EL JUEGO EN EL PERRO

Jugar es una conducta casi exclusiva de los mamíferos y de algunas aves, pero en la mayoría de los animales la frecuencia e intensidad de este comportamiento disminuye según se van haciendo adultos. Sin embargo, los perros y los humanos son juguetones durante toda su vida.

El juego en el perro es un tipo de actividad que puede definirse como una reproducción ficticia de algunos de sus comportamientos instintivos, y que aparece alrededor del primer mes de vida, cuando comienza el periodo de socialización.

En esta etapa el cachorro aprende a jugar con sus hermanos, a explorar el entorno y a comunicarse, lo que es sumamente importante para su posterior desarrollo. Es por eso que los cachorros que han sido separados prematuramente de su madre y sus hermanos suelen resultar, en la edad adulta, perros nerviosos, insociables e inseguros, que manifiestan episodios de agresividad o miedo cuando otros perros se les acercan, incluso en actitud de juego.

En un perro, la expresión corporal de invitación al juego se manifiesta cuando estira las patas delanteras, manteniendo levantados los cuartos traseros. Esta posición indica al otro individuo que a partir de ese mismo momento, toda acción que resulte no va en serio, y es entonces cuando ambos pueden desplegar todo su repertorio de juegos.

De entre todos, los favoritos son las imitaciones de sus conductas instintivas, sobre todo el comportamiento cazador: buscar, acechar, abalanzarse, perseguir, sujetar y sacudir. Esta conducta se manifiesta, por ejemplo, cuando el perro va a buscar una pelota, jugando al tira y afloja con una cuerda o cualquier otro juguete, recreándose persiguiendo y siendo perseguido por otro perro o bien una persona o cuando entierra una pelota.

Durante el juego, puede parecer que los perros interactúan entre ellos de una forma muy brusca, pero es su forma normal de jugar a luchar. Los perros, como las personas, saben controlar su fuerza cuando juegan con alguien más débil; la diferencia está en que mientras los humanos utilizamos las manos para sujetar, los perros lo hacen con la boca, lo que hace percibir una violencia inexistente.

La influencia del juego en los perros es muy importante por varias razones:

- En la infancia, con sus hermanos, el cachorro aprende a controlar la intensidad del mordisco y a saber dónde está el límite. Cuando un cachorro muerde a otro demasiado fuerte, éste inmediatamente deja de jugar. Es así como el provocador va aprendiendo la frontera del juego. La próxima vez morderá más flojo.

- Aprende sobre su propia fortaleza y debilidad con respecto a otros perros y personas.

- Crea un código de comunicación con nosotros y aprende a leer nuestras expresiones, estableciendo una complicidad.

- Es una buena forma de quemar energía y de aliviar tensiones.

- Genera un vínculo con otros individuos y aprende a comunicarse.

- Influye en el aprendizaje positivo, ya que las correcciones son mínimas y se refuerzan las conductas deseadas.

- Representa una forma de integración en la familia.

Jugar con el perro es, además de necesario, muy beneficioso para la relación con su dueño, pero hay que tener en cuenta varias cosas al respecto:

- Ha de ser el dueño del perro el que imponga las reglas del juego. Si en algún momento el perro se muestra violento o muerde con más intensidad de la permitida hay que dejar de jugar inmediatamente.

- Los juguetes que se utilizarán para jugar con él sólo se le ofrecerán en el momento del juego, guardándolos después hasta una próxima ocasión.

- No hay que permitir que el perro juegue con otros objetos que no sean sus juguetes y si escoge juegos destructivos como morder la pernera del pantalón, la manga de la camisa, las alfombras o la correa, hay que corregirle.

- En el juego de estirar y aflojar, que puede ser para el perro un modo de medir la fuerza entre los dos contendientes, debemos ganar la mayoría de las veces –sobre todo si se trata de un perro con tendencia dominante-, aunque es necesario que el perro también gane en alguna ocasión, de lo contrario se aburriría y perdería el interés.

- Si hay bebes o niños de corta edad en la familia, no es aconsejable darle al perro juguetes sonoros o peluches, porque podría llevarle a confusiones y a problemas de posesión. Además, los juguetes sonoros excitan mucho al perro.

Un perro que siempre tenga ganas de jugar es un síntoma de su buena salud, tanto física como psíquica. En resumen: es un perro feliz.

Educación y adiestramiento canino JR Batallé

Posted on September 30, 2008 .