queremos que haga si sólo le decimos continuamente ¡NO!. Mejor explicarle lo que SI puede hacer, y premiarlo si lo hace.

Su primera experiencia en el nuevo hogar
Es muy frecuente que el primer día el perro esté algo asustado. No conoce el lugar, todo es nuevo y aún no hemos creado un fuerte vínculo con él. Al entrar en casa, hay que dejar que explore tranquilamente sus dependencias, pero con la precaución de tener cerradas las puertas de las habitaciones donde no queremos que entre, por lo menos de momento.
 
Como seguramente estará cansado por tantas emociones; sin presionarle, hay que incitarle a que se dirija al capazo o camita que hayamos preparado para su descanso y mostrarle donde estarán siempre su bebedero y comedero. Hemos de planificar con suficiente antelación dónde queremos que duerma. Ha de ser un lugar donde se sienta seguro y tranquilo. En el momento en que se eche en su cama, lo premiaremos y lo dejaremos descansar en paz.

Procuraremos haber guardado bien los cables eléctricos de conexión al ordenador o la televisión, los productos de limpieza que puedan ser tóxicos y tener el cubo de basura cerrado. Es probable que el cachorro en su afán exploratorio quiera introducirse en algún rincón que pueda ser peligroso para él. En esas circunstancias si que debemos prohibirle el paso o darle un pequeño susto en forma de ruido fuerte para que se retire del lugar.

¿Su cama, o nuestra cama y sofá?
Es muy importante pensar si vamos a aceptar que el perro suba a según que lugares que teóricamente están habilitados para nuestro descanso. Muchas personas, al ver esa pequeña “bolita de pelo” tan tierna y quizá asustadiza, no podemos evitar la tentación de subirla al regazo y darle mimos encima del sofá o la cama.

Debemos tener en cuenta que el crecimiento del perro es rapidísimo y aunque de pequeños algunos de ellos no llegan a poder saltar hasta esos lugares; al crecer, si les hemos mostrado días o meses antes que estamos contentos con que lo hagan, será difícil erradicar esa conducta. El problema vendría después, cuando algunas razas pueden llegar a pesar más de treinta kilos. Además, todos los cachorros quieren estar con sus dueños y si pueden, descansar con ellos, tal como hacían con su madre y hermanos. Por lo tanto, las ganas de subirse encima no se las quita nadie.

¿Los servicios por favor?
Cuando el perro ya se relaje, se despierte de una pequeña siesta o haya comido o bebido, no tardará ni diez minutos en hacer sus necesidades. Es el momento de bajarlo a la calle o -si aún no tiene todas las vacunas-, procurar que se dirija al lugar que hemos preparado para él con periódicos o algo similar.

El lugar donde colocamos los periódicos para hacer sus necesidades debemos escogerlo bien. Ha de ser un sitio de fácil acceso, tranquilo y fácil de limpiar. Por ejemplo, no hay que ponerlos en el cuarto donde tengamos la lavadora, ya que si está funcionando, el cachorro podría asustarse.

Para enseñar al cachorro que vaya a hacer “sus cosas” al lugar indicado, cuando creamos que ya le toca ir al lavabo hay que llevarle lo antes posible y colocarle sobre de los periódicos, pero es mejor invitarle a que acuda por su propio pie. De esta manera se acostumbrará a no esperar a ser cogido en brazos cada vez que tenga ganas de hacer “pís”.

Debemos tener en cuenta que un cachorro de tres meses no aguanta más de tres o cuatro horas sin hacer sus necesidades, así que durante unas semanas habrá que estar muy vigilante.

¿Y qué puedo morder?
Todos los cachorros, igual que los niños, tienen un impulso innato a explorar y a coger objetos. Pero como los perros carecen de manos, todo lo que atrapan lo hacen con la boca. Y de ahí a mordisquear sólo hay un paso. Además, a partir de los tres meses y medio, cuando empiezan a cambiar los dientes de leche, es normal que nuestras mascotas necesiten masticar para paliar el dolor que produce el cambio de dentición.

Todos los perros necesitan juguetes para distraerse y mordisquear y es muy importante enseñarle cuales son los suyos y cuales no. Para un cachorro, un móvil, un mando a distancia, un libro o la pata de una silla son juguetes tan divertidos como lo pueden ser el muñeco o la pelota que le compremos. Es necesario que sepa qué objetos puede coger y cuales no.

Siempre que veamos a nuestro pequeño can coger algún objeto que no sea su juguete, le reñiremos para que lo suelte y justo después de hacerlo, le daremos uno de sus juguetes, acariciando y demostrando que es eso lo que queremos. Nunca aprenderá si sólo le decimos “ESTO NO”, “ESTO TAMPOCO”. hay demasiadas cosas en una casa para prohibírselas todas. Es mejor explicarle que es lo que si puede coger: sus propios juguetes.

¿Jugamos a lo perro?
Los perros tienen una forma de jugar distinta a la nuestra, mucho más brusca. Juegan a morderse, pelearse, perseguirse y se tiran encima de su compañero de juego sin contemplaciones. Aunque es muy divertido verlo, no lo es tanto si la víctima de esta manera de jugar es uno de nosotros.

Hay que enseñar al perro las normas del juego. Todos los cachorros tienden a morder mientras juegan, y hasta que no llega el cambio de dentición, sus pequeños dientes son como alfileres que, aunque jugando, clavan sin querer en nuestras manos.

En el caso que esto suceda, debemos parar el juego inmediatamente, exclamando un pequeño ¡Ay! e ignorar al cachorro hasta que se calme. Se trata de imitar lo que haría uno de sus hermanos cuando entre ellos aprenden a jugar. De esta manera, pronto el perro se dará cuenta que debe morder más flojo para que pueda continuar el juego. Siempre que veamos que nuestro cachorro se excita demasiado en los momentos lúdicos, debemos parar de jugar.

Otro de los juegos favoritos de los pequeños canes es la persecución de las perneras del pantalón y nuestros pies. El motivo es que son cosas que están a su altura, se mueven y son fáciles de atrapar. Este tipo de juego también debemos detenerlo, ofreciéndole uno de sus juguetes favoritos como sustitución.

Acostumbrarse a la soledad
Algunos perros tienen un apego exagerado a sus dueños y esto, posteriormente, puede causar problemas cuando se quedan solos. Uno de los más habituales es el llamado síndrome de ansiedad por separación, que provoca que el perro entre en una espiral de pánico y estrés cuando se queda solo en casa y puede llegar a romper cosas, ladrar incesantemente, o hacer sus necesidades en lugares prohibidos.

Es conveniente que desde el primer día, el cachorro aprenda a permanecer solo y la mejor manera de conseguirlo es que aprenda a dormir en soledad. Los primeros días, es casi seguro que el pequeño perro llore, gima, ladre y rasque la puerta. Pero si tenemos suficiente paciencia y sangre fría para no hacerle caso, sólo deberemos pasar dos o tres malas noches a lo sumo. El perro se acostumbrará rápidamente y tendremos un problema menos del que preocuparnos.

También es conveniente que cuando salgamos de casa y lo dejemos solo, al principio las ausencias no sean muy largas y evitar el ritual de despedirse de él. El cachorro debe entender que nuestras salidas de casa no tienen nada de especial, y que siempre volvemos.

EL INICIO DEL ADIESTRAMIENTO
A partir de los tres meses de edad hay una serie de ejercicios de obediencia básica que podemos enseñarle a nuestro cachorro. Los más importantes son acudir a la llamada, que se esté quieto a la orden y que camine sin tirar continuamente de la correa.

Acudir a la llamada
Lo primero que debemos hacer es que nuestra mascota conozca su nombre, y que aprenda a que cuando lo pronunciamos nos referimos a él. Después, tendremos que pensar en una palabra para ordenarle la llamada (por ejemplo, “VEN”). Esta orden, siempre la pronunciaremos después de su nombre y lo más importante: sólo cuando estemos seguros que va a venir. Por ejemplo, cuando llegamos a casa, cuando le ponemos la comida, cuando le ofrecemos una galletita, etc. El cachorro debe saber que después de oir esa palabra, si acude rápidamente, siempre ocurre algo bueno. Por lo tanto NUNCA debemos llamar al perro para reñirle, aunque se haya portado mal. Si queremos regañarle, iremos a por él.

Estarse quieto
Mantener a un cachorro quieto es difícil. Es un pequeño terremoto con ganas de jugar y explorar. Por eso debemos ser más pacientes con los ejercicios de sentarse o echarse. No hace falta que los ejecute a la perfección, pero es importante que empiece a conocerlos. Es conveniente liberar al cachorro de la orden sin esperar a que se canse de estar quieto y desobedezca.

Caminar sin tirar de la correa
Es una buena idea acostumbrar al cachorro a llevar el collar y la correa dentro de casa, cuando aún no puede salir a la calle. Seguramente, en los primeros momentos parecerá un caballito desbocado, pero se acostumbrará.

Todos los perros, cuando empiezan a salir a la calle, descubren un mundo nuevo que quieren explorar, oler, y además, hacerlo deprisa. Es posible que los primeros días, se sientan cohibidos y no se alejen mucho de nosotros, pero cuando cogen confianza, tiran de la correa para llegar a donde quieren con la mayor prontitud.

Para evitar esto y comenzar a enseñar al cachorro a caminar con nosotros, es importante que llevemos algunos de sus chuches y juguetes favoritos y procuraremos que esté atentos a ellos. Además, no debemos ir continuamente hacia donde él tira, sino que cambiaremos de sentido bruscamente varias veces, felicitándole cuando vuelva a nuestro lado.

Educar al que será nuestro mejor amigo perruno requiere mucha paciencia pero si lo hacemos bien y con alegría, en poco tiempo, además de crear un mejor vínculo con él, tendremos un cachorro feliz, que no causará ningún problema de convivencia y, posteriormente, un perro adulto perfectamente equilibrado y educado.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé